Con las elecciones generales del 17 de agosto en el horizonte, Bolivia se encuentra en un momento crucial. Pese a los incesantes pedidos de cambio en los cuadros partidarios de las diferentes corrientes ideológicas, las listas de candidatos a la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) revelan una tendencia hacia el reciclaje de políticos y dirigentes sociales, en lugar de una renovación significativa. Este fenómeno plantea interrogantes sobre la capacidad del próximo Congreso para enfrentar los desafíos políticos, sociales y económicos que aquejan al país.
Las principales fuerzas políticas han optado por incluir en sus listas a figuras con experiencia previa en la política nacional o regional. En todos los departamentos, en todos los frentes y alianzas en pugna por el sillón presidencial de Bolivia, las candidaturas están ocupadas, en buena parte, por ex legisladores, ex figuras cívicas, ex autoridades municipales y ex dirigentes sociales, como aparente línea de una estrategia electoral común.
Tomando Santa Cruz, por ejemplo, encontramos que la alianza Unidad, que promueve la candidatura de Samuel Doria Medina, tiene a la actual diputada por Creemos, Tatiana Áñez, como candidata a primera senadora, mientras que la parlamentaria por la misma tienda, Khaline Moreno, ocupa el puesto a primera candidata a diputada plurinominal.
También tienen la posibilidad de repetir gestión en la ALP los diputados Óscar Michel, Ericka Chávez, Roxana Álvarez, Carlos Arrien, Clotilde Padilla (Creemos) y Jairo Guiteras (CC).
Pero también suman en las listas de Unidad al dirigente gremialista Roger Labardens Vargas; Eleuterio Quispe, vinculado al transporte interprovincial, y Yamila Nur Reyes, dirigente comunitaria.
La alianza Libre, de Jorge Tuto Quiroga, eligió por su parte al ex presidente cívico y ex ministro de Planificación Branko Marinkovic, como candidato a primer senador, mientras la segunda postulante a senadora es la asambleísta Kathia Quiroga (Demócratas), con su suplente, el ex concejal Leonardo Roca (Santa Cruz Para Todos) y la diputada María René Álvarez, (Creemos).
En el círculo de Quiroga también se abrió espacio Jorge Santistevan Justiniano, coronel del Ejército y past presidente del Centro de Altos Estudios Nacionales; el constitucionalista Rafael López Mercado, ex diputado por Convergencia PPB, y Róger Blanco Mustafá, dirigente vecinal y ex vicepresidente cívico.
En el frente de Tuto, pero por Cochabamba, aparece otro ex presidente cívico, Israel Mérida Martínez.
En filas de la alianza Autonomía Para Bolivia – Súmate, que busca la Presidencia del país para Manfred Reyes Villa, tenemos en sus listas legislativas a la concejala Silvana Mucarzel (ex UCS), candidata a la primera senaturía; a los diputados Laura Rojas Ayala, Henry Gutiérrez, Jennifer Torrico, Omar Rueda (Creemos) y Daniel Prieto (CC), y a la asambleísta departamental Estibaliz Bravo (Creemos).
También tienen un espacio Patricia Cahuana, hija del dirigente gremialista Jesús Cahuana, y Pedro Zabala, ex presidente de la Federación Departamental de Juntas Vecinales (Fedjuve).
En Cochabamba, la lista al Senado de esta organización incluye a Claudia Mallón Vargas, ex diputada por Unidad Demócrata (UD), y a Apolinar Rivera, ex presidente cívico de ese departamento. Además, candidatea Milena Soto, activista de la Resistencia Juvenil Cochala.
Lealtad y estructura
La lealtad política parece ser un criterio clave en la selección de candidatos. En las listas de Libre y UCS se observa la presencia de familiares y allegados de ambos líderes partidarios, lo que refuerza las estructuras internas, pero puede limitar la diversidad de voces en el Congreso.
En Cochabamba, la hermana del expresidente Jorge Tuto Quiroga, Ana María Quiroga, ha sido presentada como candidata a diputada por la alianza Libre. Su postulación ha generado debate sobre la perpetuación de dinastías políticas y la falta de renovación en la representación legislativa.
En Santa Cruz, la influencia de Jhonny Fernández en la Unidad Cívica Solidaridad (UCS) se refleja en la presencia constante de sus familiares en cargos públicos.
Así, su hija Paola Andrea Fernández Rea, repostula como senadora por Santa Cruz (antes lo hizo en filas de Creemos) y, según el TSE, también figura el funcionario municipal y hombre de confianza del alcalde cruceño, José Alejandro Farah, como candidato a senador suplente.
En la lista de aspirantes a diputados por UCS están Luciano Negrete, otro hombre de confianza de Fernández; la concejala Gabriela Garzón, y Max Roberto Fernández Guerrero, sobrino del alcalde e hijo de su hermano, Roberto Fernández.
En el caso del Movimiento al Socialismo (MAS), la tendencia es clara: priman los acuerdos con los movimientos sociales y las candidaturas tienen una fuerte connotación de afinidad partidaria, dirigencial y sindical. En Santa Cruz, por ejemplo, Esteban Alavi, presidente de los interculturales, es candidato a primer senador, mientras que Felipa Yalili, de las bartolinas, a primera diputada plurinominal.
En Tarija, la vicepresidenta del MAS, Julia Ramos, está inscrita como primera diputada suplente. En Potosí, figura como candidato a segundo senador el gobernador Edilberto Chambi. Otro dirigente del Pacto de Unidad, Adalid Carbajal, está registrado como primer diputado plurinominal por La Paz.
Esta concentración de poder en torno a vínculos familiares ha suscitado críticas sobre probable nepotismo y la consolidación de estructuras políticas cerradas.
En ese contexto, la política boliviana parece estar atrapada en un ciclo donde las mismas figuras y sus allegados continúan ocupando espacios de poder.
Percepción ciudadana
Las campañas electorales se están desarrollando con un enfoque territorial, buscando conectar con las realidades locales. Sin embargo, la percepción ciudadana sobre la repetición de candidatos conocidos podría generar desconfianza y apatía electoral.
Bolivia enfrenta una crisis multidimensional que requiere un Congreso capaz de legislar con eficacia y representar los intereses de la ciudadanía. La tendencia al reciclaje de políticos y dirigentes sociales en las listas legislativas refleja una apuesta por la experiencia y la lealtad partidaria en un contexto de crisis.
Si bien esta estrategia puede ofrecer estabilidad, también plantea desafíos en términos de renovación política y representación ciudadana, como exige una nueva generación de electores, que no se siente identificada con quienes deberían interpretar sus necesidades y ser su voz en la Asamblea Legislativa Plurinacional.