En el marco de una sesión de honor de la Asamblea Legislativa Plurinacional que tuvo lugar en la Casa de la Libertad, en la ciudad de Sucre, por los festejos por el 186 aniversario de la fundación del país andino amazónico.
La sesión legislativa, la décimo séptima del período constitucional 2011-2012, convocada para conmemorar la efeméride nacional abrió con una ceremonia de corte castrense que implicó el traslado de los despojos mortales de la heroína a la Casa de la Libertad, en cuyo atrio el presidente Evo Morales impuso, post morten, el sable de Mariscala a Azurduy.
Azurduy había sido ascendida al grado de generala de los ejércitos de Argentina y Bolivia en mayo de 2010, por orden de la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner y el propio Morales.
Su vida
Casada con el guerrillero criollo Manuel Asencio Padilla, con el que, hombro con hombro, combatió en la guerra de los 16 años -que entre 1809 y 1825 liberó Bolivia del poder de España- Azurduy murió en la pobreza con los galones de coronela de las armas bolivianas.
Elevada al rango de Coronela por el libertador de Bolivia, el venezolano Simón Bolívar, en 1826, Azurduy reunió a miles de indios que le plantaron cara, con escasos pertrechos, al poderoso ejército real de España.
Su gesta arrancó en forma en 1816, corridos 7 de los 16 años que duró la guerra emancipadora, cuando una fracción del Ejército de España detuvo a Padilla y lo mandó a ejecutar sin siquiera juicio sumario.
Le cortaron la cabeza y mandaron a exhibirla cerca de El Villar, un pueblo a 265 km de Sucre, donde Padilla y Azurduy sentaron el cuartel general de los rebeldes.
Desde entonces, Azurduy se puso al hombro la responsabilidad de llevar a buen puerto la guerra hasta que, otros, vestidos de frac e inspirados en las doctrinas de la Ilustración francesa, formados en la academia Carolingea y en centros parisinos, tomaron la posta de la gesta en los últimos milímetros y la coronaron el 6 de agosto de 1825.
La gesta de Azurduy recién salió a la luz en 1920.
En pago a sus servicios a la patria, las autoridades de la república le dieron un cargo de portera de una escuela en Sucre.
La heroína de la independencia de Bolivia pasó los últimos días de su vida en una habitación maltrecha, durmiendo en condiciones precarias.
Azurduy pasó al ostracismo y fue a morir en compañía de la infaltable soledad y de un pariente suyo, 'el muchacho Sandi', como lo registra la historiografía boliviana, quien la amortajó y pidió una colecta para mandar a sepultar el cuerpo desbaratado por la ingratitud.
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