La Biblia ya lo había predicho: “lo que está escrito debe cumplirse”, como una sentencia inapelable que demuestra que un ser humano tiene muy pocas opciones para cambiar su sino y pese a todos los esfuerzos que hizo para ganarle al destino, la muerte marcó la vida de Manfred Reyes Villa en dos oportunidades.
Con más de 50 años cumplidos y las marcas que el tiempo, las tristezas, los fracasos y los triunfos dejan en el cuerpo, se convirtió en la cara más dura de la oposición. Dejó de ser el niño gordito y tímido que sólo queda como un recuerdo en las fotos, color sepia, del escritorio de la casa de su madre o el joven aprendiz de político que conquistaba votos y mujeres con una amplia sonrisa y un fresco olor a lavanda.
Aunque asegura no sentir ningún temor por el envejecimiento, reitera constantemente que es un convencido de que en los genes de su padre está el buen estado físico capaz de superar los estragos del tiempo, hecho que justifica que su cabello no tenga canas ni ningún tinte. Considera que el buen aspecto físico lo ayudó a conseguir votos… y algunos enemigos masculinos.
Perdió a sus dos hijas al empezar la década del 90 y en el primer año del nuevo milenio. La enfermedad de su niña, Carla, lo obligó a abandonar el uniforme para garantizarle una mejor calidad de vida. Tenía 10 años y un problema congénito de corazón que la convertía en un bebe azul, situación que no pudo ser revertida ni por el bisturí de la medicina más adelantada del mundo.
Después de una serie de triunfos castrenses, que lo llevaron a ser edecán del ex presidente de facto, Luís García Meza, el capitán tuvo que romper la promesa que le hizo a su padre, 20 años atrás, cuando ingresaba al Colegio Militar en la zona de Irpavi de la ciudad de La Paz. La razón que lo llevó a salir del Ejército fue la necesidad de establecerse en Cochabamba porque el lastimado corazón de su hija no podía latir tranquilamente dentro del infantil pecho a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar.
Abandonó el poder, las órdenes y los destinos que lo llevaron por todo el territorio nacional, para abrir una empresa de bienes raíces que se identificaba con las iniciales de su nombre (Marevi Internacional), en la que conoció al equipo de ingenieros, administradores de empresas y arquitectos, que después lo acompañarían en la administración del municipio de Cochabamba. También abrió la discoteca Hollywood.
Esta constructora, fue ampliada en La Paz, Santa Cruz y Estados Unidos, par a financiar los constantes viajes que debía realizar para someter a la pequeña a una serie de intervenciones quirúrgicas. Ninguno de los cambios o esfuerzos, ni siquiera el éxito empresarial, pudo evitar el fatal desenlace y antes de que ella pudiera convertirse en una adolescente, volvió al cielo.
Paralelamente al derrumbe emocional por esta pérdida, empezó el triunfo político, pues tras una invitación de Gonzalo Molina, Nestor Villazón y Humberto Coronel Rivas, Reyes Villa entró en la arena local como concejal suplente y se convirtió en el alcalde que por más tiempo gobernó la capital cochabambina.
Cuando todavía no había tocado la fama, el titular de una revista llamó la atención de los cochabambinos provocando más de un problema dentro de su casa, pues tras leer que “Hay un bombón en el concejo”, Patricia Avilés de Reyes Villa, llegó a la puerta del medio en el que se publicó el escandaloso titular, con el arrugado ejemplar entre sus manos para exigir explicaciones.
La autora de la frase, Tita Saenz de Recacochea, tuvo que dar explicaciones a la enfurecida esposa, que “por una reacción del momento” quedó muy confundida sin saber qué decir o qué pensar y sólo atinaba a preguntar: ¿ por qué el título?. “Hablé muy bien con él y con Tita charlamos”, recuerda Patricia Avilés ya sin sentir celos.
Y cuando estaba en la cima de su popularidad, otra vez el destino le hizo trampa, llevándose a su segunda hija, Susana, cuando cumplía los 20 años, después de un choque de su vehículo.
El luto provocó dos cosas: su alejamiento de la gestión edil y su habilitación como candidato presidencial. Empezó la carrera como el favorito del electorado en los comicios del 2002 según los resultados de las encuestas realizadas en aquella época y aunque se dijo que su esposa llegó incluso a medir las cortinas de Palacio Quemado para cambiarlas, las proyecciones de los sondeos no se ratificaron en las urnas.
Tras el sufragio terminó en tercer lugar, detrás de Gonzalo Sánchez de Lozada (MNR) quien logró el primer puesto con el 25% de respaldo y Evo Morales (MAS) quien se coronó como líder de la oposición tras lograr un 22% muy similar al que consiguió Reyes Villa.
Obtuvo una bancada muy reducida y mucho desprestigio tras la campaña de Guerra Sucia realizada por el MNR, que llegó incluso a mostrar la mansión que tiene en Tiquipaya, filmada desde una avioneta.
El embajador Manuel Rocha, representante del país en el que Reyes Villa más tiempo había vivido, fuera de Bolivia, le dio la espalda y puso su granito de arena para restarle votos cuando era el primero de las encuestas, tras emitir una amenaza contra los votantes bolivianos asegurando que no se debía apoyar a Evo Morales. Pese a todas las diferencias con el partido rosado terminó aliándose a Goni, un mes antes de su estrepitosa caída.
Después vino su gestión prefectural, teñida por los enfrentamientos de enero del 2007, denuncias de corrupción y un revocatorio que le resto el respaldo con el que contaba en el corazón del continente, desde donde ahora, otra vez, intenta modificar el destino.
" Con más de 50 años cumplidos y las marcas que el tiempo, se convirtió en la cara más dura de la oposición"
UNA FAMILIA NUMEROSA
Biografía
Nació el 19 de abril de 1956 en la clínica Americana de la ciudad de La Paz. Tuvo siete hijos, aunque al casarse planificó tener sólo seis. La mayor de sus hijas se llama Ingrid y tiene 31 años. Ella está casada con Juan Carlos Cabrera y tiene dos niños: José Armando (7 años) y Michelle (5). La segunda hija del ex Prefecto era Susana, quien falleció el año 2000, cuando tenía 20 años. Su tercera hija era Carla, que también murió cuando tenía 10 años (1990) y cuatro años menor es el primer varón de sus hijos: Erick (20 años) que vive en Estados Unidos. Dos años después nació Manfred (18 años) y seis años más tarde Estefani (14 años), quien junto a su hermano Marvin (12 años) viven junto a él y su esposa.
Ejemplo de su padre
Manfred Reyes Villa dice que su principal ejemplo fue su padre (Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas durante el gobierno de la ex presidenta Lidya Gueiler), con quien asegura haber tenido una relación de amigos, aunque no dejaba de ser estricto. “Cuando yo iba a entrar al Colegio Militar él me dijo que no podía desertar y yo siempre me acordaba de sus palabras”. Estudio en los colegios Instituto Americano, Boliviano Israelita y San Marcos de La Paz; Juan Manuel Aponte de Camiri y Don Bosco de Cochabamba, entre otros.
A los 14 años se sacaba el auto de su familia para ir a pasear por La Paz, pero nunca recibió castigos muy duros. Su mascota favorita era un salchicha llamado Gypsi. Ahora tiene dos San Bernardos.
Admite que uno de sus peores errores se llama Gonzalo Terceros, pues asegura que “confío demasiado en la gente y a veces no te responde cuando confías demasiado… realmente es una pena como alguna gente responde. Yo soy una persona leal”.
Le gusta la música y es muy ecléctico pues va de Ricky Martín a la música clásica, pasando por Eros Ramazzoti y Julio Iglesias, sobre quienes aclara “son más antiguos que yo”.
"Lo que más me ha gustado de la vida son mis hijos, por lo que compartí con ellos, por nuestra familia."
OPINAN SOBRE EL CANDIDATO
“32 años de matrimonio”
“Creo en el amor a primera vista. Fue un día de paseo. Lo conocí. Él estaba de militar, con uniforme de trabajo, en Irpavi. Yo recién había llegado a vivir allí, porque mis papas vivían en esa ciudad, entonces lo conocí allá. Mi papá trabajaba en Santa Cruz, en la Gulf, y bueno… lo mandaron a La Paz. Trabajaba en la parte administrativa.
Hace 32 años, yo caminaba por esa calle de Irpavi con una amiga y estábamos conociendo el lugar. Fuimos al cerro, a Alto Irpavi para mirar cómo era la ciudad y él estaba en una revista de militar cuando se acercó a hablarme. Me dijo hola, dónde vives, de dónde eres… en esa época, todavía no tenía bigote, no sé si era parte del reglamento militar, pero él no tenía bigote ni pelo largo. Después vimos que él vivía dos cuadras más arriba de donde yo vivía.
Un año después nos casamos. Yo tenía 16 años y nuestras mamás eran amigas, por eso pudimos vernos después de ese día. Él estaba en el Colegio Militar todo el tiempo. Solamente salía los sábados en la tarde y volvía los lunes. Volvimos a coincidir en una fiesta de fin de año y lo volví a ver. Mi hermano estaba también en el colegio militar y él era brigadier de mi hermano que siempre me decía cuidado con los brigadieres”.
Patricia Avilés | Esposa
“Siempre estaba con su padre”
Yo tengo ascendencia italiana, porque mi padre llegó a Bolivia hace tanto tiempo, que yo ya no recuerdo la fecha. Yo soy boliviana, igual que mis cuatro hijos, el mayor Erick que es médico; Manfred que es el segundo; Sergio que es economista y Ximena que es ingeniera en informática. Manfred siempre fue inquieto. Nació de parto natural en la clínica Americana y me parece que nació a las 17.50 y el parto no fue difícil porque era mi segundo hijo, nació un año y medio después de mi hijo Erick. Es Aries. De niño era un travieso tremendo, pero no hacía nada de malo. Tenía muchos amigos que eran chicos de la calle a los que les regalaba su ropa y les daba todo lo que tenía.
Le encantaban los perros, toda la vida ha tenido perritos, pero ya no recuerdo cual era su favorito. Como su padre era militar y él admiraba y quería mucho a su padre, también quiso ser militar. Le tenía adoración a su papá y nunca se separaba de él. Cómo eran tan seguidos el primero y él, yo atendía al mayor y su padre a él, por eso Manfred estaba cerca de su padre.
Ahora yo no vivo con ninguno de mis hijos, pero casi todos los días él y yo estamos juntos. Tengo empleados y una sobrina que está conmigo”.
Patricia Avilés | Esposa
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