Se oye como la curva de Boca Juniors, pero es el mercado Los Pozos. Un muchacho lleva el estribillo y, exhausto de tanto pegarle, remata el bombo. Truenan los parches de tambora, murga, bailan mujeres y los chicos corean: “¡Rubén, decime qué se siente... tener a Evo en Santa Cruz!”. No es la hinchada de un club argentino, es una barra de Evo Morales. Detrás de un bosque de banderas azules, blanco y negro, el mercado sigue con su oferta y demanda de siempre. Al lugar llegó Carlos Romero, candidato a primer senador del MAS por Santa Cruz.
El exministro de Gobierno baja de una Toyota Land Cruiser color champán, con un sombrero vaquero y gafas oscuras de aviador. Tres hombres del equipo de seguridad lo rodean, por si acaso. Camina veloz por las tres plantas del edificio del mercado, repartiendo llaveros y estrechando las manos a medio mundo, para después volver al primer piso.
Allí, dos morenas que lucen como jugadoras de voleibol de playa reciben al candidato con una vigorosa batucada brasileña: ‘garotas’ y samba, espectáculo que da rédito si de llamar la atención se trata; ‘innovación’ de la campaña callejara del MAS. El analista Gustavo Pedraza dijo que las ‘fiestas’ suelen ser un recurso táctico efectivo usado muchas veces en este pueblo para posicionar nombres, siglas y colores políticos.
“No queremos interrumpirlos, pero también tenemos la necesidad de llegar a ustedes; pedirles que nos apoyen, nuestro único propósito es trabajar para que siga creciendo nuestro país, (...) de manera que haya circulante, más comercios”, explicó Romero en un breve discurso antes de marcharse a San Ignacio de Velasco. Cerró el acto con unas palabras a las muchachas: “Gracias por su alegría, por su baile... y su juventud”.
El pulso en las calles
Es un día cualquiera de campaña, faltan tres semanas para las elecciones y en Santa Cruz las movilizaciones por el voto empiezan a cobrar el rigor de disputa electoral por el Gobierno.
¿Cómo es la campaña en las calles? En un día al azar y desde el interior de actos proselitistas de tres de las cinco fuerzas políticas en carrera -MAS, UD y PDC, en Santa Cruz- se evidencia que la banda de música, la caminata, la murga de hinchada, el regalo pequeño de siempre y la enérgica batucada son los motores de la movilización política, al margen de explicaciones sobre propuestas de gestión pública.
Tomás y el distrito de Bravo
En la zona Pampa de la Isla, en un barrio próximo a Los Chacos, Tomás Monasterio se pasea como dueño de casa. El exdiputado de Convergencia Nacional (CN) parquea su vehículo al lado de un camión con altoparlantes y gigantografías suyas y de Samuel Doria Medina. Esa tarde busca el voto de la circunscripción 46. Baja de una vagoneta negra Jeep Cherokee, organiza a los suyos y empieza: talón, planta y punta.
Con él viene un par de personas que registran todo: de polera verde, el candidato hace gala de su juventud tomando una maratón de 10 o 15 calles.
Sabe que lo están grabando y explica: “Este es el sello de campaña Tomás Monasterio. Hoy son 100 barrios recorridos”. Dice eso y el hombre que perifonea desde el camión da más datos: “Gracias a la señora Desirée (Bravo) hay 20 calles asfaltadas y un nuevo módulo escolar; este 12 de octubre, vecinos, tenemos que votar por Tomás”.
Monasterio es aliado de la presidenta del Concejo Municipal de Santa Cruz de la Sierra y aprendió a hacer política con ella, una mujer considerada imbatible en los distritos seis y siete de la capital. Él sabe eso y no tiene problemas en decirlo. “Me dicen: ‘¿Usted es el candidato de la señora, no?’. Yo contesto: ‘Sí, trabajo con la concejala Bravo y quiero pedirle su apoyo’. Acá el voto ya ha sido ganado en muchos lugares”.
Calle por calle, casa por casa, reparte abrazos, saludos y es seguido por un grupo de dirigentes vecinales, una banda que toca taquiraris, jóvenes con banderas de UD y otros que reparten galletas a todo niño que esté en el camino de Monasterio.
“Sí, a veces prometen pero luego se olvidan. Antes la señora Desirée nos ayudaba, pero...”, increpa al candidato un hombre anciano y en silla de ruedas. Monasterio trata de calmarlo, le estrecha la mano y se despide. Dirá después que seguro el señor es opositor a UD. Monasterio promete más obras para el barrio, como el asfaltado de calles, por ejemplo, y pide apoyo. Le faltan 102 barrios por andar.
Ritter y su puerta a puerta
Salió del Palacio de Justicia después de las 18:20. Acaba de terminar otra audiencia del caso terrorismo, donde actúa como abogado defensor del general Gary Prado, causa que devolvió al ex concejal cruceño a la palestra de la política.
Otto Ritter, el falangista de siempre, el candidato de la C-44, también hace campaña puerta a puerta. Esta noche le toca el barrio 4 de Noviembre, zona del tercer anillo externo. “Nosotros somos la verdadera oposición”, le dice a la gente. Saluda, abraza y pide el voto a quien se le cruza por la calle. Lo sigue una banda, también tocan taquirari. Un grupo de jóvenes camina a su lado colgando banderas rojas de Tuto Quiroga. Todo es tan rápido, como la misma campaña
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