El representante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Claudio Providas, alertó que, más allá de las leyes y los planes de control, Bolivia tiene que trabajar en la prevención del delito. Dos de cada 10 jóvenes en Santa Cruz no estudian ni trabajan.
En medio del fuerte debate sobre la inseguridad y la ola de feminicidios, el representante del PNUD remarcó que, en Bolivia, hay que pedir menos la pena de muerte y trabajar más en la prevención del delito. Dos de cada diez jóvenes cruceños no trabaja ni estudia, alerta. Y señala la cultura del machismo vigente entre políticos del oficialismo y la oposición que ofrecen mensajes equivocados sobre la mujer y sobre las causas de los feminicidios. ¿Cómo ven la ONU la inseguridad y esta ola de feminicidios en Bolivia?
La situación es muy preocupante. Cada muerte es importante, y nos preocupan todas las que están ocurriendo por estas causas. Según datos oficiales, van 110 muertes violentas en lo que va del año 2014 y son ocho muertes en el último mes solo en Santa Cruz. Según nuestras estadísticas, cada tres días muere una mujer por la inseguridad o por feminicidio. Este cuadro es preocupante. Si bien los índices generales muestran que Bolivia es un país seguro, a veces los promedios son un tanto arbitrarios y crueles, porque las estadísticas señalan que el país está entre los más seguros de la región con 8 o 9 homicidios entre 100.000 habitantes. Si bien es cierto que la violencia parece haber ido creciendo, creo que todos los sectores involucrados deben actuar con cautela con estos fenómenos. Lo primero es que hay que tomar decisiones en base a datos específicos. Venimos trabajando desde hace varias décadas en este tema en diversos puntos de América Latina y no hay una solución mágica ni única. Sí parecen funcionar las estrategias integrales que combinan varios aspectos. En Bolivia se ha trabajado bastante en el aspecto legal y normativo. Ahora, hay que moverse hacia una fase de implementación efectiva. La ley aprobada y los planes de seguridad son comparables a los que hay en la región. El tema es cómo se hacen efectivas esas leyes y planes que están vigentes. Hay un progreso, quizás para muchos es muy lento.
¿Los feminicidios parecen mostrar que se está perdiendo la batalla?
En el caso de la violencia de género es más compleja la situación. Hay soluciones más sensatas que otras. El llamado intempestivo y apresurado a la pena de muerte y la castración química no son los caminos adecuados. Hay que ver el rol del Gobierno nacional, departamental y municipal, además de los medios de comunicación. Es fundamental enfocar en la prevención y observar que la mayor parte de los crímenes son perpetrados por jóvenes hasta los 24 años. Entonces, los jóvenes tienen un rol como víctimas, pero también como victimarios. A la ONU le gustaría que se abra un debate sobre el perfil de ese victimario. La pena de muerte o la castración no hubiera logrado nada para resolver el problema. Dos de cada diez jóvenes cruceños ni trabajan ni estudian. Qué pasa con los cinturones de pobreza y de inequidad. Qué pasa con esas familias que tienen jóvenes desocupados o que no estudian. Si bien Bolivia tiene tasas de matriculación del 80%, el 40% de los estudiantes secundarios dejan sus estudios. Los jóvenes abandonan la escuela para obtener un empleo informal, mal pagado y sin beneficios. Eso se puede prever con educación.
El fenómeno del feminicidio está estrechamente vinculado a una cultura del machismo. Un candidato a senador del oficialismo asegura que las mujeres deberían comportarse mejor para evitar estos abusos. ¿Cómo lo ve Ud. el aval que recibió del MAS? ¿Debería renunciar a su postulación?
Nos preocupa la prevalencia de esta cultura del machismo y la discriminación hacia las mujeres.
Bolivia tiene leyes muy claras en ese sentido. Si bien es un país que ha hecho cosas muy importantes en el marco constitucional y legal con un enfoque de derechos para los indígenas y las mujeres, creo que ahora hay que trabajar más en el plano cultural. En Bolivia, todavía hay niveles preocupantes de machismo, no solo de gobernantes sino también de la oposición, de candidatos y de ciudadanos de a pie que reproducen una dosis de machismo muy fuerte, como ocurre en muchos países de la región.
En esto hay que ver cuál es el rol de los varones en esta cultura del machismo que coloca a la mujer como un objeto.
Yo creo que la mujer debería poder vestirse y educarse sin que nosotros tengamos que poner ningún tipo de censura porque pensamos que la mujer pueda convertirse en un objeto más deseable para el crimen. Esa afirmación no tiene ningún sustento de base científica. Cambiar comportamientos es uno de desafíos más complejos, en cualquier sociedad.
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