Hablar con H.C.F. Mansilla es todo un privilegio. Se trata de un estudioso de la filosofía y de la política latinoamericana y mundial. Estuvo en Santa Cruz para disertar sobre la tradición liberal de este departamento. Habla con franqueza, sin pelos en la lengua, aun a sabiendas de que lo que dice puede incomodar o quizás precisamente porque es así. La cita fue marcada para las 9:00 y él nos esperó con puntualidad en el hotel Yotaú. Abrió la puerta y saludó amable. Pidió un momento para ponerse saco y corbata. Y así empezó el diálogo.
¿En qué momento está el país?
La cultura general boliviana ha resultado ser extraordinariamente estable a lo largo de siglos. No creo que los últimos ocho años sean diferentes a lo que ocurrió antes. Tal vez es la acentuación de evoluciones que venían de atrás, pero no creo que haya ninguna novedad histórico-cultural digna de mención y tampoco creo que Santa Cruz sea diferente.
Sin embargo, hay un esfuerzo gubernamental por posicionar que hubo un cambio
Es un esfuerzo propagandístico mediático, pero desde que el ser humano ha reflexionado sobre sí mismo, se da cuenta de la diferencia que hay entre la retórica y la realidad. Lo que se nota es la continuidad de valores y de pautas de comportamiento de antes.
En ese marco, ¿cómo describe al boliviano y a sus gobiernos?
Bolivia es un país de cultura conservadora en el sentido de que las rutinas y convenciones vienen de muy atrás. Es un pueblo con escaso contacto con el exterior, salvo por comercio o imágenes televisivas; en el fondo es una sociedad muy anclada en valores que vienen de muy atrás.
Pudiendo equivocarme, sostendría que el régimen actual es el mejor exponente del modelo social conservador, donde se preserva el núcleo relativamente autoritario, paternalista, chicanero, como siempre ha sido hacer política. Simplemente se le pone un barniz a la moda y los barnices son muy importantes en política. Y en eso, este Gobierno probablemente ha tenido notable éxito en presentar un barniz seudorrevolucionario, de izquierda. Pero en el fondo nada ha cambiado sustancialmente.
¿A qué gobiernos del pasado se parece este?
Se parece a los experimentos populistas que hemos tenido. Cada 30 años, Bolivia ha tenido la mala suerte de sufrir gobiernos populistas, como el MNR en 1952 o la UDP en 1982. El régimen actual se parece a esos experimentos que son una constante en la historia latinoamericana, con pequeños aditamentos cosméticos. Pero en lo fundamental no estamos lejos de Belzu, Daza, Villarroel o Paz Estenssoro, regímenes estatistas, centralistas, que hablan de igualdad, pero forman nuevas élites privilegiadas.
Y en esos ciclos ¿ha logrado ser Bolivia un mejor país?
No. Los países que han progresado, como los escandinavos, que son extraordinariamente pobres en recursos naturales, son los que han invertido en educación a largo plazo, que han sido innovadores. En cambio, aquí yo noto una absoluta falta de grandes transformaciones.
¿Cómo ve a Santa Cruz?
Yo no veo una tradición liberal en Santa Cruz, salvo la que hay en la memoria de algunos historiadores o personas que hablan de resaltar el carácter específicamente cruceño, que yo creo que es una construcción literaria más que realidad.
¿Por qué cree eso?
La antigua Corte Nacional Electoral y el grupo Ciudadanía de Cochabamba, junto con la organización que estudia la opinión pública latinoamericana (Lapop) han hecho encuestas de alta representatividad, a partir de 1998. El resultado estadístico general muestra que la cultura política en Santa cruz no es diferente de la del resto del país. Las diferencias proliberales son insignificantes. Además, después de siglos de vida institucional, aquí no hay un desarrollo institucional que sea diferente al resto de Bolivia.
¿Qué pasa con los liderazgos políticos cruceños? ¿Es verdad que el pragmatismo fue más fuerte?
Lamentablemente, el pragmatismo individualista no es favorable a las innovaciones, a marcar distinciones, sino que trata de amoldarse a las dificultades y a los desarrollos del día, no mira a largo plazo. Uno de los ejemplos más claros es el comportamiento de los empresarios en Santa Cruz: siempre mirando a corto plazo. Es decir, que les interesa asegurar su propiedad y las subvenciones, no hay un rol empresarial político como ha sido el rol liberal de los empresarios en Europa Occidental.
¿Y cómo ve la proyección?
Va a seguir así nomás.
¿Qué debería venir a Bolivia después de un régimen populista y de una bonanza económica como la que tiene el país?
Sería razonable un régimen democrático que fomente valores pluralistas, que fomente la gran tradición liberal, que se dedique a promover, por ejemplo, una buena educación, que es una de las falencias más importantes del país. Pero mi impresión es que Santa Cruz es como el resto del país, piensa en el corto plazo, en el día a día. En eso se parece a los países africanos, donde he vivido largamente.
¿Y qué hace que el boliviano siga repitiendo la misma experiencia?
El ser humano es el único animal que tropieza varias veces en la misma piedra, que no aprende de sus errores. Pero no hay una esencia inmutable al tiempo. Por tanto, a pesar de que la cultura política autoritaria puede durar mucho, como no es una esencia del país, probablemente desaparezca, como ha pasado en Corea.
En política hay el modelo liberal y el modelo redistributivo o social, ¿cuál es el que impera en Bolivia?
Hay tendencia de variar entre dos o tres modelos fundamentales: modelo redistributivo y aparentemente de justicia social y un modelo que promueva más valores individualistas típicos de la tradición liberal. Ahora estamos en el primero.
La experiencia histórica de largo plazo muestra que lo ideal sería la combinación de ambas tendencias: un gobierno que promueva la libre empresa, que premie los esfuerzos individuales, pero que tenga algunos correctivos sociales.
Pero los sistemas populistas, que en la retorica dicen que redistribuyen la riqueza, han resultado ser a largo plazo muy mediocres. Si usted ve Venezuela, en 12 o 15 años de gobiernos populistas, a la economía le va peor que nunca, el nivel de vida no sube, la vida se ha complicado enormemente. Son burocracias extremadamente ineficientes. Mi impresión es que los modelos populistas puros en el mundo han sido un fracaso económico y cultural, pero lamentablemente es algo que gusta a la población.
No cabe duda que a una buena parte de la población le gusta la mano dura pero pesada del amo, del caudillo. Se sabe cómo ha sido el voto femenino para dictadores como Hitler y Mussolini. A muchas mujeres les gusta el sistema autoritario que les da seguridad emocional, aunque sean un desastre en otros sentidos y contra eso es muy difícil hacer algo. Es una labor de educación de muchas generaciones para que la gente tenga una sana desconfianza de la retórica.
Todos estos regímenes populistas pretenden ser igualitarios. Una de las consignas más exitosas es hablar mal de las oligarquías, que habrían arruinado a los países, pero ellos en realidad no quieren un régimen realmente igualitario, sino que bajo cuerda y sin hacerlo muy público, construyen las nuevas élites que se comportan como las anteriores: egoístas, prebendalistas, autoritarias, arrogantes, no piensan en el futuro del país, piensan a muy corto plazo, se dedican a robar recursos públicos abiertamente, igual que la historia anterior.
¿Y en Bolivia hay un modelo populista puro?
Es un modelo populista más o menos tradicional. Ya lo hemos tenido varias veces en la historia del país.
¿Qué pasa con el respeto a las libertades?
Son regímenes que tratan de controlar todo y los medios (de comunicación) libres son los objetos más molestos que hay. Siempre ha habido la tendencia a controlar la opinión pública. Lo primero que hicieron Hitler y Mussolini fue controlar todo medio independiente y aquí también se nota algo similar. Claro, la gente aprende y los populistas también. En lugar de prohibir, lo que hacen es comprar, sobornar, controlar, y los empresarios privados, no todos, lamentablemente hacen ese juego.
¿Cómo podríamos ser un mejor país? No hay que pensar en soluciones originales. Hay que imitar lo bueno. El éxito de Europa occidental se debe a una sostenida campaña en pos de una mejor educación pública y de una ética general de la responsabilidad, pero esa es una labor que toma siglos
PERFIL
H.C.F. MANSILLA ESTUDIOSO DE LA POLÍTICA LEJOS DE LA COYUNTURA, ANALIZA PROCESOS HISTÓRICOS
CARGO FILÓSOFO Y CIENTISTA POLÍTICO
EDAD 72 AÑOS
NACIONALIDAD: BOLIVIANA Y ARGENTINA
SU FORMACIÓN
Estidió Ciencias Políticas y Filosofía en la Universidad Libre de Berlín, Alemania, donde obtuvo, en 1973, el doctorado en Filosofía Magna cum laude y en 1976 la concesión de la venia legendi (habilitación para cátedra titular de ciencias políticas para el sistema universitario alemán).
LAS INSTITUCIONES A LAS QUE PERTENECE
Es miembro de la Real Academia Española, miembro de número de la Academia de Ciencias de Bolivia y de la Academia Boliviana de la Lengua.
LIBROS
Ha escrito más de 15 libros que fueron editados en español, alemán y otras lenguas, muchos de ellos sobre la realidad latinoamericana y sobre la boliviana.
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