28 enero 2014

Decisión provoca conflictos en Arica

Los pescadores de Arica, en la frontera con Perú, acordaron con el Gobierno de Chile analizar en detalle el eventual impacto que podría tener sobre su actividad el fallo de la Corte de La Haya, que entregó a Perú una porción de mar que hasta ahora estaba bajo jurisdicción económica chilena.

“Dentro de las 80 millas, prácticamente casi el 100% de la actividad pesquera de Arica y de la zona norte está debidamente resguardada y protegida, no tenemos salvo un muy pequeño tema de la llamada pesca en altura, que es una pesca ocasional, que pudiese verse afectada”, aseguró en esa región el ministro chileno del Interior, Andrés Chadwick.

Chadwick se trasladó a Arica, a 2.051 kilómetros al norte de Santiago, para seguir desde ahí la lectura del fallo y se reunió posteriormente con los dirigentes de los pescadores.

En tanto, los pescadores de Arica se resignaron a la pérdida de su espacio hacia las 200 millas náuticas por la línea equidistante que se trazó en la nueva frontera. “Podríamos haber perdido mucho más”, argumentaba Juliano Barile, un pescador artesanal del gremio.

Unas 300 personas, en su mayoría pescadores, siguieron con atención la lectura del fallo en el puerto de Arica, donde se instaló un proyector y una pantalla gigante. Aprovechando las cámaras, un grupo de mujeres y dirigentes de organizaciones sociales denunciaron el abandono gubernamental hacia la región.

El ambiente se caldeó con la llegada del alcalde de la ciudad, Salvador Urrutia, que pretendía confraternizar con los pescadores, pero se vio obligado a abandonar rápidamente el muelle al ser abucheado e increpado por los trabajadores.

Tras escuchar el fallo, con el reconocimiento del Hito 1 como partida del cálculo para la frontera marítima, la gente se calmó hasta ver el mapa donde se advierte la pérdida de 22 mil kilómetros cuadrados de su zona económica exclusiva.

Unas 2 mil personas marcharon en las calles de Arica acompañados por la tonada de una banda musical y el estruendo de petardos, abalanzándose hacia las vallas que protegían el edificio de la Comandancia Naval de la Armada, con insultos y gritos hacia los marineros que había en su interior.

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