El pasado fin de semana, los españoles tuvimos que retrasar nuestros relojes una hora para regresar al horario de invierno. Este discutido cambio que se implantó hace casi cuarenta años para hacer frente a las consecuencias de la crisis energética de 1973 es seguido por gran parte de los países de nuestro entorno más cercano.
Sin embargo, tal y como descubrimos en el blog el blog «Geografía infinita» la gran mayoría de los países del mundo jamás han movido las manecillas de sus relojes o, tras haber adoptado durante un tiempo el horario de verano, han decidido finalmente abandonarlo. Así, mientras en Europa es ya costumbre adelantar el reloj una hora en primavera y volver al horario “estándar” en otoño, existen otras naciones en las que esta práctica resulta casi desconocida.
Países como Rusia y Bielorrusia no aplican ningún cambio en sus horarios, mientras que en América del norte, cambian la hora en prácticamente todo Estados Unidos, Canadá y México. Las excepciones se encuentran en Arizona y Hawaii, en Estados Unidos; Sonora, en México, y Saskatchewan, en Canadá.
En Sudamérica el horario de verano se sigue en Chile, Paraguay, Uruguay y el sur de Brasil. Venezuela, Surinam, Guayana y Guayana Francesa, por el contrario, no lo han empleado nunca. El resto de países latinoamericanos, entre ellos Bolivia, en cambio, han pasado por este sistema en algún momento de su historia, como en el caso de Argentina, que lo abandonó definitivamente en 2009.
Rusia empleó los cambios al horario de verano desde abril de 1981 hasta 2011, mientras que China experimentó con él entre 1986 y 1992. Territorios como Malasia o Corea del Sur también lo han aplicado en algún período de su historia. Otros, como Turquía, Irak y Azebaiyán o Israel, Palestina, Siria, Líbano y Jordania sí aplican horarios diferenciados para cada mitad del año.
En el hemisferio sur, tanto la capital australiana como los estados de Nueva Gales del Sur, Victoria, Tasmania y Australia Meridional cambian de horario de invierno al de verano y viceversa, mientras que el resto del país mantiene sus relojes estables. Sus vecinos de Nueva Zelanda y Papúa Nueva Guinea, al igual que Libia, Namibia y Marruecos, así como parte del Sáhara Occidental observan también este cambio horario. La mayor parte del continente africano, en cambio, nunca lo ha utilizado.
Con esta diversidad de opiniones a lo largo del mundo, es difícil saber si el este cambio produce el ahorro económico con el que suele justificarse su existencia. Lo que sí pone de manifiesto es el gran número de destinos a los que es posible escapar para huir de sus consecuencias negativas
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