La batalla del Fortín Boquerón fue una de las epopeyas más inolvidables de todos los episodios bélicos que se registraron en el mundo, historia que fue escrita con valor y amor a la Patria por los soldados bolivianos. Hoy, 29 de septiembre se recuerdan 80 años de la caída del Ejército patriota.
La Guerra del Chaco tuvo numerosos componentes, no sólo por el avasallamiento de territorio, sino también político y protagonismo de algunos líderes que intentaron manejar a su gusto el destino de todo un país, como ocurrió con el mandatario boliviano de entonces, Daniel Salamanca.
Desde 1880, Paraguay tuvo en recurrentes ocasiones participación para invadir territorio nacional, sin embargo, los bolivianos evitaron la confrontación tras la huella imborrable que dejó la Guerra del Pacífico, apelaron a convenios y tratados e incluso arbitrajes internacionales para lograr la paz.
Sin embargo, la ambición del enemigo generó la confrontación bélica que se inició el 14 de junio de 1932 y terminó en la misma fecha, pero tres años después, en 1935.
El primer combate fue cuando los bolivianos desalojaron de la Laguna Chuquisaca, bautizada así por el Ejército patriota, al ejército paraguayo el día que comenzó la Guerra del Chaco.
Salamanca estaba como Presidente de Bolivia, que con el paso de la contienda bélica, asumió el poder en calidad de dictador y dispuso una serie de órdenes para que el Ejército boliviano enfrente al enemigo, es así que ordenó la toma de tres fortines paraguayos, Corrales, Toledo y Boquerón. Ese último ocupado el 31 de julio de 1932 con el Tcnl. Luis Emilio Aguirre a la cabeza. Los paraguayos no opusieron resistencia, pero apelaron desde ese momento a las emboscadas, matando así a muchos soldados y jefes bolivianos.
Para recuperar Boquerón, el Ejército paraguayo se acercó al fortín con 5.000 hombres aproximadamente, mientras que los bolivianos que tenían al principio 4.000 patriotas, se quedaron en el fortín con solo 1.000. El combate para recuperar Boquerón por el Ejército "pata pila" se inició el 9 de septiembre.
A partir de esa fecha, los bolivianos defendieron día a día con páginas gloriosas de valor y amor a la Patria, ese pequeño pedazo, que según el Paraguay, estaba integrado por miles y miles de soldados patriotas.
Una serie de órdenes y contraórdenes, sumados los errores de estrategia militar caracterizaron para la caída boliviana. Primó la desinformación y los datos erróneos de quienes estuvieron al mando del Ejército boliviano.
"Empezamos nuestro retiro. Paso por medio de una lluvia de balas. Sigue la masacre. Aumenta peligrosamente el número de muertos. Todos pedíamos pan y agua. Ya no éramos los muchachos entusiastas y fuertes que salimos de Oruro. No éramos más que espectros. Todos queríamos irnos", se dejó escrito en el diario de Germán Busch.
La tarde del día 28, el militar héroe de Boquerón, Manuel Marzana reunió a la oficialidad para tratar la capitulación de la plaza y solicitar la retirada de las tropas a causa de la falta de víveres, municiones y las lamentables condiciones físicas y sanitarias. El 29 de septiembre de 1932, los sitiados colocaron trapos blancos sobre las trincheras para facilitar una entrevista que Marzana quería realizar con el comando enemigo. Los paraguayos, creyeron que los bolivianos se rendían; salieron simplemente de sus posiciones, ya a muy pocos metros de las trincheras enemigas, y sencillamente entraron caminando al fortín.
No dispararon ni un tiro para recuperar el fortín, pero al llegar se sorprendieron que eran pocos los hombres que defendían Boquerón, fueron tomados prisioneros, pero a su vez recibieron toda la admiración del Ejército enemigo, por el valor que tuvieron en defender ese reducto.
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