“Me dijeron ‘a tu hijo lo pueden hacer desaparecer’, pueden pagar mil bolivianos a los cleferos de la San Francisco y lo desaparecen”, relató a EL DIARIO una concejal electa por voto democrático en un municipio del altiplano paceño pero que desde hace más de un año es víctima de violencia y acoso político por parte del Alcalde y los concejales varones. La mujer se declaró decepcionada de la política y dijo que para incursionar en la vida pública “hay que tener un corazón de piedra”.
“Son muchas cosas que hay que aguantar. Hay que tener corazón de piedra para aguantar el acoso y violencia política, por el hecho de denunciar el mal manejo económico en el municipio por el alcalde, por ese lado comienza el problema, sufrimos atropellamientos de la sociedad civil y las otras autoridades”, contó la concejala.
Este medio, amparado en el artículo 8 de la Ley de Imprenta relativo al Secreto de Fuente, mantendrá en reserva la identidad de la autoridad debido a que la misma teme represalias de sus propios colegas contra ella y su familia
Con la mirada abstraída en su relato, la concejala hurgó en sus recuerdos más tristes al mismo tiempo que sus ojos se llenaron de lágrimas porque la violencia política no solo repercute en ella, sino en su familia, en este caso su hijo y su entorno familiar a quienes los tienen atemorizados con amenazas.
Los responsables a quienes apunta, son los mismos concejales del municipio al que pertenece y representa.
“Y estos me tienen amenazada, me dicen, no hurgues tales cosas, si quieres ver con vida a tu hijo, entonces como somos madres ante todo, vemos que nuestros hijos corren peligro; también se agarran con nuestros padres, les hacen llegar amenazas y pensamos que cualquier cosa les puede pasar”, dijo porque al igual que ella, su colega, otra mujer electa como concejal, sufre la misma suerte.
El acoso y violencia política que sufren las mujeres autoridades en los municipios del área rural, ellas lo describen como una telaraña que va engranando a cada familiar, bajo amenaza de aquellas otras autoridades cómplices y ciudadanos que apañan la corrupción.
“Van tejiendo como una telaraña las amenazas, pero no es solo a mi nomas, corren peligro nuestros padres de la tercera edad, panfletean sobre nuestra vidas como lo han hecho conmigo y mi hijo, denigrándome”, relató.
Los episodios contra ambas concejalas son innumerables, tanto así que una de ellas aseguró que “un día de testimonios no alcanzaría” para relatar los duros episodios que hasta ahora enfrenta. El objetivo es que renuncie a su cargo.
“Yo he visto y he palpado en carne propia la violencia y acoso; me ponen todo el día bajo el sol, sin almorzar hasta la noche, bajo presión, estamos todo un día bajo presión diciéndonos -la pregunta del pueblo es sencilla, van a retirar la denuncia ¿sí o no?- con eso nos presionan”, vertió.
Y la única salida que les dan es presentar sus renuncias, a tal punto que la marginan y no le comunican sobre las sesiones y menos de reuniones extraordinarias y ella tienen que “adivinar” cuándo y dónde es, que de paso trataran su caso para alejarla, haciendo uso de su mayoría.
“Y el Alcalde me dice si no quieres retirar la denuncia entonces que entren los suplentes y él instruye también a las autoridades de la Comunidad y utiliza su mayoría, que él ha hecho porque sabe sus faltas de los otros concejales y por ese lado les agarra. No nos avisan de la reuniones y sesiones ¿Acaso nosotras somos yatiris y miramos de la coca?”, contó.
Decepción, frustración, arrepentimiento y el impulso a no desistir es lo que refleja la autoridad municipal.
“A veces estoy bien decepcionada de la política porque teoría nomas es. No sé porque he entrado a este cargo (…) pero qué puedo hacer. Me vuelvo a parar y digo tengo que seguir, porque no les voy hacer quedar mal a las mujeres, sí o sí tengo que pararme firme y así brinde mi vida simplemente sigo para transparentar mi gestión”.
Con el testimonio de esta concejal de un municipio del área rural de La Paz, que es uno entre decenas de casos, el discurso del Gobierno central, del Órgano Legislativo, del Tribunal Supremo Electoral y de las organizaciones no gubernamentales (ONG) que hablan de más participación de la mujer en la vida pública, de paridad y alternancia, de equidad de género, solo queda en discurso porque el machismo y sistema patriarcal aún se impone en la sociedad boliviana.
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