Eran las 10:35 cuando el helicóptero que transportaba al presidente Evo Morales sobrevolaba La Higuera, lugar donde fue ejecutado hace 50 años el guerrillero Ernesto Che Guevara. En el sitio lo aguardaban al menos unas 1.000 personas, bolivianas y extranjeras, que a primeras horas del día habían llegado en buses y camiones.
Miraban con insistencia la aeronave mientras se cubrían el rostro con las manos. Un sol inclemente bañaba la mañana del escenario en el que un 8 de octubre de 1967 se ponía fin a la guerrilla del Che en Bolivia con la captura y posterior muerte de su protagonista. El helicóptero siguió su recorrido hasta un helipuerto que había instalado cerca de la quebrada del Churo.
El mandatario boliviano fue arrullado por los saludos y ‘selfies’ de los movimientos sociales y seguidores del desaparecido guerrillero. Según el canal estatal Bolivia TV, 20.000 personas, de nueve países, se dieron cita en Vallegrande. “Pucha madre, yo estaba pegadito a él, le di la mano y le manifesté que el Perú está con él”, dijo Santos Farel, un ciudadano peruano que llegó desde Lima la semana pasada solo para presenciar los actos.
El presidente Morales durante el recorrido de la Quebrada del Churo a La Higuera | Foto: Jorge Uechi
Evo empezó su peregrinación acompañado de dirigentes, entre ellos el cobista Rolando Borda, que casi queda afónico de gritar “Evo, Evo, Evo”. La caravana levantaba polvareda mientras recorría la sinuosa senda desde la quebrada del Churo hasta La Higuera. Evo de rato en rato se llevaba un pañuelo blanco a la cara para quitarse el sudor y el polvo. El trapo poco a poco fue cambiando de color.
“Estoy bien, tengo fuerzas”, dijo pocos metros antes de llegar a La Higuera. Era casi mediodía cuando ingresó al sitio histórico. Lo recibió una muchedumbre que vitoreaba su nombre y lo comparaba con el hombre, convertido en mito, que en vida comandó la revolución cubana y combatió en el Congo.
La prensa nacional y extranjera que cubría el acto por poco impide su ingreso a la plaza donde reposa un busto del guerrillero argentino-cubano y donde tenía que dejar una ofrenda floral. La seguridad del mandatario tuvo que poner orden para que pueda concluir la agenda programada.
Evo Morales en La Higuera, Vallegrande | Foto: Jorge Uechi
Tras la ofrenda floral y después de recobrar el aliento por la caminata de casi dos horas, el primer presidente de Bolivia y un grupo de dirigentes se perdieron en el interior del alojamiento comunal La Higuera. Se supo que allí almorzó antes de emprender marcha, esta vez ya no a pie sino en helicóptero, a Vallegrande donde tiene una cargada agenda de actividades, que incluye pasar la noche en un campamento internacionalista.
Mientras a La Higuera seguían llegando cientos de peregrinos con poleras en las que estaba dibujado el mundialmente conocido rostro del guerrillero, a 195 kilómetros de distancia (en la ciudad de Santa Cruz) los soldados que lo combatieron y ayudaron a su captura, que el paso de los años ha hecho que caminen despacio y que el pelo se les torne blanco, inauguraban el Mural de la Victoria en una plaza de la capital cruceña.
A la par, pero en la esfera digital, el ex presidente de Bolivia, Carlos Mesa Gisbert, escribía: "43 soldados de Bolivia murieron combatiendo en la guerrilla. Un estado que los olvida comete una gran injusticia. Mi homenaje a todos ellos" y recibía cientos de 'Me gusta'.
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