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01 mayo 2016
“Con la derrota del MAS el 21 de febrero, ha caído el mito de Evo”
Rebeca Delgado deja la política. Dice que se va para dedicarse a su familia y volver a la academia universitaria. Se va decepcionada del Movimiento Al Socialismo (MAS), al que perteneció durante varios años, pero no de la política.
Asambleísta constituyente, viceministra de Coordinación Gubernamental y presidenta de la Cámara de Diputados, la disidente y "librepensante” Rebeca Delgado cree en la renovación –"además de caras nuevas, necesitamos nuevas formas de hacer política- y en el despertar del poder ciudadano, que a su juicio determinará el panorama político de los próximos años.
En este sentido, sostiene que la derrota del MAS en el referendo del 21 de febrero marca "el final del mito que había construido el pueblo alrededor de Evo Morales”. Y eso, en su opinión, es "irreversible”, porque "el despertar ciudadano es irreversible”.
Deja la política, ¿por qué?
Porque yo creo que todo tiene sus tiempos y mi tiempo ahora es para fortalecer el liderazgo en mi casa y retomar una actividad que siempre me ha gustado que es la academia. Antes de entrar en la política era docente de varias universidades, pedí licencia y al final nunca pude volver. Ahora estoy volviendo no solamente como estudiante sino también para dictar cátedra. Entonces, creo que hay tiempos y nadie puede ejercer un liderazgo político si previamente no tiene liderazgo en su familia.
¿Muy decepcionada?
No, más bien yo creo que ha sido un gran proceso de aprendizaje; me siento bendecida, me siento una persona que ha podido aprender mucho, mucho más que en un doctorado. Yo creo que la experiencia es muy importante.
La primera gran experiencia para mí fue la Asamblea Constituyente; la segunda, el Órgano Ejecutivo, cuando fui viceministra de Coordinación Gubernamental; y la tercera ha sido la Cámara de Diputados, es decir los tres ámbitos institucionales que me han permitido tener una visión concreta de lo que puede hacerse en política y también de cómo se puede distorsionar la política si se pierden los objetivos centrales.
Usted es una de las disidentes del proceso de cambio. ¿Cuál es el punto de inflexión de esta disidencia y qué tanto ha influido en su alejamiento de la actividad política?
En realidad, el alejamiento de la política no es por un tema de desencanto, es más bien por darme un tiempo de renovación personal, de recuperar tiempos míos, porque siendo madre, hermana, hija y esposa a veces no logras equilibrar la responsabilidad familiar con las responsabilidades políticas y más en las circunstancias en que yo he vivido. Entonces, la decisión no tiene que ver con un desencanto, sino más bien con una decisión de renovación, de priorizar otras cosas y de probar que también puedo ejercer un liderazgo en mi familia y retomar la actividad académica.
Usted dice que no hay desencanto de la política, pero ¿sí del MAS?
Del MAS, sí. De la política, algo de que yo pueda decir: "me voy por esto…”, no, no es tanto así, aunque sí creo que se necesita una renovación en la forma de hacer política. Ya vendrán los actores que quieran involucrarse en eso. Pero sí hay, más que desencanto, la decepción de haber sido parte del inicio de un proceso de transformación política, económica y social, que fue la Asamblea Constituyente, y que después se salió del camino e incluso retrocedió. Ahí sí hay una gran decepción.
Alguien decía que las personas cambian con el poder, pero yo creo que en realidad, como dice José Mujica, el poder muestra a las personas tal y como son. Por eso es que digo que lo que se ha caído con la derrota del 21 de febrero, con la derrota del MAS y la victoria del pueblo, es el mito que había construido el pueblo alrededor de Evo Morales, y creo que eso ya es irreversible, ya no hay cómo recoger el mito. Todos teníamos el mito del proceso de transformación, de la justicia social, de que había que dar la vida por la revolución.
Después hemos visto que esto no es lo que habíamos pensado y que Evo no es el campesinito ingenuo, leal, que había tenido sus principios firmes, sino que es producto de todo lo anterior. Evo Morales está cerrando el ciclo de lo neoliberal, Evo Morales ha terminado siendo el pupilo de Gonzalo Sánchez de Lozada, no sólo reproduciendo el neoliberalismo, sino agravándolo. Evo Morales está utilizando al pueblo para hacer la misma política neoliberal que hemos combatido y no hemos cambiado.
Los políticos no suelen retirarse. ¿Qué diría usted a los políticos que siguen en carrera pese a que la ciudadanía les ha dicho no muchas veces?
Los que han estado siempre de candidatos han llegado a su tope y no creo que vayan más allá de eso. Alguien me decía: "Es que uno no se puede ir de la política, es que no te puedes salir”, como si uno hubiera entrado a la mafia, de donde no puedes salir, pero cuando uno tiene una visión muy clara de lo que se quiere en la vida, entras y sales con la misma decisión, la misma transparencia, con las manos limpias.
Por eso subrayo la importancia de la renovación política y de la forma de hacer política. Cuando se defienden intereses personales, económicos o cosas parecidas es cuando empiezan las rotaciones. Y eso lo vemos en muchos diputados y senadores de la oposición que ya han estado ahí y vuelven con otra sigla, están dando vueltas. Hay que dar oportunidad no solamente a las caras nuevas, sino también a las nuevas formas de hacer política. Por eso mismo no tiene sentido armar estructuras político-partidarias bajo los mismos cimientos de las actuales.
Usted dice que el resultado del 21 de febrero es irreversible, pero no parece que la renovación política esté en la lógica del MAS…
Lo que es irreversible es la movilización ciudadana o sea el despertar ciudadano. Yo había dicho que el referendo sobre los estatutos autonómicos era el primer tiempo y que el segundo iba a ser el referendo del 21 de febrero. Hay un despertar ciudadano. No ha sido precisamente en los medios de comunicación tradicionales sino en las redes sociales donde se ha manifestado, con gente de carne y hueso que decía: "no estamos de acuerdo con eso, estamos de acuerdo con esto”, y compartía información. Y todo esto ha generado un rechazo a la reforma de la Constitución. Entonces, yo creo que ese movimiento ciudadano es el que en definitiva va a determinar el panorama en relación con las elecciones de 2019. Por eso creo que es irreversible. El "proceso de cambio”, ese proceso que ha empezado con el Movimiento Al Socialismo, se ha truncado, se ha devaluado, especialmente en temas de moral y ética; o sea, es un proceso que ya no se puede rescatar, digan lo que digan, sea con amenazas, que los cocaleros amenazan a unos y a otros, sea con amenazas a las redes sociales, exista o no exista el hijo de la señora Gabriela Zapata. Y lo mismo pasa en relación con las otras fuerzas políticas. Hay un movimiento ciudadano con jóvenes y con personas que querían participar y que no tenían ninguna experiencia político-partidaria, que decían: "No, aquí está sucediendo algo extraño y no está bien, no es correcto y tenemos que reaccionar”.
Yo tengo la esperanza de que eso permita que en 2019 se tenga otra visión, otros líderes. Pero más allá de las personas, es importante trabajar en la formación de liderazgos, especialmente en el tema de la ética, la ética en la política, en la profesión, en la vida, porque si no hay eso, entonces ya no interesa quién venga, porque vamos a estar viviendo lo mismo. Por eso creo que en estos cuatro años que faltan hay que trabajar en algo que vaya más allá de la figura.
Usted que conoce al MAS por dentro, ¿cree que está preparado para la sucesión de Evo Morales?
No. Empieza la decadencia. Aquí no hay una segunda oportunidad, empieza más bien un proceso de resquebrajamiento, de división, hay mucha división interna, hay gente que ya ha visto dónde han llegado y lo que hay son dirigentes que están siguiendo las directrices de la cúpula, pero ya han tocado fondo, especialmente a causa de la corrupción, como la del Fondo Indígena. El Fondo ha tocado fondo.
¿Concentración o desesperación? Según algunos observadores, estamos viviendo un momento de tal concentración del poder que el Gobierno ya no se toma el trabajo de pensar las decisiones que toma; otros ven cierta desesperación, que les ha hecho perder el rumbo. ¿Qué opina al respecto?
Yo creo que han perdido legitimidad. Por eso insisto en que el 21 de febrero es irreversible. No creo que haya posibilidad de que el Gobierno pueda reencauzar las cosas. Lo que está sucediendo es algo que viene de manera casi natural porque lo que quieren es mantenerse en el poder a toda costa y saben que se van a mantener en el poder solamente por la fuerza o por el amedrentamiento.
La democracia se ha convertido para ellos en un chantaje político, chantaje económico, como la asfixia económica a los medios. Sabiendo que ya han perdido legitimidad, ¿qué más les queda? Seguir amenazando a la gente, porque si no lo hacen, nadie les oiría. No tienen autoridad moral, con un Vicepresidente que decía que era licenciado y resulta que no lo es. A Gabriela Zapata se la procesa por falsedad ideológica porque dijo que era abogada, pero resulta que al Vicepresidente, que figura en su carnet de identidad como licenciado, nadie lo procesa. Yo creo que hay abuso de poder.
Usted dice que el MAS no está preparado para la sucesión de Evo, ¿cómo ve a la oposición?
Yo creo que estamos en ese momento ante el desafío de dejar de ver entre blanco y negro, entre Evo Morales y los otros candidatos que siempre han perdido. Yo creo que Bolivia está ahora en la posibilidad de vivir el fortalecimiento de la participación ciudadana. Estoy viendo grupos de profesionales, jóvenes, que están discutiendo, hablando, y eso es realmente gratificante porque se está demostrando que la política no la hace solamente el político, sino que la política puede hacerla el ciudadano. Entonces yo creo que en 2019 puede haber algo distinto en la medida en que el movimiento ciudadano se fortalezca. Bolivia ha despertado definitivamente el 21 de febrero. La política no está en este momento exclusivamente en manos del oficialismo y la oposición, sino también en la de los ciudadanos.
"Lo único que hemos visto y oído son discursos contra el imperio y el capitalismo”
Rebeca Delgado dice que en los últimos 10 años se han registrado "avances significativos”, como la inclusión social y la estabilidad macroeconómica que ha permitido mejorar las condiciones de vida y superar la extrema pobreza. Pero que de ahí para adelante, como proceso, no ha habido ningún avance, sobre todo en la transformación económica. "Hemos terminado sólo con bonos”.
La exdiputada atribuye esta frustración del proceso a la falta de proyección ideológico-política firme. "Lo único que hemos visto y oído son discursos contra el imperio, contra el capitalismo, por el vivir bien”, se lamenta.
"Había un modelo de desarrollo en la Constitución, pero al momento de aplicarlo nos dimos cuenta de que el Gobierno era más capitalista que los propios capitalistas, que estamos viviendo en la mayor sociedad de consumo, que lo que estamos viviendo no tiene nada que ver con el vivir bien, sino con una política de desarrollo esencialmente extractivista”, subraya.
¿En qué momento empezó a truncarse el proceso?
"En el momento en que dejaron que una cúpula usurpe el proceso de cambio, que una cúpula tome decisiones sobre todo y que los dirigentes no digan nada. Si algún dirigente decía algo era considerado traidor, neoliberal o como un infiltrado de la CIA. Dejar el poder del pueblo en pocas manos hizo no solamente que el proceso cambie de rumbo, sino que retroceda”.
"Hay que recuperar la política como una cuestión de servicio”
"Más que un problema de izquierdas y derechas es un tema de recuperar la política como servicio”, dice Rebeca Delgado al analizar el retroceso de la izquierda en algunos países de América Latina, como Argentina, Brasil y Venezuela, y el desgaste del Gobierno boliviano. "Tiene que haber una convicción ideológica que parta básicamente de la noción de servicio, de lo que tiene que ser la política, y ahí tiene que haber un proceso de participación de la ciudadanía”, insiste.
En Bolivia, sostiene, no se puede hablar de izquierda o de derecha con un Gobierno que, en su opinión, es de "plena derecha”, porque fomenta el extractivismo y el capitalismo. "Estamos viviendo el mayor auge del capitalismo con la Ley de Minería y con la Ley de Incentivos a las empresas petroleras, que además está confiscando el 12% de los gobiernos locales”, argumenta.
Le llama la atención que haya argentinos y brasileños que salgan a la calle a defender a Cristina Fernández y Dilma Rousseff, involucradas en casos de corrupción.
"No sé si lo hacen por amenaza o por no perder privilegios”, dice, porque "los privilegios de antes se han convertido en los privilegios de otros y lo que no debemos permitir es que haya una nueva clase burguesa que trate de mantener el control del poder”.
"Por eso yo creo que, más que un tema de izquierdas y derechas, es una cuestión de recuperar la política como servicio y que el que tiene que entrar por cuatro o cinco años que entre para servir y luego irse”, concluye.
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