12 agosto 2013

Las ciudades intermedias cambiarán el mapa de desarrollo de Santa Cruz

El censo ha pintado un desarrollo cruceño que pasa más allá de la capital. La población ha comenzado a consolidar polos de desarrollo y ha descubierto nuevos nichos que deberán ser explotados por los que planifican el futuro del país y del departamento. Ciudades/municipios como Montero, Yapacaní, San Julián, San Ignacio de Velasco, Pailón, San José, Camiri o Charagua se postulan como cabeceras de regiones sobre las cuales proyectar un futuro.
Según Carlos Schlink, economista de la Gobernación de Santa Cruz, ya se los toma en cuenta. Asegura que en 2006 se hizo un levantamiento de las potencialidades de las provincias cruceñas para elaborar un plan de desarrollo y políticas de incentivo a la producción y construcción de infraestructura.

Ordena la planificación
Para el municipalista José Luis Santistevan, las nuevas ciudades intermedias deberán jugar un rol fundamental en las próximas décadas. Según las normas bolivianas, estas ciudades deben ser tomadas en cuenta dentro de los planes nacionales de desarrollo como pilares del desarrollo productivo.
Santistevan explica que estas deben convertirse en áreas articuladoras del desarrollo de una provincia, pero, además, en receptoras de inversión que impulsen ese salto. Santistevan menciona que se deben construir hospitales de segundo y tercer nivel en estas 17 urbes en ciernes y que se las debe dotar de servicios básicos para que de verdad se vuelvan polos de desarrollo y disminuyan la migración desde el campo hacia las capitales.
Por definición, este tipo de ciudades intermedias son, además, las que sientan la presencia del Estado en el territorio. A esto se suma infraestructuras comerciales, como bancos, concesionarias de empresas, ventas de insumos para la producción y servicios.
La socióloga Daniela Gaya añade que con estos centros los habitantes de las provincias se ven menos atraídos a mudarse a la gran ciudad y se evitan los males de esta, pero para que esto sea posible hay que mejorar la educación escolarizada y abrir facultades de la universidad para comenzar a descentralizar el departamento. Gaya, además, plantea un desafío: ir más allá de los centros periféricos clásicos, como Montero, San Ignacio de Velasco y San Julián, para aprovechar las potencialidades de otras regiones, como la generación de industrias, la minería o el comercio.

Usar la información
Si bien Bolivia ha pasado de 21 ciudades intermedias a 69 en solo una década, Santistevan espera que esta vez sí se utilicen los datos del censo para planificar el desarrollo. Explica que el desarrollo es una gestión concurrente entre los niveles nacionales, departamentales y locales, pero nunca la pirámide institucional ha coincidido en enfocarse en las ciudades intermedias como motores de desarrollo.
Schlink asegura que se tiene estudiadas a cada una de las potencialidades de estas zonas, que son las que aportan el 70% de la seguridad alimentaria del país y generan gran cantidad de divisas y empleos para toda Bolivia. Admite que es necesario potenciar estas regiones con inversión en tecnologías que mejoren el índice de producción. También hay que alentar la investigación en biotecnología y transgénicos para que aumenten la competitividad del productor boliviano, producir biocombustibles para bajar la dependencia externa y asegurar mercados internacionales en lugar de cerrarlos. Por lo pronto, con el cambio de la ley de bancos, Schlink es optimista en que aumentará la producción. Al fin y al cabo, en Santa Cruz se encuentra el 50% de los 30 millones de hectáreas aptas para la producción que tiene el país

CLAVES

Zona norte
Montero es la capital indiscutible. Articula una región productora con fuerte presencia de caña y de sembradíos de soya.

Cerca de Cochabamba
Yapacaní es un centro casi especializado en producción de arroz. Se han hecho inversiones en ganado lechero.

Problemas en los valles
Vallegrande tiene menos de 20.000 habitantes y los otros municipios de la provincia apenas superan los 2.000. Pese a ello, tienen buenas perspectivas de producción de papas y hortalizas.

La frontera aún espera
Por el momento, solo el comercio salva a Puerto Suárez y a Puerto Quijarro.

Varios ejes de progreso se encienden en el mapa
El crecimiento de dos ciudades tienen sorprendido a José Luis Santistevan. El municipalista nunca pensó que la brecha poblacional entre Warnes y Montero se hubiese achicado tanto y que ahora menos de 10.000 habitantes separen a la capital del norte de la ciudad aledaña a Santa Cruz de la Sierra. Tampoco imaginó que a Camiri le surja competencia desde Charagua, como el núcleo del Chaco cruceño ni que el municipio más extenso de Bolivia, la única autonomía indígena del departamento, haya crecido tanto en población.
Además de la presión del mercado inmobiliario, Warnes ha crecido gracias a su desarrollo industrial. Más de 70 fábricas y procesadoras se asientan en su jurisdicción, ha creado un distrito industrial y hay planes inmobiliarios dedicados a la industria.
Cerca de la frontera con Cochabamba, Yapacaní también se postula como un centro periférico con rostro colonizador.
Más lejos del eje central, las tierras bajas del este tienen dos capitales soyeras: Pailón y San Julián, que compiten en población. Pailón parece haber tomado ventaja en el sector industrial, ya que ha dispuesto tierras municipales para el asentamiento de empresas.
En Velasco, San Ignacio sigue siendo el gigante, pero de a poco cambia su vocación maderera por la de producción de carne para exportar. Un frigorífico y mucha inversión en genética y tecnologías de producción deberían darle un salto cualitativo en los próximos años. Su cercanía con Brasil, un mercado gigantesco, le dan ventaja.
Lo mismo sucede con Puerto Suárez y Quijarro, dos municipios que se quedaron por debajo de los 20.000, pero que se presentan como polos de de-sarrollo, por ahora, de intercambio comercial, mientras esperan que el Mutún deje de ser el futuro y se transforme en realidad industrial.

Claves

El desarrollo es con gestión

1. El aumento poblacional debe venir con infraestructura social. Se necesita construir hospitales y servicios básicos para mejorar la calidad de vida.
2. La educación es clave para consolidar estos polos. No solo a nivel básico, sino también universitarios.
3. Estas ciudades ayudan a descentralizar el Estado, a administrar mejor el territorio y a evitar que los grandes conglomerados sigan creciendo.
4. Se convierten en centros regionales de comercio, de provisión de insumo y de realización de trámites.

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