10 julio 2011

Felipe Quispe huanca El ‘Mallku’ y su Pachakuti FC

Décadas después, el hombre dirigía la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB). Tras su paso por la dirigencia, exactamente hace cinco años que el Mallku (como se bautizó a Quispe) dedica la mayor parte del tiempo a su equipo de fútbol: Club Deportivo Pachakuti.

Los campesinos, dice, son fuertes e inteligentes para el fútbol. “Somos veloces los aymaras, llamados despectivamente indios; nosotros en el pasado hemos tenido chasquis que corrían kilómetros y kilómetros. Nosotros somos hijos de chasquis”.

Pero en su equipo, que descendió de categoría este año, no está permitido correr y correr sin pensar. “Jugar fútbol es pensar rápido, ser inteligente. Es como en la vida, hay que pensar bien y hay que conocer al enemigo, y reconocernos entre nosotros mismos. Eso me impulsó mucho en mi forma de ser. Ahora yo preparo psicológicamente a mi equipo”.

En su idea, la vida misma puede resumirse en el fútbol. Por eso prefiere a Pelé en lugar de Diego Armando Maradona. “Es más de mi época, además es mejor que Maradona porque corría bien y hacía goles espectaculares. Además, era un hombre sano”.

En su juventud, el Mallku deseaba ser futbolista. Aprendió a patear con los dos pies e incluso hizo una prueba para integrarse al club 31 de Octubre. Por entonces, comenta, San José era un gran equipo y tenía un ídolo local: Vicente Quispe... “Mi apellido era bien cotizado entonces”.

El fútbol dejó en off side (fuera de juego) al Mallku. Luego, dedicó su vida a la política y cuando fue diputado pagaba, con su dieta parlamentaria, a los técnicos que él llevaba hasta el campo para entrenar a su club.

Hoy él cancela las tarjetas y el flete de la cancha del Kilómetro 7. “Un día vamos a ascender y vamos a jugar con Bolívar y Strongest, y vamos a ganar”, dice sentado en la entrada de la Asociación de Fútbol de La Paz.

Lejos de las canchas, el Mallku juega en desventaja. Es padre de siete hijos, tres varones y cuatro mujeres. Vive con uno de ellos, mientras que otro juega en su club y un tercero estudia en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), y una de ellas vive en Brasil. De las otras tiene vagas referencias.

Su esposa se encuentra enferma. “Está mal de los riñones y se hace hemodiálisis día por medio. La vida ya no es como antes, ahora hay días tristes”.

Enfundado en su eterna chamarra negra y con el sombrero oscuro, el exintegrante del Ejército Guerrillero Túpac Katari, pijcha coca mientras habla de él y de sus sueños.

Comenta que se acuesta a medianoche. “Aunque a veces me duermo a las nueve y me levanto a las tres, y leo hasta las seis. Tomo un desayuno y me voy a trabajar (agricultura)”. Su libro de cabecera es La revolución india, de Fausto Reinaga.

Anhela que un día un “indio de verdad” llegue a la Presidencia del país. “Estoy pensando en volver a candidatear. ¿Por qué no?”.

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