10 enero 2010

Figuras históricas en la Asamblea

El Deber


Rhina Aguirre, Jorge Medina y Jaime Estívariz consideran que recibir su credencial de asambleísta tiene un significado histórico para ellos y para la comunidad a la que pertenecen.
“Nací hace 70 años en Tarija y desde que tengo uso de razón vengo cuestionando la realidad”, manifiesta Rhina Aguirre, con voz firme y clara al recordar que su padre, un artesano joyero y relojero llamado Humberto Aguirre, fue quien le inculcó valores de solidaridad y respeto por el ser humano. Declara su admiración por la personalidad de Luis Espinal y señala que tiene una formación cristiana bastante sólida que incluso en sus años mozos la llevó a ingresar a la congregación de las Hijas de Santa Ana.
Sin embargo, su destino no era ser monja, sino casarse con un sociólogo que conoció en su vida de exilio en Ecuador, cuando salió del país durante la dictadura de García Meza, a principios de los ‘80.
Hace más de 25 años perdió la vista a causa de una toxoplasmosis, hecho que, según ella, no significó ningún impedimento para seguir adelante. Es madre de un hijo, socióloga de profesión y educadora popular. Desde que volvió a Bolivia luego del exilio se dedicó a trabajar en la Asamblea Permanente de Derechos Humanos.
En el campo de la política es considerada como una fanática de izquierda y ella no lo niega, asegura que hasta ahora no admite que “en el mundo hay gente que tenga pan con mantequilla hasta la saciedad y que otros no conozcan ni el pan ni la mantequilla”. Ahora es la primera senadora de Tarija por el MAS.
Cuando se conocieron los resultados de las elecciones del 6 de diciembre, la mayoría de los miembros de la comunidad afroboliviana celebraron la llegada de Jorge Medina a la Asamblea y para él, el hecho significa un importante logro después de 20 años de liderazgo en su pueblo.
Jorge Medina de 41 años y diputado por el MAS, describe su vida como la de un migrante dentro del propio país. “Comencé a estudiar en la escuelita del pueblo de Ocaña, en Yungas y salí bachiller en un colegio de Alto Beni, porque mis padres tuvieron que migrar hacia allí”, cuenta. Para lograr una profesión se fue a vivir a La Paz pero no obtuvo ningún título académico por falta de recursos económicos. “Cuando llegamos a La Paz, no teníamos a nadie, nadie sabía de nosotros ni de la saya, la gente se reía cuando salíamos a bailar a las calles”, recuerda.
Este hecho generó la necesidad de trabajar para hacernos “visibles” sostiene, pues hasta ahora en Bolivia el pueblo afroboliviano en la práctica no existe, ya que ni siquiera fue censado. Asegura que una de sus principales luchas será incluirlo en el censo de 2012 y trabajar para que miembros de esta comunidad tengan mejores condiciones de vida y dejen de estar ignorados por el resto del país. Hace dos décadas trabaja promocionando la cultura afroboliviana mediante la música y gestiona acciones para favorecer a su pueblo.

“Éste es un nuevo reto que me da la vida”
El nombre de Jaime Estívariz se hizo famoso con las movilizaciones de las personas con discapacidad. A los 47 años, asegura que ser diputado por el PPB-CN es un nuevo reto en su vida. Paceño de nacimiento, Estívariz cuenta que vive desde niño en Santa Cruz, donde salió bachiller. En 1993 cuando se dedicaba al comercio de vehículos sufrió un accidente que lo dejó parapléjico. Relata que su vida cambió radicalmente y que “comenzar de nuevo no fue nada fácil”, sin embargo, “gracias a la ayuda de Dios y a la necesidad de seguir apoyando a sus cuatro hijos”, se repuso. Hace diez años viene liderando a las personas con discapacidad y asegura que su situación en Bolivia “es muy difícil, pues no se les da las condiciones para salir adelante y mejorar su calidad de vida”. Ahora radicará en La Paz.

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