“Carajo no me puedo morir aquí”, fueron las seis palabras que Samuel Doria Media pensó que serían las últimas de su vida, el 21 de enero de 2005, mientras se ajustaba el cinturón de seguridad dentro de la avioneta que empezó a perder altura para estrellarse contra el suelo en el altiplano paceño. “No podía morirme ese día, porque tenía muchas cosas que hacer y después del secuestro… que me muera de esa manera… no lo podía aceptar”.
El piloto era un experto y aunque la nave quedó destrozada, los seis viajeros que tocaron tierra salieron de ella casi ilesos. Algunos años después, un fotógrafo del periódico La Razón que se encontraba dentro de ese vuelo y el piloto, perdieron la vida.
El primero por cáncer y el segundo en un accidente que ocurrió hace un mes.
Pero Samuel se curó de las fracturas de clavícula y pelvis y empezó a diseñar su campaña electoral para postularse como candidato presidencial, tras la renuncia del presidente Carlos Mesa y la convocatoria a adelanto de elecciones efectuada por su sucesor, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodríguez.
Ese fue un proceso que prácticamente mandó al cementerio a toda la clase política tradicional del país. “Yo no me voy, yo me quedo”, fue la decisión que lo llevó a disputar con Evo Morales la preferencia electoral en tres oportunidades.
Ese accidente fue la segunda vez en la que Doria Medina vio de cerca los ojos de la parca. En él pudo mirarla sólo por 10 segundos, a diferencia del lapso en el que fue secuestrado, dónde pasó 1.080 horas hablando con ella y pidiéndole que se marchara.
La noche del último día de octubre de 1996, soñó por primera vez con la muerte. Entre sus almohadas vio que, por un error que cometió, perdía la vida.
Vio que llegaba a su casa y que contrariamente a lo que hacía habitualmente, apagó todas las luces para después cerrar sus puertas, en completa oscuridad, cuando sintió la metálica y fría punta de una pistola sobre su nuca.
Noviembre empezó con la ansiedad provocada por ese sueño, que se hizo repetitiva al finalizar ese día mientras recorría el camino a casa desde el centro de la sede de gobierno hasta la zona de Achumani en el sur de la ciudad. Salió de la angustia de ese recuerdo cuando vio cómo se detuvo el auto que bajaba delante del suyo por el laberinto ondulante de las calles del parque de los monos y sintió el impacto del auto que viajaba detrás de él.
Encapuchados
Desde su auto atrapado y sin posibilidades de moverse, se dio cuenta que alrededor de 10 hombres encapuchados y fuertemente armados se acercaban a él.
Su chofer y jefe de seguridad, que medía más de 1,90, quiso oponer resistencia, pero los secuestradores lo sacaron por la ventana y a patadas lo metieron bajo el auto. Sacaron a Doria Medina, quien no quiso hacer las cosas mal como en su sueño y se dejó llevar para ingresar por completo en la pesadilla que se prolongó por 45 días.
Desde el 1 de noviembre, que fue la fecha del secuestro hasta el 4 de diciembre, que era el día en el que nació, por alguna extraña razón, el timbre sólo sonó dos veces. La primera vez fue a las 9:00 y la segunda a las 9:10 del día de su cumpleaños, despertándolo.
Esta inédita situación puso nerviosos a los secuestradores, que se asustaron y obligaron al empresario a echarse con la cara al suelo.
Era un vendedor de helados, el que provocó que cargaran un arma que pusieron sobre su sien… “yo hice mi última oración, porque todos pensaban que habían descubierto dónde yo estaba y que me iban a eliminar. Acepté la muerte, pero no podía resignarme. Hablé con Dios y le pedí más tiempo. Sólo quería que mi vida… valga la pena”.
Cuenta que miles de recuerdos pasaron por su mente, que en pocos segundos se quedó detenida sobre el sueño que tuvo la última noche de octubre de ese año y pensó que ese día despertaría.
No murió, porque casualmente el día de su cumpleaños, en el que coincidentemente el timbre lo despertó, volvió a nacer gracias a que ocurrieron otras cinco casualidades y a 1,4 millones de dólares, que facilitaron su liberación.
Los últimos días del secuestro sus captores, un grupo de peruanos miembros del Movimiento Revolucionario Tupaj Amaru (MRTA), no podían ponerse de acuerdo entre liberarlo o asesinarlo.
Uno de los líderes, Miguel Rendón, decía que debía servir como ejemplo para que en los próximos secuestros entreguen el “rescate” con más celeridad y otro quería recoger el dinero, entregarlo y volver a su país. La detención de Rendón en el Perú provocó que la segunda propuesta se ejecutara.
La cuarta coincidencia ocurrió en su casa, pues la persona que negoció durante los 45 días, Óscar Bonifaz, sólo hablaba con Rendón y de haber estado presente el día de la liberación, no habría confiado en la nueva voz del secuestrador que proponía hacer el cambio del dinero y la entrega del empresario.
No se encontraba porque tuvo un problema familiar y el nuevo responsable aceptó el trato propuesto.
La exigencia del MRTA era recibir el dinero ese día, lo que era muy complicado porque nadie tiene 1,4 millones de dólares en su casa, pero casualmente se venció un depósito a plazo fijo de su padre, que tenía una cantidad similar, debajo de su colchón. La sexta y séptima coincidencia ocurrieron cuando sus familiares despistaron a la Policía.
En espera del premio
Uno de sus sobrinos, por parquear mal y sin percatarse del hecho, trancó una patrulla policial evitando que los persiga, cuando iban a sacar el dinero y después una procesión despistó a los otros uniformados cuando se produjo el encuentro.
“Fue como una de esas máquinas en las que deben salir tres sietes para ganar el premio”, señala.
Ahora Samuel dice que nuevamente espera obtener los sietes, pero que lo lleven al Palacio de Gobierno, seguro de que en política hay que recorrer un camino muy largo, con paciencia.
Considera que del mismo modo en el que no hay nada más seguro de que la muerte algún día llegará para todos y nada más incierto que su hora, sostiene que uno decide el momento en el que va ingresar a la política, pero nunca, cuando saldrá de ella.
"Un accidente hizo que por segunda vez Samuel Doria Medina se enfrentarA a los designios de la Parca."
UN BEBÉ DE CINCO KILOS
El menor de siete hermanos
Nació el 4 de diciembre en una clínica de la avenida 20 de Octubre de la ciudad de La Paz, con un peso de 5 kilos y en un parto natural, mientras su padre aplastaba ratones toda la noche. Fue el último de siete hermanos y el único varón. Tiene a cinco hijos y asegura que el nacimiento de ellos fue lo más bonito de su vida.
Su padre no terminó el colegio pues la muerte de su abuelo tras la Guerra del Chaco lo obligó a trabajar desde los 15 años como boletero del cine Pale Concert de Oruro, administrativo de la Policía y después entró a la empresa Grace. Su obsesión fue el estudio y presionó al menor de sus hijos a hacer una maestría en Inglaterra. Samuel creció con dos blue jeans anuales comprados en la fábrica Fernández, donde eran más baratos.
Su vida política
Fue Ministro de Planeamiento, a los 32 años, en el gobierno del ex presidente Jaime Paz Zamora, en una época en la que desde ese cargo se dirigía el gabinete económico. Fue militante del MIR y estudió economía en la Universidad Católica Boliviana de La Paz dónde conoció a su esposa.
No se considera carismático, pues no le gusta la música, no sabe cantar ni bailar y tampoco es muy sonriente, pero asegura que su mayor virtud es la persistencia, que le ayudó a sacar adelante a su empresa de cemento Soboce, cuando sus abogados le recomendaban irse a Miami. También le ganó a MacDonalds con la Burger King en Bolivia.
Considera que los momentos más difíciles de su vida llegaron con las enfermedades de sus hijos, a quienes pone en orden contando. “Cuando ellos hacen algo mal yo grito, uno… dos… pero nunca llego a contar tres porque ellos resuelven todo muy rápido”.
Sus actividades políticas y económicas afectaron su paternidad, pues su albañil, el maestro Kantuta, fue quien le enseñó a su hija mayor a manejar bicicleta. Después del secuestro puso en primer lugar a su familia y ahora todos los días almuerza después de las 15:00 que es la hora en la que los más pequeños de su casa vuelven del colegio.
"Cuando me preguntaron cuál fue el más complicado yo dije que la caída en el avión son entre 10 y 20 segundos"
LA FAMILIA HABLA DEL CANDIDATO
“Mis hijos fueron llegando”
“Conocí a Samuel cuando estudiábamos economía. Yo confiaba mucho en mi memoria y no anotaba las tareas, pero era buena alumna. Un día llegue a la universidad con la duda respecto a una tarea y mis amigos no la recordaban, pero me dijeron que le pregunte a un chico, que era muy estudioso, le consulté y él me dijo que sí, había tarea. En la UCB los docentes nos decían aquí las mujeres vienen a estudiar y no a buscar marido.
Yo me sentaba atrás y éramos 150 alumnos. El docente nos dijo, voy a recoger la tarea y yo le pedí a Samuel que me preste su tarea, él me miró y me dijo: No. Al terminar la clase me dijo que estudiemos juntos y nos hicimos amigos, comenzamos a salir y empezamos a ser novios un 28 de mayo. Me tomó la mano y me besó. Enamoramos muchos años, desde el 77. Él se fue a Inglaterra a hacer su maestría y yo me fui para casarme con él, porque coincidíamos en cuanto a nuestra percepción de la vida y en la universidad hacíamos política, los dos.
Nuestros testigos fueron un amigo colombiano y una turista italiana a la que no conocíamos.
Nibia Monje | Esposa de Samuel
“Estaba mal del estómago”
“Lo vi en la clínica echado y mi mamá me decía que se había enfermado del estómago. Yo no entendía nada.
Un día estábamos subiendo de río Abajo con uno de mis amigos y mis dos papás, entonces mi amigo dice, Samuel ¿cómo estas? ¿cómo ha sido tu caída del avión?. Yo le dije, ¿dónde has visto eso?, él respondió, en las noticias. Yo le dije, no, las noticias son mentira, te mienten, no tienes que ver noticias. Mi papá se quedó callado y después, como una semana después, me ha dicho que se ha caído el avión. Me he asustado, pero mi papá estaba ahí y estaba bien. Yo he pensado que fue mejor que no me dijeran la verdad cuando ocurrió, porque me hubiera asustado muchísimo.
Me gusta ser el más chiquito porque estoy feliz en mi casa siempre, pero todos mis hermanos me molestan a mí. A mi papá le cuesta mostrar sus sentimientos, pero lo hace. Cuando estamos con él me cuenta chistes y reímos, jugamos mucho ajedrez y cartas. Íbamos a manejar bici, al cine y a trotar al velódromo, ahora ya no vamos tan seguido como antes, pero viajamos juntos en las vacaciones”.
Ezequiel Doria Medina | Hijo
El piloto era un experto y aunque la nave quedó destrozada, los seis viajeros que tocaron tierra salieron de ella casi ilesos. Algunos años después, un fotógrafo del periódico La Razón que se encontraba dentro de ese vuelo y el piloto, perdieron la vida.
El primero por cáncer y el segundo en un accidente que ocurrió hace un mes.
Pero Samuel se curó de las fracturas de clavícula y pelvis y empezó a diseñar su campaña electoral para postularse como candidato presidencial, tras la renuncia del presidente Carlos Mesa y la convocatoria a adelanto de elecciones efectuada por su sucesor, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodríguez.
Ese fue un proceso que prácticamente mandó al cementerio a toda la clase política tradicional del país. “Yo no me voy, yo me quedo”, fue la decisión que lo llevó a disputar con Evo Morales la preferencia electoral en tres oportunidades.
Ese accidente fue la segunda vez en la que Doria Medina vio de cerca los ojos de la parca. En él pudo mirarla sólo por 10 segundos, a diferencia del lapso en el que fue secuestrado, dónde pasó 1.080 horas hablando con ella y pidiéndole que se marchara.
La noche del último día de octubre de 1996, soñó por primera vez con la muerte. Entre sus almohadas vio que, por un error que cometió, perdía la vida.
Vio que llegaba a su casa y que contrariamente a lo que hacía habitualmente, apagó todas las luces para después cerrar sus puertas, en completa oscuridad, cuando sintió la metálica y fría punta de una pistola sobre su nuca.
Noviembre empezó con la ansiedad provocada por ese sueño, que se hizo repetitiva al finalizar ese día mientras recorría el camino a casa desde el centro de la sede de gobierno hasta la zona de Achumani en el sur de la ciudad. Salió de la angustia de ese recuerdo cuando vio cómo se detuvo el auto que bajaba delante del suyo por el laberinto ondulante de las calles del parque de los monos y sintió el impacto del auto que viajaba detrás de él.
Encapuchados
Desde su auto atrapado y sin posibilidades de moverse, se dio cuenta que alrededor de 10 hombres encapuchados y fuertemente armados se acercaban a él.
Su chofer y jefe de seguridad, que medía más de 1,90, quiso oponer resistencia, pero los secuestradores lo sacaron por la ventana y a patadas lo metieron bajo el auto. Sacaron a Doria Medina, quien no quiso hacer las cosas mal como en su sueño y se dejó llevar para ingresar por completo en la pesadilla que se prolongó por 45 días.
Desde el 1 de noviembre, que fue la fecha del secuestro hasta el 4 de diciembre, que era el día en el que nació, por alguna extraña razón, el timbre sólo sonó dos veces. La primera vez fue a las 9:00 y la segunda a las 9:10 del día de su cumpleaños, despertándolo.
Esta inédita situación puso nerviosos a los secuestradores, que se asustaron y obligaron al empresario a echarse con la cara al suelo.
Era un vendedor de helados, el que provocó que cargaran un arma que pusieron sobre su sien… “yo hice mi última oración, porque todos pensaban que habían descubierto dónde yo estaba y que me iban a eliminar. Acepté la muerte, pero no podía resignarme. Hablé con Dios y le pedí más tiempo. Sólo quería que mi vida… valga la pena”.
Cuenta que miles de recuerdos pasaron por su mente, que en pocos segundos se quedó detenida sobre el sueño que tuvo la última noche de octubre de ese año y pensó que ese día despertaría.
No murió, porque casualmente el día de su cumpleaños, en el que coincidentemente el timbre lo despertó, volvió a nacer gracias a que ocurrieron otras cinco casualidades y a 1,4 millones de dólares, que facilitaron su liberación.
Los últimos días del secuestro sus captores, un grupo de peruanos miembros del Movimiento Revolucionario Tupaj Amaru (MRTA), no podían ponerse de acuerdo entre liberarlo o asesinarlo.
Uno de los líderes, Miguel Rendón, decía que debía servir como ejemplo para que en los próximos secuestros entreguen el “rescate” con más celeridad y otro quería recoger el dinero, entregarlo y volver a su país. La detención de Rendón en el Perú provocó que la segunda propuesta se ejecutara.
La cuarta coincidencia ocurrió en su casa, pues la persona que negoció durante los 45 días, Óscar Bonifaz, sólo hablaba con Rendón y de haber estado presente el día de la liberación, no habría confiado en la nueva voz del secuestrador que proponía hacer el cambio del dinero y la entrega del empresario.
No se encontraba porque tuvo un problema familiar y el nuevo responsable aceptó el trato propuesto.
La exigencia del MRTA era recibir el dinero ese día, lo que era muy complicado porque nadie tiene 1,4 millones de dólares en su casa, pero casualmente se venció un depósito a plazo fijo de su padre, que tenía una cantidad similar, debajo de su colchón. La sexta y séptima coincidencia ocurrieron cuando sus familiares despistaron a la Policía.
En espera del premio
Uno de sus sobrinos, por parquear mal y sin percatarse del hecho, trancó una patrulla policial evitando que los persiga, cuando iban a sacar el dinero y después una procesión despistó a los otros uniformados cuando se produjo el encuentro.
“Fue como una de esas máquinas en las que deben salir tres sietes para ganar el premio”, señala.
Ahora Samuel dice que nuevamente espera obtener los sietes, pero que lo lleven al Palacio de Gobierno, seguro de que en política hay que recorrer un camino muy largo, con paciencia.
Considera que del mismo modo en el que no hay nada más seguro de que la muerte algún día llegará para todos y nada más incierto que su hora, sostiene que uno decide el momento en el que va ingresar a la política, pero nunca, cuando saldrá de ella.
"Un accidente hizo que por segunda vez Samuel Doria Medina se enfrentarA a los designios de la Parca."
UN BEBÉ DE CINCO KILOS
El menor de siete hermanos
Nació el 4 de diciembre en una clínica de la avenida 20 de Octubre de la ciudad de La Paz, con un peso de 5 kilos y en un parto natural, mientras su padre aplastaba ratones toda la noche. Fue el último de siete hermanos y el único varón. Tiene a cinco hijos y asegura que el nacimiento de ellos fue lo más bonito de su vida.
Su padre no terminó el colegio pues la muerte de su abuelo tras la Guerra del Chaco lo obligó a trabajar desde los 15 años como boletero del cine Pale Concert de Oruro, administrativo de la Policía y después entró a la empresa Grace. Su obsesión fue el estudio y presionó al menor de sus hijos a hacer una maestría en Inglaterra. Samuel creció con dos blue jeans anuales comprados en la fábrica Fernández, donde eran más baratos.
Su vida política
Fue Ministro de Planeamiento, a los 32 años, en el gobierno del ex presidente Jaime Paz Zamora, en una época en la que desde ese cargo se dirigía el gabinete económico. Fue militante del MIR y estudió economía en la Universidad Católica Boliviana de La Paz dónde conoció a su esposa.
No se considera carismático, pues no le gusta la música, no sabe cantar ni bailar y tampoco es muy sonriente, pero asegura que su mayor virtud es la persistencia, que le ayudó a sacar adelante a su empresa de cemento Soboce, cuando sus abogados le recomendaban irse a Miami. También le ganó a MacDonalds con la Burger King en Bolivia.
Considera que los momentos más difíciles de su vida llegaron con las enfermedades de sus hijos, a quienes pone en orden contando. “Cuando ellos hacen algo mal yo grito, uno… dos… pero nunca llego a contar tres porque ellos resuelven todo muy rápido”.
Sus actividades políticas y económicas afectaron su paternidad, pues su albañil, el maestro Kantuta, fue quien le enseñó a su hija mayor a manejar bicicleta. Después del secuestro puso en primer lugar a su familia y ahora todos los días almuerza después de las 15:00 que es la hora en la que los más pequeños de su casa vuelven del colegio.
"Cuando me preguntaron cuál fue el más complicado yo dije que la caída en el avión son entre 10 y 20 segundos"
LA FAMILIA HABLA DEL CANDIDATO
“Mis hijos fueron llegando”
“Conocí a Samuel cuando estudiábamos economía. Yo confiaba mucho en mi memoria y no anotaba las tareas, pero era buena alumna. Un día llegue a la universidad con la duda respecto a una tarea y mis amigos no la recordaban, pero me dijeron que le pregunte a un chico, que era muy estudioso, le consulté y él me dijo que sí, había tarea. En la UCB los docentes nos decían aquí las mujeres vienen a estudiar y no a buscar marido.
Yo me sentaba atrás y éramos 150 alumnos. El docente nos dijo, voy a recoger la tarea y yo le pedí a Samuel que me preste su tarea, él me miró y me dijo: No. Al terminar la clase me dijo que estudiemos juntos y nos hicimos amigos, comenzamos a salir y empezamos a ser novios un 28 de mayo. Me tomó la mano y me besó. Enamoramos muchos años, desde el 77. Él se fue a Inglaterra a hacer su maestría y yo me fui para casarme con él, porque coincidíamos en cuanto a nuestra percepción de la vida y en la universidad hacíamos política, los dos.
Nuestros testigos fueron un amigo colombiano y una turista italiana a la que no conocíamos.
Nibia Monje | Esposa de Samuel
“Estaba mal del estómago”
“Lo vi en la clínica echado y mi mamá me decía que se había enfermado del estómago. Yo no entendía nada.
Un día estábamos subiendo de río Abajo con uno de mis amigos y mis dos papás, entonces mi amigo dice, Samuel ¿cómo estas? ¿cómo ha sido tu caída del avión?. Yo le dije, ¿dónde has visto eso?, él respondió, en las noticias. Yo le dije, no, las noticias son mentira, te mienten, no tienes que ver noticias. Mi papá se quedó callado y después, como una semana después, me ha dicho que se ha caído el avión. Me he asustado, pero mi papá estaba ahí y estaba bien. Yo he pensado que fue mejor que no me dijeran la verdad cuando ocurrió, porque me hubiera asustado muchísimo.
Me gusta ser el más chiquito porque estoy feliz en mi casa siempre, pero todos mis hermanos me molestan a mí. A mi papá le cuesta mostrar sus sentimientos, pero lo hace. Cuando estamos con él me cuenta chistes y reímos, jugamos mucho ajedrez y cartas. Íbamos a manejar bici, al cine y a trotar al velódromo, ahora ya no vamos tan seguido como antes, pero viajamos juntos en las vacaciones”.
Ezequiel Doria Medina | Hijo
No hay comentarios:
Publicar un comentario