Seguro de la victoria. El vicepresidente Álvaro García Linera, acompañante de Evo Morales Ayma para las elecciones de diciembre por el Movimiento Al Socialismo (MAS), evalúa lo realizado durante su mandato de casi cuatro años y explica las líneas directrices de sus planes en los campos político, económico, de seguridad ciudadana, de la coca y del narcotráfico, y de las relaciones internacionales con Chile y Estados Unidos.
—Se puede decir que 2010 será el año de la nueva Constitución, porque empezará a ser aplicada…
—Sí. La Constitución establece y exige el desarrollo de al menos cien leyes, y ésa es ya una agenda muy grande para la nueva Asamblea Plurinacional. Hay una serie de leyes urgentes que involucran a la arquitectura institucional del nuevo Estado, las del Poder Judicial y de la estructura autonómica del Estado, que darán lugar a otro tipo de eventos electorales, institucionales y normativos. Luego están las otras leyes, y ahí la decisión que se tomó con el Presidente es trabajar de manera consensuada. Ésa va a ser la línea, independientemente de la mayoría o los dos tercios que intentamos en el Congreso, habrá una convocatoria permanente a las minorías políticas congresales y las fuerzas políticas y sectores sociales involucrados en las temática para definir estas leyes.
—Pero los dos tercios en el Senado es una de las metas del presidente Evo Morales.
—Con dos tercios o sin ellos, vamos a convocar a las minorías, que deben entender que hay una mayoría histórica, electoral, política, que tiene que llevar adelante sus propuestas. Si no conseguimos los dos tercios, buscaremos diálogo. Lo importante es la consolidación de una mayoría nacional popular histórica. El tema de los dos tercios lo veo como más técnico, más que de contenido y de sustancia.
—Lo que muestran las encuestas, entre ellas las de Equipos Mori para el Grupo Líder, es que la “media luna” sigue vigente, que el Gobierno no puede ganar en Pando, Beni y Santa Cruz.
—Lo que muestran las encuestas es que no ganamos en Pando y en Santa Cruz, y estamos esforzándonos por lograr allí la victoria. En nuestras encuestas de entre septiembre y octubre, hemos ascendido siete puntos en Santa Cruz. Y con nuestra encuesta de noviembre, esperamos convertir ese 37 por ciento en Santa Cruz en un 45 por ciento o más, lo que nos convertiría en la primera fuerza política de esa región.
—El Gobierno dijo que, si no logra dos tercios en el Senado, continuará la violencia política.
—En nuestras encuestas, que tienen sus límites, nos faltaría un senador para los dos tercios. Estamos luchando por ese “senador de oro”.
—¿Cuál es el calendario que impulsará el oficialismo para la aplicación de las autonomías?
—Tenemos que construir un Estado compuesto, con varios niveles de toma de decisión, de legislación. Vamos a tener cinco niveles parlamentarios: la Asamblea Plurinacional, los parlamentos departamentales y municipales, y las asambleas autonómicas indígenas y las regionales. Esto requiere un trabajo de relojería suiza para ver que engranen y haya satisfacción. En el ámbito financiero no nos sentimos preocupados, porque en estos años hemos avanzado un gran proceso de desconcentración territorial de los recursos económicos. De la inversión pública, el Gobierno central administra poco más del 45 por ciento, y el resto ya está desconcentrado en prefecturas y municipios. No va a ser traumático este tema, pero sí lo será la desconcentración de niveles de decisión. La Asamblea Plurinacional tendrá que entender que en ciertas cosas las prefecturas o departamentos toman decisiones.
—¿Desde cuándo se aplicará la autonomía?
—Desde que cuatro regiones (Beni, Pando, Tarija y Santa Cruz) elijan en abril a sus gobernadores y tengan su asamblea departamental. Después de abril, se posesionará estos cargos en dos meses, y desde ese momento se construirá esta nueva etapa en la vida republicana de nuestro Estado.
—¿Cómo devolver seguridad jurídica a los bolivianos, porque la Corte Suprema y el Tribunal Constitucional están sin quórum y “descabezados”?
—Seguridad jurídica la hay. En lo que hay problemas es en los ámbitos de apelación judicial. Pero eso no significa que no hay una estructura de Estado de derecho. Hemos vivido por mucho tiempo en democracia sin Tribunal Constitucional y a nadie se le ocurrió decir entonces que no había Estado de derecho. Pero falta coronar ello con el Tribunal Constitucional Plurinacional y mejorar el mecanismo de control interno del Consejo de la Judicatura, que tendrá otro nombre. Por eso decía que una de las primeras leyes a aprobar por la Asamblea Legislativa tiene que ver con la justicia.
Pero lo más importante en la justicia es una renovación interna que permita que la presencia de los buenos jueces y fiscales se consolide. Esto requiere una revolución judicial que haga sentir al ciudadano que está protegido por la justicia. Eso hay que cambiarlo con leyes, con procedimientos, actitudes. No sé cuánto tardaremos, uno o cinco años, los que sean necesarios, pero necesitamos que el ciudadano, cuando vea un juez o un abogado, no se sienta que va a ser esquilmado, sino que lo van a proteger. Justicia rápida, eficiente, equilibrada, protectiva. Eso requiere una reforma moral e intelectual dentro de la justicia.
—La descolonización ha sido una de las banderas del Gobierno de Evo Morales, ¿cuáles son los siguientes pasos en este aspecto?
—El siglo XXI va a estar marcado por este proceso de descolonización como gran hecho definitorio de la historia del Estado boliviano. El gran paso se dio con la elección del primer Presidente indígena y con este proceso de indianización del Estado. De tal manera que un Estado que antes había estado reducido eminentemente a minorías mestizas ahora es un Estado compuesto; están los mestizos, los indígenas, los trabajadores, los profesionales, pero el sujeto histórico que antes había estado excluido se incorpora, sin botar al resto, sino simplemente ampliándose la base del Estado. Descolonizar significa democratizar.
Pero no basta. Eso hay que institucionalizar y pasar a la transformación de los hábitos y de los comportamientos de los ciudadanos. Institucionalizar implica grandes reformas en los campos educativo y administrativo del Estado. El uso de los idiomas indígenas en las escuelas y las universidades, en las publicaciones y debates estatales. El uso y el aprendizaje del idioma indígena en el campo de la administración del Estado: usted y yo tenemos que aprender un idioma indígena, no para mañana, pero estamos obligados; y si es posible un idioma extranjero para movernos en tres niveles, con el mundo, entre bolivianos y con la identidad cultural local: en Santa Cruz, con el guaraní; en Cochabamba, con el quechua; en La Paz, con el aymara, lo que permita un enriquecimiento intercultural para construir el Estado descolonizado.
Y el otro ámbito es el cambio de los hábitos. Eso es mucho más difícil. Las actitudes racistas, discriminatorias, devaluantes contra lo indígena. Eso va a tardar. Cambiar el alma de las personas es más difícil que cambiar una ley o crear un nuevo ministerio. Eso tarda años o décadas.
REVOLUCIÓN ECONÓMICA
—Sectores empresariales han criticado que el Gobierno se ha preocupado más en el política que en la economía, ¿qué se puede esperar de Bolivia en esta área desde 2010?
—Decir que se ha hecho política y no economía es falso. Mi hipótesis es que los cambios económicos han sido más profundos que los políticos. Si no, no estaría consolidada esta victoria popular. Nombro algunos cambios económicos y luego resultados positivos. Cuando el Estado pasa de controlar del 13 al 27 por ciento de la economía del país, no es poca cosa. Cuando un Estado débil logra eso en tres años, es una revolución económica. Cuando un Estado maneja un presupuesto de 8.000 millones de dólares en 2005 a 19.000 millones en 2009, eso implica grandes cambios. Los flujos de la economía se han modificado, antes el poder estaba concentrado en empresas extranjeras que externalizaban los recursos, ahora hay un poder del Estado que internaliza los excedentes. Es el cambio más importante en 180 años y en tan corto tiempo. En tres años hemos dado un salto gigantesco que coloca al Estado como un poder económico de primera. Nada ahora puede desarrollarse económicamente sin la presencia del Estado.
En su periódico se publicó un artículo sobre tierras. Silencioso, imperceptible, pero está el dato. Sin escándalo, con algunas rencillas por aquí y por allá, la estructura agraria ha cambiado en estos tres años, en términos de presencia del Estado, del papel de las tierras comunitarias, de la pequeña y mediana propiedad, frente a cómo era en los años 90; es otra gran revolución económica.
La estructura del Estado y, por lo tanto, la estructura de las clases sociales en Bolivia se ha modificado más rápidamente que la estructura política. La actividad económica fue más radical en cambios y más silenciosa. Nos permitió avanzar que la oposición se estaba preocupando más por el ámbito político y la bulla mediática. Y eso no es altos precios internacionales o “piloto automático”, cambiar la estructura de poder de la riqueza es decisión política. Con precios internacionales altos y una economía que externalizaba su excedente, para el pueblo no habría quedado nada. La clave fue precios altos y excedente internalizado. Y así la riqueza ha comenzado a redistribuirse rápidamente, dando lugar a este boom económico.
Segundo gran cambio económico importante: pasar de una mirada de exportar o morir a una de mercado interno y exportación. Ojo izquierdo y ojo derecho. El nacionalismo revolucionario miraba con el ojo izquierdo: todo al mercado interno. Entraron los neoliberales, taparon el ojo izquierdo y miraron sólo con el derecho: todo para afuera. Nosotros hemos abierto los dos ojos, mercado interno primero. El año pasado, del crecimiento del 6 por ciento, el 3 por ciento se debe al mercado interno. Y en este año, más de la mitad del crecimiento proviene también de este mercado. Nos van a criticar de hacer mala economía, cuando los neoliberales jamás pasaron de 2.500 millones de dólares en exportación. Nosotros hemos exportado 6.800 o 6.700 millones de dólares a los mercados externos, todo tipo de productos.
¿Por qué somos el país que va a crecer más en el continente latinoamericano en este año? Porque no nos hemos confiado solamente al mercado externo ni al interno, hemos combinado los dos, y simultáneamente introdujimos dinero en el mercado interno, mejoramos la demanda interna con los bonos. Es así como cayeron los precios, y nos decían que Bolivia va a ser arrastrada por la crisis mundial. Y no fue así porque hay un mercado interno que ha sostenido el crecimiento, y también por el desarrollo de la producción nacional agrícola con la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa).
Entonces superávit, un control fiscal importante, mantener el precio del dólar. Pedían que subamos y bajemos el precio del dólar, moviéndonos como en la montaña rusa. Mantuvimos la estabilidad y después de un año nos dicen que fue correcto mantener el cambio de esta moneda. Ésas son decisiones políticas, no son regalos de los mercados internacionales. Fijarse en el mercado interno, aprovechar exportaciones, controlar el precio del dólar, mantener una disciplina fiscal para no generar déficit, potenciar y diversificar las exportaciones son decisiones económicas muy importantes que han dado a Bolivia en estos tres años el periodo de mayor expansión económica desde hace medio siglo.
—¿Cuáles son los cálculos del crecimiento de la economía para el siguiente año?
—Al menos 4 y 4,5 por ciento, a la espera que haya reactivación de los mercados internacionales. Estamos considerando un precio del barril de petróleo más o menos moderado, 60 dólares, ahora está entre 79 y 80. Si mejora el precio y hay un aceleramiento de las inversiones en nuestros megacampos gasíferos, este crecimiento económico puede llegar tranquilamente al 5 por ciento o 6 por ciento.
—Esto dependerá de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), una de las entidades públicas con menor inversión en este último año, ¿cómo van a garantizar que la estatal dé mejores resultados?
—Desde que vimos problemas en YPFB, desde el Palacio de Gobierno con el Presidente, hemos tomado decisiones para que no se repitan los errores, ni la corrupción, ni los retrasos en la inversión en esta empresa. Hemos trabajado con la gente de YPFB su plan de inversiones, lo hemos corregido porque era modesto y querían hacer las cosas en cuatro y cinco años. Hemos reducido las inversiones de cinco a dos años, ya veremos de dónde conseguimos el dinero. Ellos tienen que invertir; el gran reto para YPFB ahora es consolidar la primera etapa de la nacionalización y pasar a la industrialización…
—Es una promesa incumplida, usted incluso dijo que 2008 iba a ser el año de la industrialización del gas, pero no pasó nada hasta ahora…
—Los cambios en YPFB nos han perjudicado mucho. El último hecho de corrupción (de Santos Ramírez) nos ha paralizado. El cambio de un presidente paraliza todo un equipo, tres a seis meses por lo menos. Pero viendo en perspectiva histórica, esta primera gestión de tres años y medio ha sido la primera etapa de la nacionalización, que significa la consolidación del control, propiedad y gestión por parte del Estado, de la principal riqueza estratégica del país. Hacia delante, en los próximos cinco años, industrialización, que sería la segunda etapa, con inversiones muy fuertes y contundentes.
No solamente en los megacampos que nos tienen que dar más gas, sino fundamentalmente en dos plantas separadoras de líquidos, de úrea y de amonio; una planta de GTL, conversión de gas a líquido; una nueva refinería y la planta de Petrocasas. Y si se consiguen nuevos recursos, avanzar en una petroquímica. Tenemos cinco proyectos de industrialización que gradualmente se van a ir mostrando entre 2010 y 2013, cuando tienen que estar en marcha. Pero complementariamente, esta segunda etapa de la nacionalización viene con el tema de redes domiciliarias. Estaba viendo las inversiones de YPFB por año, por departamento: 15 a 20 millones de dólares. Y vamos a invertir si es posible 40 millones de dólares. A YPFB le dijimos este año: cuánto vas a invertir, 40 millones, invierta 200. La empresa no tenía capacidad, y ni siquiera tenían capacidad las compañías que abastecen de los ductos, no tenían ni la gente capacitada para ello. Hemos pedido a la gente de YPFB que la inversión en redes domiciliarias para el año que viene se duplique.
—¿Cuál es la meta gubernamental en este rubro interno para la siguiente gestión?
—Abarcar ciudades grandes e intermedias, el gas tiene que llegar a cada casa, hay dinero. Si puede faltar algo es tubos y gente capacitada. Quisiéramos pasar de entre seis y siete millones de metros cúbicos de gas diarios, a 14 y 15 millones; el mercado interno tiene que ser una gran fuente de consumo. Consumimos seis millones de metros cúbicos al día y exportamos 36 millones. No está bien, consumamos 15 millones y exportemos 50 millones diarios. El gas tiene que llegar a la familia boliviana.
—Pero en el mercado externo del gas se ha anotado un nuevo competidor, que es Chile…
—Es normal que todos los países busquen fuentes alternativas. Ningún país se aferra a un solo proveedor de gas. El que Argentina o Brasil hayan buscado otras fuentes no es por malas políticas, son decisiones obvias de cualquier buen gobernante. Y en esas fuentes alternativas no cabe duda que, por su posición geoestratégica, Bolivia sigue siendo por mucho el mejor y más barato proveedor de gas. Podrán traer LNG desde Trinidad y Tobago, pero ese LNG (gas natural licuado) que va a llegar a Chile, a la Argentina, va a valer entre 11 y 12 dólares el millón de metros cúbicos, y nosotros lo estamos ofertando a entre 5 y 6 dólares. Está claro que somos la fuente de gas más segura y además más económica para los países que nos rodean.
Los mercados internacionales no se quejan de Bolivia porque somos incumplidos, nunca hemos dejado de exportar las cantidades de gas solicitadas. Pero ellos buscan fuentes complementarias, incluso lo usan para obligarnos en la negociación a que rebajemos precios. Son las estratagemas de cualquier negociador, y eso uno no tiene que verlo como escándalo, más bien asumirlo como parte de la construcción de acuerdos comerciales entre Estados. Pero estamos confiados, seguros de que mantendremos un buen nivel exportación y buscamos otros mercados: está el de Brasil, el de Argentina, donde queremos pasar rápidamente de proveer seis millones de metros cúbicos por día a 13, luego a 21 y a los 27 que requiere Argentina; eso está en el contrato y estamos viendo cláusulas modificatorias para cambiar plazos, pero los volúmenes seguirán siendo los mismos. Y vemos a otros consumidores, como Uruguay, Paraguay, y termoeléctricas para nuestro gas, hay que vender energía eléctrica.
En el plan que se ha pedido a Yacimientos Petrolíferos y que ha sido aprobado en el Palacio vamos a expandir rápidamente las inversiones en los megacampos de gas para pasar de los 40 millones de metros cúbicos por día a 42, a 60, a 70 en dos o tres años, y hasta 2018 llegar casi a los cien millones de metros cúbicos por día. Pero hasta 2013 tenemos que pasar de 40 millones.
EL LARGO CAMINO HACIA EL MAR
—La seguridad ciudadana es un tema pendiente del Poder Ejecutivo. Incluso la reorganización de la Policía ha resultado pospuesta.
—Hay tres ejes con los que vamos a reforzar y mejorar la seguridad ciudadana. El primero es el ámbito policial, donde la reorganización se ha dado en ciertos niveles intermedios, pero no lo suficiente… Se requieren más policías de trabajo de campo, usando un concepto sociológico, pero igual más número de policías. El nivel porcentual de policías por habitante es de los más bajos de América Latina. Y debemos mejorar la infraestructura policial, y a pesar de que hemos otorgado movilidades, no son suficientes.
Una segunda área es la judicial, la más asfixiante. Personas que cometen un delito están un mes en la cárcel, hacen acuerdos con el juez, el fiscal, y están en la calle otra vez, y la Policía tiene que volverlos a corretear para detenerlos y, desmoralizada, los vuelve a meter en prisión, pero salen en un mes. Esto es un juego, es vergonzoso, y ahí la justicia ha hecho un mal trabajo…
—Pero es la normativa penal otorga estas posibilidades de “burlar” a la justicia…
—Tenemos un Código Penal muy permisivo, hay que endurecerlo. También que las penas sean más duraderas y las posibilidades de que salgan los delincuentes sean mucho más difíciles, que no dependan de la decisión unilateral de un juez o un fiscal y que requieran una serie de requisitos. Y sanción a jueces que estén negociando y tramitando penas o encarcelamientos. Aparte, debe haber delitos sin libertad condicional ni garantías sustitutivas.
Y el tercer pilar de nuestro plan de seguridad es una participación social, porque es un tema que debe ser asumido por todos: la Policía, la justicia y la ciudadanía. Una participación ciudadana en ciertos ámbitos preventivos ayudaría a crear una estructura de seguridad ciudadana de largo plazo, no de respuesta inmediata.
—¿Qué planteamientos tienen para la reformulación de la Ley antinarcóticos 1008?
—Es un tema que entrará al debate para ser adecuado a la nueva realidad internacional y local de la lucha contra el narcotráfico.
—Dependerá del estudio de la coca…
—Sí, pero también hay que habilitar la posibilidad del desplazamiento de un escudo aéreo de nuestras fuerzas del orden para cerrar las posibilidades de tráfico de drogas por vía aérea, detectar a los aviones u obligarles a aterrizar. La nueva Ley 1008 tiene que mejorar la parte coercitiva contra el narcotráfico, ser muy dura en penas e incorporar nuevos elementos de control: aéreo, satelital, del transporte de la producción del narcotráfico.
—¿Se impulsará el impuesto a la coca?
—Se lo ve como parte del debate. Es una propuesta de los productores de coca y requiere un debate en el Congreso, porque todo nuevo impuesto precisa una ley.
—¿Qué opina de la división cocalera, los de Yungas contra los del Chapare, lo cual afecta al apoyo del Presidente?
—Yo lo he visto al Presidente en Caranavi, en una concentración que no tenía que envidiar al Chapare. Hay algunas instancias en cierto nivel de dirigencia yungueña que tienen otro tipo de cálculos, pero cuando Evo se relaciona con el productor de coca no habla con medias tintas en torno a lo que pasa y la importancia del compromiso para controlar los cultivos de coca. Si la Policía antidroga opera en los Yungas es con nosotros, en otros tiempos jamás llegó a esa zona y se la sacó a la mala.
—¿Qué se puede esperar de las relaciones con Chile en otro mandato del MAS?
—Tenemos 11 puntos que han marcado una agenda más práctica de acercamiento entre nuestros pueblos. Un nuevo Gobierno del MAS puede permitir una serie de acercamientos más duraderos, recogiendo lo avanzado hasta acá. Este tema siempre tiene que ser visto en tiempos históricos largos. Un tema no resuelto en más de cien años, deudas históricas a las que el Gobierno jamás ha renunciado porque su objetivo es lograr esa salida soberana al mar; pero requieren medir los tiempos políticos de los países. Y seguiremos profundizando este acercamiento de pueblos, este tema de la agenda conjunta, y también seguiremos explorando alternativas de solución práctica mutuamente beneficiosas para nuestros países.
—¿O sea que no está asegurada una salida marítima en los próximos cinco años?
—Es difícil asegurar algo así, pero la voluntad de trabajar en esa salida soberana al mar permanece incólume y ya hay una experiencia ganada en estos cuatro años en la construcción de una política estatal.
—¿El rechazo político y social, sobre todo en el departamento de Potosí, del preacuerdo referido al aprovechamiento del Silala demuestra que hay mucho por trabajar en las sociedades de ambos países, esencialmente para acuerdos más importantes como una salida marítima para Bolivia?
—Hay que trabajar más en el ámbito de la disponibilidad colectiva. Pero ahora hay una política de largo aliento, que es lo que Bolivia nunca ha tenido. Nunca hemos recurrido al tema del mar para ganar popularidad con nadie, porque sabemos que es un tema muy delicado y queremos soluciones. Si ganamos en las elecciones, por un lapso siquiera de diez años habrá habido una política de Estado muy bien consolidada que permita hacia futuro, si es que no hay resultados inmediatos, los resultados deseados.
—¿Y qué pasará con Estados Unidos?
—Con Estados Unidos ha habido primero una política de muy buena voluntad del Gobierno, una política ingenua. Fuimos muy amplios, pero nos respondían con otra moneda, con la moneda de hablar sí del tema comercial un poco, del tema crediticio, pero por abajo estaban trabajando una estrategia política…
—¿Y eso ha cambiado con Barack Obama?
—No. Sigue una política, debajo de la alfombra sigue moviendo hilos políticos. Mientras mantengan esa actitud de interferencia política hacia Bolivia, tendrán una respuesta contundente. Somos amables, somos diplomáticos, somos agradecidos, pero no somos tontos y no vamos a permitir que se involucren en el ámbito político. Y cuando lo quieran hacer, nosotros tomamos la distancia y la contundencia necesarias frente a ellos. Cuando aprendan a entendernos, todo va a ser una taza de leche.
Nosotros estamos aquí para garantizar que el destino de los bolivianos lo definimos los bolivianos, no una embajada, no una delegación, no una agencia de financiamiento externo norteamericana. Relaciones fraternas en el ámbito comercial, en el ámbito diplomático, pero cero interferencia. Cuando eso suceda, estaremos muy felices y las relaciones tendrán un desarrollo extraordinario, hasta asistiremos a sus reuniones, a sus cócteles y a sus cenas, pero mientras no cambien de actitud, esta sana y soberana distancia es lo mínimo que podemos hacer como país que se respeta a sí mismo, como gobierno que respeta a la dignidad y la soberanía.
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