El presidente Evo Morales puso en marcha el martes un prometido pero riesgoso proceso de conversión de Bolivia en un nuevo Estado "plurinacional", al promulgar la convocatoria a comicios generales en diciembre en los que buscará la reelección y una mayor fuerza legislativa.
El mandatario indígena, cómodo ganador en cuatro procesos electorales en los últimos tres años, enfrentará en las próximas votaciones el doble desafío de una oposición conservadora que parece fuerte en varias regiones y una incierta preferencia de los bolivianos en el extranjero, que sufragarán por primera vez.
Morales saludó "la victoria de la conciencia del pueblo" al firmar al mediodía la ley de transición constitucional sancionada en la madrugada por el Congreso Nacional, luego de cinco días de huelga de hambre presidencial y casi una semana de duros enfrentamientos entre el oficialismo y la derecha.
El gobernante, quien dijo contradictoriamente que comenzaba la campaña proselitista hacia los comicios aunque todavía no se consideraba candidato, desafió a los miles de seguidores que presenciaron la firma a trabajar por una victoria con al menos "60 o 70 por ciento" de votos.
Morales denunció que esta perspectiva de reelección motivó la dura resistencia de la derecha, que demoró la aprobación de la ley para unos comicios que en realidad ya estaban convocados por la nueva Constitución vigente desde febrero pasado.
"Saben ellos (la derecha) que este pueblo es imparable, que este proceso revolucionario es un camino sin retorno. Imposible que otra vez puedan engañar y mamar al pueblo boliviano, por eso querían frenar con cualquier pretexto las elecciones", dijo.
El presidente del Senado, Oscar Ortiz, considerado uno de los posibles candidatos que rivalizaría con Morales, dijo que la ley aprobada garantizaba "espacios de equilibrio, igualdad, derecho y oportunidades para salir adelante y brindar transparencia a las próximas elecciones generales".
"Hemos contribuido (en el debate de la ley) con una serie de propuestas para que se respeten la democracia, la libertad y sobre todo el derecho de todos los bolivianos a participar en elecciones limpias", agregó, reiterando denuncias de un supuesto intento de fraude electoral gubernamental.
Morales dijo que quienes podrían intentar un fraude eran los opositores y convocó a hacer de la prevista reinscripción general de electores una "gran movilización por la victoria".
CAMBIOS A LA VISTA
La huelga de hambre, que llegó a ser secundada por más de 2.000 personas en todo el país, pareció efectiva para apurar definiciones en el Congreso -en el que la oposición es minoría pero tiene capacidad de bloqueo- en sustitución de "cercos" con los que campesinos y sindicalistas forzaron en los tres años pasados otras leyes importantes propuestas por el mandatario.
Con o sin la reelección de Morales, la empobrecida Bolivia tendrá después de diciembre una nueva estructura política, en la que los indígenas tendrán representación garantizada, primero en la Asamblea Plurinacional -que reemplazará al Congreso- y luego en los órganos máximos de justicia.
La transformación incluirá además la puesta en vigencia de autonomías inmediatas en cuatro departamentos, que se extenderían posteriormente a los demás distritos, a provincias y a los territorios indígenas.
Morales cedió a la exigencia opositora de un nuevo registro digitalizado de los votantes para lograr la aprobación de la ley, que garantizó también, por primera vez, la votación de bolivianos en el extranjero.
El nuevo registro de electores será digitalizado y "biométrico", los indígenas tendrán reservadas siete de las 130 bancas de diputados y los emigrantes podrán votar en países donde hay embajadas o consulados bolivianos y de acuerdo a posibilidades de la Corte Electoral.
"¿Cuál es el deseo de nosotros? Que el pueblo tenga el poder, no el Evo y el (vicepresidente) Alvaro (García)", agregó el líder indígena que desde que llegó al poder en el 2006 nacionalizó campos de gas que abastecen a Argentina y Brasil, empresas mineras y de telecomunicaciones y declaró guerra a los latifundios.
Como en anteriores desafíos al Gobierno, que incluyeron protestas violentas que dejaron muertes y destrucción de bienes públicos, la oposición derechista denunció en el último debate legislativo supuestos planes dictatoriales de Morales, un admirador del venezolano Hugo Chávez.
Reuters
El mandatario indígena, cómodo ganador en cuatro procesos electorales en los últimos tres años, enfrentará en las próximas votaciones el doble desafío de una oposición conservadora que parece fuerte en varias regiones y una incierta preferencia de los bolivianos en el extranjero, que sufragarán por primera vez.
Morales saludó "la victoria de la conciencia del pueblo" al firmar al mediodía la ley de transición constitucional sancionada en la madrugada por el Congreso Nacional, luego de cinco días de huelga de hambre presidencial y casi una semana de duros enfrentamientos entre el oficialismo y la derecha.
El gobernante, quien dijo contradictoriamente que comenzaba la campaña proselitista hacia los comicios aunque todavía no se consideraba candidato, desafió a los miles de seguidores que presenciaron la firma a trabajar por una victoria con al menos "60 o 70 por ciento" de votos.
Morales denunció que esta perspectiva de reelección motivó la dura resistencia de la derecha, que demoró la aprobación de la ley para unos comicios que en realidad ya estaban convocados por la nueva Constitución vigente desde febrero pasado.
"Saben ellos (la derecha) que este pueblo es imparable, que este proceso revolucionario es un camino sin retorno. Imposible que otra vez puedan engañar y mamar al pueblo boliviano, por eso querían frenar con cualquier pretexto las elecciones", dijo.
El presidente del Senado, Oscar Ortiz, considerado uno de los posibles candidatos que rivalizaría con Morales, dijo que la ley aprobada garantizaba "espacios de equilibrio, igualdad, derecho y oportunidades para salir adelante y brindar transparencia a las próximas elecciones generales".
"Hemos contribuido (en el debate de la ley) con una serie de propuestas para que se respeten la democracia, la libertad y sobre todo el derecho de todos los bolivianos a participar en elecciones limpias", agregó, reiterando denuncias de un supuesto intento de fraude electoral gubernamental.
Morales dijo que quienes podrían intentar un fraude eran los opositores y convocó a hacer de la prevista reinscripción general de electores una "gran movilización por la victoria".
CAMBIOS A LA VISTA
La huelga de hambre, que llegó a ser secundada por más de 2.000 personas en todo el país, pareció efectiva para apurar definiciones en el Congreso -en el que la oposición es minoría pero tiene capacidad de bloqueo- en sustitución de "cercos" con los que campesinos y sindicalistas forzaron en los tres años pasados otras leyes importantes propuestas por el mandatario.
Con o sin la reelección de Morales, la empobrecida Bolivia tendrá después de diciembre una nueva estructura política, en la que los indígenas tendrán representación garantizada, primero en la Asamblea Plurinacional -que reemplazará al Congreso- y luego en los órganos máximos de justicia.
La transformación incluirá además la puesta en vigencia de autonomías inmediatas en cuatro departamentos, que se extenderían posteriormente a los demás distritos, a provincias y a los territorios indígenas.
Morales cedió a la exigencia opositora de un nuevo registro digitalizado de los votantes para lograr la aprobación de la ley, que garantizó también, por primera vez, la votación de bolivianos en el extranjero.
El nuevo registro de electores será digitalizado y "biométrico", los indígenas tendrán reservadas siete de las 130 bancas de diputados y los emigrantes podrán votar en países donde hay embajadas o consulados bolivianos y de acuerdo a posibilidades de la Corte Electoral.
"¿Cuál es el deseo de nosotros? Que el pueblo tenga el poder, no el Evo y el (vicepresidente) Alvaro (García)", agregó el líder indígena que desde que llegó al poder en el 2006 nacionalizó campos de gas que abastecen a Argentina y Brasil, empresas mineras y de telecomunicaciones y declaró guerra a los latifundios.
Como en anteriores desafíos al Gobierno, que incluyeron protestas violentas que dejaron muertes y destrucción de bienes públicos, la oposición derechista denunció en el último debate legislativo supuestos planes dictatoriales de Morales, un admirador del venezolano Hugo Chávez.
Reuters
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