El expresidente Jaime Paz Zamora (1989-1993) dice que el cambio no empezó con la nacionalización de los hidrocarburos, como sostiene el presidente Evo Morales, sino con la instauración de la democracia. "El Presidente cree que el mérito de lo que está ocurriendo hoy en Bolivia es un mérito de él o su partido, cuando el mérito es del proceso democrático boliviano que ha producido un presidente de origen indígena”, dice en el Desayuno de Trabajo de Página Siete.
Paz Zamora ve el proceso democrático como una "curva ascendente”, con diversos "barquinazos” en su trayectoria. Uno de esos momentos, a su juicio, es el actual, en el que, según cree, "la institucionalidad democrática se está yendo al diablo”. "La institucionalidad democrática, el sistema de libertades y la modernidad boliviana están en serio peligro”, sostiene.
Una de las amenazas a la institucionalidad democrática es, en su opinión, la reelección indefinida. "Una de las maneras de destruirla, por ejemplo, es que no haya una justicia independiente, que es tan grave como la reelección indefinida. Ambas cosas, la justicia y la autoridad electoral, deben ser independientes”, sostiene.
Cumplidas dos gestiones del presidente Evo Morales e iniciada la tercera, ¿cómo ve al país desde su atalaya de Tarija?
Lo veo contradictoriamente bien y contradictoriamente mal. Desde la visión con luces largas, lo veo bien, pero desde el punto de vista táctico y de luces cortas, lo veo con muchos problemas. Desde el punto de vista de largo plazo, el diseño que generó lo que llamo la generación de la democracia en Bolivia se está cumpliendo. Por primera vez, en Bolivia, hay un proyecto que se lleva a cabo a lo largo de más de 30 años y que se cumple. La estrategia de mi generación, la generación de la democracia, que políticamente empezó el MIR, pero no únicamente en el MIR, trajo una propuesta al país que nuca antes se había formulado. Nosotros siempre hemos creído que traíamos la modernidad, porque el MIR de ninguna manera era un partido tradicional, la propuesta de democracia sí o democracia no. Lo que decíamos a finales de los 60 y comienzos de los 70 era que para hacer un país viable, un país posible, debíamos empezar instaurando la democracia y terminar con el golpismo civil-militar que estuvo presente como modo de gobierno desde el primer presidente de Bolivia, el mariscal Antonio José de Sucre. Nosotros decíamos que teníamos que dejar de ser ese país bárbaro que cuelga presidentes en las plazas. La primera sangre derramada de ese sistema golpista ha sido la del propio mariscal de Sucre, y la última, la de los ocho miristas masacrados en la calle Harrington y la de Marcelo Quiroga Santa Cruz a manos de los golpistas García Meza y Arce Gómez. Esto es parte de la dramática transición. Luego se instaura la democracia, no se restaura la democracia, con el gobierno de Hernán Siles Zuazo y Paz Zamora. Para mí, ese es el momento que se da un verdadero cambio de época en Bolivia.
¿Verdadero?
Yo le decía a Evo en una charla el otro día: para ti empieza el cambio con la nacionalización de los hidrocarburos, pero para mí empieza con la instauración de la democracia. El cambio de época está allá, y a partir de ahí hay distintos momentos. El primer momento es la gestión del gobierno democrático cuando el sistema del golpismo militar no terminaba de morir y la democracia no terminaba de nacer. Después se dan distintos regímenes democráticos. A mí me tocó el tercero. La hiperinflación no la produjo Siles, la produjeron los conspiradores que todavía no terminaban de irse del sistema político civil-militar del golpismo, que sacaron a tiros a Siles de su casa y le quitaron un año de mandato. Después viene Paz Estenssoro con sus medidas de estabilización de la hiperinflación que él mismo había provocado porque era parte de la conspiración contra Siles.
Eso en cuanto a la mirada larga, ¿y la corta?
Hay barquinazos. El Presidente cree que el mérito de lo que está ocurriendo hoy en Bolivia es un mérito de él o su partido, cuando, viendo las luces largas, yo digo que el mérito es del proceso democrático boliviano que ha producido un presidente de origen indígena. Lo dije en una charla en Estados Unidos: nosotros somos mucho mejor que ustedes que han tardado 200 años y pico para poner a Barack Obama en el poder; nosotros, en 25 años de proceso democrático, hemos puesto a Evo Morales en la Presidencia. O sea, el mérito no es tanto de Evo, es de un pueblo que ha vivido toda su vida en el golpismo militar y que logra instaurar el proceso democrático. En ese momento surge como presidente un hombre como Evo, en el clímax de madurez democrática del pueblo boliviano. También en una charla con el Presidente le dije: en el proyecto nuestro, de Bolivia democrática, ya estabas tú, Evo, tú no lo sabías, pero nosotros te teníamos. Era una manera de decirle que hasta 2025 veíamos la posibilidad de un presidente indígena, un presidente cholo, un presidente mestizo. Entonces, como decía, en la institucionalidad democrática hay barquinazos, porque sin lugar a dudas la institucionalidad democrática se está yendo al diablo…
¿Por qué se está yendo al diablo?
Primero se tuvo que pelear contra el golpismo, cuya expresión civil eran los partidos tradicionales que normalmente eran de derecha. En la lógica anterior al planteamiento nuestro de democracia, los parámetros eran de izquierda o derecha, nacionalista o proimperialista. Fuimos los primeros en señalar que lo que importaba era democracia o no democracia. Cuando salía un general progresista, la COB lo apoyaba, cuando salía un militar derechista lo apoyaban los sectores derechistas, pero nadie se preguntaba si era democrático o no democrático. Pero después, y esa es la etapa de ahora, tenemos una dialéctica de oficialismo-oposición. Es increíble ver en este proceso que los que por distintas razones no creyeron nunca en una Bolivia democrática, porque la izquierda tradicional decía que la democracia era burguesa, es la gente que está con el presidente actual. Muchos de los que están gobernando eran de los partidos comunistas. Por otra parte, otros que están en el gobierno, los indigenistas, siempre rechazaron el sistema democrático porque decían que era colonialista. Nosotros sosteníamos que sin democracia no es posible una Bolivia moderna y viable; no me importa que un gobierno sea de derecha o de izquierda, pero que sea democrático y que respete la institucionalidad democrática. El extremismo indigenista, que había rechazado la democracia, de repente ve que la democracia le abre los brazos y le da el poder, entonces llegan a ejercer el poder democrático sin estar ellos convencidos de la democracia. Entonces, todo eso, más el contexto mundial, más la personalidad del Presidente, que pone una impronta muy grande, ayuda a que se cumpla el plan que nos habíamos propuesto de democratizar el país, pero hay barquinazos que son muy peligrosos. El primero fue cuando quisieron acogotar al gobierno del doctor Siles, otro cuando se entregaron las riquezas naturales y este momento en que la institucionalidad democrática, el sistema de libertades y la modernidad boliviana están en serio peligro. Hay que reconocerlo, aunque estos barquinazos ocurren dentro de una curva ascendente del proceso democrático.
"Cuando nació la democracia los ingresos eran casi nada”
Paz Zamora dice que, cuando asumió la Presidencia en 1989, los ingresos de Bolivia por exportaciones eran "de risa”, casi nada, "un pichiruchi”, en comparación al dinero que recibe hoy. "Nuestro país exportaba 1.200 millones de dólares al año, o sea, el equivalente a lo que envían los bolivianos emigrantes cada año”. "¡Era todo lo que teníamos!”, dijo al recordar que Bolivia recibió el año pasado más de 6.000 millones de dólares sólo por sus exportaciones de gas.
"O sea, cualquier baja de precios de las materias primas, no nos va a llevar al punto de partida de la democracia en materia de ingresos, y estoy diciendo el punto de partida de la democracia cuando el PIB de Bolivia era máximo de 8.000 millones de dólares. Hoy, nuestro PIB debe estar llegando a los 40.000 millones de dólares”, sostiene.
Según el exmandatario y líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), la verdadera "revolución económica” se produjo con el descubrimiento, bajo su mandato, de los megacampos de gas de San Alberto, que convirtieron a Bolivia en la segunda reserva de gas de Sudamérica.
"En el territorio que hoy se llama Bolivia hubo dos descubrimientos de riqueza de materias primas, la que hicieron los españoles durante la colonia que se llama Potosí y la otra, la del gas, de la cual vamos a vivir todo el siglo. Cambiarán los precios, todo lo que ustedes quieran, pero la riqueza ahí esta”. Y al descubrimiento, agrega, siguió el contrato con Brasil, con lo que Bolivia ganó la batalla para hacerse del "mercado unitario de gas más grande del planeta, el de San Pablo”. "Eso es lo que nos da de comer”.
"El descubrimiento del gas marca las posibilidades para un país que no tenía plata, no tenía un cobre”, subraya.
Asimismo, dice que bajo su gestión, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y otras empresas estatales fueron fortalecidas y dejaron de ser "empresas pichiruchis”, hasta que llegó la "capitalización” de Gonzalo Sánchez de Lozada, de cuyo gobierno afirma que fue el "verdadero neoliberal” de todo el periodo democrático.
En el plano político, Jaime Paz Zamora reivindica la constitución de la Corte Nacional Electoral de los "notables”, encabezada por el abogado y periodista Huáscar Cajías, para institucionalizar la democracia naciente. "Terminamos con las cortes electorales que habíamos arrastrado desde 1978, todas fraudulentas, corruptas, en el sentido de que eran organizadas y ocupadas por los partidos tradicionales. Justamente, como un proceso democrático que iba avanzando, instalamos la primera corte electoral de consenso, de respeto de todos , y lo puse a don Huáscar Cajías como presidente para que nadie se queje, porque él no era de mi partido ni de otro, era independiente”.
¿Cuáles serían, concretamente, los aspectos más peligrosos de esta debilidad institucionalidad democrática? Se habla de la corrupción, narcotráfico y también de una crisis económica que podría afectar al proceso en su conjunto.
La crisis se produce no porque los precios, sino porque no los aprovechamos cuando estaban altos. La crisis fue esa. Cuando había mucha plata nadie decía que había crisis y la crisis era profunda porque no se estaba invirtiendo, se estaba malgastando en todo lo que sabemos, no estábamos construyendo futuro. Se ha desaprovechado completamente una oportunidad. Jamás tuvimos tanta plata y jamás hubo tanta estupidez económica, digo económica, que no se diga que estoy insultando. En lo que va del auge de las materias primas no se ha abierto ningún nuevo frente productivo nacional que nos pueda generar riquezas más allá del gas. Yo diría que ahora estamos en el chaqui de la borrachera de la crisis. Cuando yo fui presidente, el estaño estaba a dos dólares. Yo fui el primer presidente boliviano que viajó a China, pero no fui solamente por afinidad ideológica socialista, sino para pedirles que no boicoteen el precio del estaño, porque eran ellos que, como grandes productores del mundo, nos metían los stocks de estaño chino y bajaban los precios. No estoy negando la crisis, sino que digo que cuando había plata no la invertimos.
¿Qué piensa de la reelección indefinida del presidente Evo? ¿Ud. cree que sea una amenaza para la democracia como sostienen algunos analistas?
Claro, esa es otra amenaza. A eso me refiero cuando hablo de amenazas a la democracia y a sus instituciones. Las elecciones son una de las instituciones democráticas.
¿Qué pasaría con una reelección indefinida o, como se acaba de proponer, un presidente vitalicio?
Por eso, ya lo dije. Uno de los problemas que veo en el campo de la democracia, de la institucionalidad democrática, uno de los grandes peligros es que se está destruyendo la institucionalidad democrática. Una de las maneras de destruirla es, por ejemplo, que no haya una justicia independiente, que es tan grave como la reelección indefinida. Ambas cosas, la justicia y la autoridad electoral, deben ser independientes. El sistema electoral ha ido de escándalo en escándalo, como los ocurridos en las elecciones subnacionales. Uno se pregunta si las autoridades electorales, que fueron las mismas en las nacionales, actuaron bien cuando eligieron al presidente y sólo actuaron pésimo seis meses después. Fue grosero lo que vivimos en la última etapa.
Ud., como expresidente, está apoyando la gestión de Bolivia en La Haya. ¿Cómo ve la gestión del gobierno de Morales?
Muy bien, la veo muy bien. Yo diría que, de hecho, ya hemos ganado en La Haya. Pase lo que pase, ya hemos ganado. La Haya es una vitrina mundial, todo lo que llega a La Haya se hace global, entonces, ahora, todo el planeta se da cuenta de la aberración histórica del enclaustramiento boliviano que sólo lo conocíamos los de esta parte del mundo. Ahora todo el planeta sabe que un país había agredido a otro y que le había quitado 150.000 kilómetros cuadrados, 400 kilómetros de costa, y que no quiere no darle territorio, sino resolver su deseo de estar en el mar, de actuar en el Pacífico. Entonces, Chile está a la defensiva. En ese sentido ya hemos ganado, pase lo que pase en La Haya, ya hemos ganado. Es la segunda vez. La primera fue cuando vio que había la posibilidad de que los bolivianos nos fuéramos por el sur del Perú, porque eso suponía que se moría Arica, se moría Iquique. Inmediatamente después de que nosotros aparecimos en Ilo, Chile abrogó una ley maldita contra Bolivia, que la tenía desde el Tratado de 1904, que prohibía que los bolivianos tengamos propiedades inmuebles en el norte de Chile. Hoy, el norte chileno está lleno de propietarios bolivianos de inmuebles. Ahora, con La Haya, Chile se ve obligado a explicar la tremenda injusticia histórica que cometió contra Bolivia. No encuentra palabras y se está refugiando en la tesis de que los pactos no se tocan con cierto oportunismo internacional, porque sabe que algunas potencias que han hecho conquistas de todo tipo sostienen esa misma tesis. Y miren por dónde la causa del mar nos está dando un cierto respiro en la destrucción de las instituciones democráticas, porque el Presidente, al convocar a los expresidentes, de alguna manera está fortaleciendo la institucionalidad presidencial en democracia. En otros países está consolidada. Yo creo que es muy pedagógico desde el punto de vista de la cultura democrática de los bolivianos que los bolivianos empiecen a darse cuenta de que había habido una institucionalidad presidencial. Eso es lo positivo y es meritorio que el Presidente haya acudido a los expresidentes, aunque tal vez no lo hace por una razón democrática, sino por razón de equivalencia de fuerzas con Chile, porque Chile ha puesto en movimiento a todas sus voces.
¿Qué papel cumplirán los expresidentes en este proceso?
Nos reunimos con Evo y en esa reunión quedó claro en qué consistía nuestra incorporación, que no hay que confundir tampoco con las funciones de Eduardo Rodríguez Veltzé, que es agente diplomático ante La Haya, y Carlos Mesa, que es portavoz oficial de la demanda boliviana. Nos han pedido a los otros tres expresidentes, dos democráticos y uno de la transición democrática, que nos incorporemos al esfuerzo, pero no como funcionarios, sino, como yo lo entendí, de una disponibilidad en el sentido de que si alguno de nosotros es el más apto para operar en un contexto determinado, en un país determinado, en una región determinada, esté dispuesto a realizar la misión que el Presidente le encomiende y parta como buen recluta; o, si alguno de nosotros cree que por su cuenta puede ser útil en algún frente determinado le diga al Presidente: yo creo que podamos hacer algo allá.
A la par que se cuestiona la vigencia de los partidos que han actuado en el pasado, está surgiendo una nueva generación de políticos, como el caso de Rodrigo Paz, nuevo alcalde de Tarija. ¿Cuál es su visión sobre este fenómeno?
Sí, creo que está apareciendo en el horizonte una nueva generación de nuevos liderazgos que se perfilan en el futuro, porque el actual sistema de gobierno funciona como los pesticidas o como Atila, que por donde pasaba su caballo no crecía la hierba, en esa lógica de copar el poder, de que la hegemonía tiene que ser total, sin ni siquiera posibilidades da alianza: o entras al MAS o nada. Esa es una aberración, es un retroceso en el sistema político, pero a pesar de toda esta tónica, resulta interesante ver que en las elecciones autonómicas, desde las regiones, van apareciendo cabezas nuevas. Esto es una gran esperanza y ojalá que esto continúe para que se pueda ir reconstituyendo el sistema político pluralista. El MIR no desapareció, nos quitaron la sigla arbitrariamente; entonces somos un poco como los indocumentados bolivianos en Madrid, que trabajamos, ganamos plata y la mandamos a Bolivia, pero no existimos. Hay un mirismo indocumentado, sin carta de ciudadanía, que está en todas partes. Ojalá que vayamos a la reconstitución de un sistema político partidario pluralista. En lo que concierne al MIR, no sé si con la misma sigla o de qué manera, volverá a aparecer. Pero, más allá del mirismo, porque el problema no es del mirismo, es del país, necesitamos reconstruir el sistema político partidista pluralista. Es una tarea de todos, del gobierno, que no impida la organización política y de la ciudadanía, que debe organizarse. Que no ocurra que si alguien interesante sale en el horizonte queriéndose organizar, que le manden un fiscal y lo acobarden, a él y a su familia. Por otra parte, que la ciudadanía no se deje llevar por el temor ni por la indiferencia.
"La Haya es una vitrina mundial; ahora todo el planeta conoce la aberración histórica del enclaustramiento boliviano”.
"Al convocar a los expresidentes, (Evo) de alguna manera está fortaleciendo la institucionalidad presidencial en democracia”.
"El sistema de gobierno funciona como Atila, que por donde pasaba su caballo no crecía la hierba, en la lógica de copar el poder”.
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