Para Valeria Villagómez, votar será el primer acto como adulta que hará en su vida. A los 18 años, esta joven universitaria hizo cola por cinco horas para inscribirse y esperó, incluso, que el empadronador se tomara un descanso para lograr estampar sus huellas digitales y la fotografía que la habilita como nueva votante. Como ella, 800.000 primerizos de entre 18 y 21 años acudirán a las urnas este 12 de octubre y, al menos en Santa Cruz de la Sierra, la militancia es una mala palabra, por el momento no se sienten tomados en cuenta y reclaman más opciones de educación, tanto dentro como fuera del país. Lo que parece que une a todos los consultados, es la desconfianza en un proceso electoral transparente.
Lo primero fue inscribirse. Rasciel Cruz, que cumplirá 18 antes de octubre, casi desiste. En su barrio, la echaron dos veces de la fila para que vuelva al día siguiente. Tuvo que formarse desde las cuatro de la mañana, pero sin éxito. Terminó inscribiéndose en una de las notarías abiertas en la Gabriel René Moreno. Juan de Dios Villarroel usó la misma táctica. En las 13 horas de cola que hizo en la Gabriel vio cómo un hombre pateó la mesa por frustración, al no haber quedado entre los 100 elegidos para registrarse ese día. También se acuotó para comprar pollo y soda para que el empadronador siga registrando.
Una vez registrados, viene la ilusión. La mayoría cree que está decidiendo el futuro del país, que ahora tendrá derecho a pedir cuentas a los que lo gobiernen y que incluso no votar podría significar dejar al libre albedrío de los gobernantes las decisiones. Son la mayoría, pero no todos. Carmen Fonseca, de 18 años, no se inscribió ni le hace ilusión participar de los comicios. “No quiero pertenecer al sistema”, dice. Cree que la votación del 12 de octubre será lo mismo de siempre: ir, hacer fila, poner el voto en la urna y esperar para ver quién gana. Cree que es responsabilidad de los políticos motivar a los jóvenes para que se inscriban y vayan a votar, simplificando o eliminando la burocracia. Por ello, cree que a los jóvenes no les llama la atención la política, “porque da miedo”.
Para el bolleo
Mientras los analistas ven a los candidatos, a los pocos confirmados, tratando de ganarse el voto joven a través del deporte -Evo apoya el Dakar, se enrola a un equipo profesional y construye canchas, mientras Samuel Doria Medina trota y organiza maratones- o mostrándose joven a través de videos, carajeando o participando en programas a los que antes nunca había ido, los jóvenes quieren otra cosa: educación.
Juan de Dios Villarroel reclama debates, que los candidatos se enfrenten demostrando su conocimiento para que el votante sepa cuán fundamentada es la propuesta del postulante.Considera que un votante educado y no adoctrinado, puede elegir mejor. Valeska Aguilera, de 20 años, cree que a los gobernantes no les interesa tener un pueblo educado, por eso no apuesta con fuerza a planes de educación ciudadana, ni se esfuerzan para que los jóvenes profesionales consigan trabajos en su especialidad. Gabriela Lewin reclama una educación pública competente, de fácil acceso, responsable y libre de todo tinte político
Es por ello que María José Viruez cree que a los partidos políticos solo les interesan los jóvenes para que se vea una multitud de seguidores en sus concentraciones, para que los apoyen y voten por ellos. A eso, Juan de Dios Villarroel les llama levanta banderas. Cree que el interés por los jóvenes se acaba cuando estos plantean sentarse, compartir una mesa, debatir y generar ideas en conjunto.
Pero tal vez el más fuerte reclamo juvenil es que no haya fraude. La desconfianza en el proceso electoral se refleja cuando se les pregunta qué expectativas tienen sobre los comicios de octubre. La mayoría responde que espera que sea transparente, sin fraude. La militancia, en una edad donde los mayores fulgores políticos se atizaban en años anteriores, es cosa del pasado. La mayoría de los consultados no se considera militante, pese a que ya tiene decidido su voto. María José Viruez es una excepción. Cree que las obras y los cambios que ha visto en Bolivia en los últimos años merecen su apoyo y, como este año ya es mayor de edad y puede elegir, eligió inscribirse para ayudar en la campaña de relección. Del otro lado, Juan de Dios no se considera militante de un partido o candidato en específico, pero sí tiene claro que es opositor, que no le gusta el socialismo y que votará contra el Gobierno. “No comparto la doctrina de la envidia y la igualdad de la miseria”, dice, con la contundencia que solo se puede tener a los 18 años
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