Un grupo de policías de base, algunos con el rostro cubierto con pasamontañas, protestó por la mañana en la calle Colombia frente a la Estación Policial Integral, para exigir al Gobierno el incremento de sus salarios, así como una jubilación que llegue al 100%.
Las esposas de los policías bloquearon la calle Colombia con colchones, sobre los cuales permanecieron sentadas mientras que sus esposos exigían la atención a sus demandas.
Después de una conferencia de prensa en la cual el ministro de Gobierno, Carlos Romero, minimizó la magnitud de lo que los efectivos calificaban ya como un motín, los policías y sus esposas iniciaron una marcha hacia la Unidad de Polivalentes para luego dirigirse hacia la UTOP.
La marcha recorrió el centro de la ciudad. Luego de pasar por la unidad ubicada en la céntrica calle Loayza, tomó la Ballivián, pasó por la plaza Murillo y llegó a la UTOP.
El comandante Rómulo Delgado trató de impedir el ingreso de los marchistas a la UTOP y ordenó a la tropa cesar en sus medidas de presión, lo cual derivó en la violenta toma del edificio de esta unidad. Oficiales de policía de grados superiores cargaron el armamento de la unidad en el vehículo del comandante, con el fin de tratar de desarmar a la tropa.
Sin embargo, ésta impidió la salida de la vagoneta. Hicieron añicos los vidrios del vehículo y se apoderaron del armamento. “¡Que se vaya a dormir, como hace siempre! ¡Váyase arriba!”, ordenaban los policías al comandante. Hubo gases, palos, petardos y piedras. Delgado fue expulsado del lugar a empujones y golpes junto a otros efectivos de alto rango, uno de los cuales fue herido.
La agencia AFP y la gubernamental ABI reportaron tres heridos en total.
“Tienen armas y no nos importa que nos maten. Si quieren otro octubre negro, lo van a tener, no tenemos miedo de morir”, dijo una de las esposas.
Un número cada vez mayor de policías en ejercicio, así como efectivos jubilados y también esposas de policías, se hicieron presentes en la UTOP.
Policías que no eran parte del motín se quitaron los grados del uniforme para evitar represalias por parte de la tropa.
“Que Evo venga aquí a dialogar con nosotros. Él y nadie más. Que no nos mande a sus ministros. Y si está en Brasil , que vuelva”, dijo Guadalupe Cárdenas, la dirigente de las esposas.
Varios civiles fueron sorprendidos en el intento de sacar fotos con el teléfono celular a quienes se encontraban frente a la UTOP. “¡Es un buzo!”, gritaban y los obligaban a ingresar, después de quitarles el celular. Los policías denunciaron la presencia de militares vestidos de civil entre la gente en la plaza Murillo.
En horas de la tarde y por la noche, las esposas de los policías marcharon varias veces alrededor de la plaza de Armas. “No tenemos miedo”, gritaban y un grupo de policías las seguía. “¡No están solas!”, decían.
Las puertas del Palacio de Gobierno permanecieron cerradas y la marcha se detuvo frente a éste. Detrás, dentro del edificio gubernamental, se apostaron efectivos de la Policía Militar. Otros salieron al balcón del Palacio para sacar fotos y filmar a los marchistas, quienes lanzaron palos arriba pero no alcanzaron la altura que querían.
En la calle, frente a la unidad, se quemaron documentos de la institución, así como un ejemplar de la Ley 101.
Al final de la tarde se cortaron la energía eléctrica y el agua en la UTOP. Los policías de base se amotinaron en La Paz, Cochabamba,Oruro y Santa Cruz. En Tarija, Cobija, Sucre y Potosí permanecen acuartelados mientras que sus esposas continúan con la vigilia frente a las unidades policiales.
Por la noche, efectivos de la UTOP pusieron vallas de seguridad para protegerse en las esquinas cercanas. En La Paz y Santa Cruz se vieron escenas en los que los efectivos entonaban cánticos mientras mostraban sus armas. La tensión bajaba y subía con el rumor de intervención.
RESPALDADOS
Apoyo En horas de la tarde, Jaime Solares se hizo presente en las afueras de la UTOP y expresó su apoyo a los policías de base. Las esposas aseguraron que se trata de un “asunto político”. También llegaron al lugar para respaldar el motín, el mayor David Vargas y el dirigente del magisterio urbano José Luis Álvarez.
Ley 101 La Ley 101 prohíbe a los efectivos policiales hacer declaraciones a la prensa, y estipula una serie de sanciones por faltas y atrasos.
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