08 agosto 2011

GRITO DE INDEPENDENCIA Así nació Bolivia

ACTA DE LA INDEPENDENCIA DEL ALTO PERÚ, HOY BOLIVIA

(Fragmento)

La representación soberana de las provincias del Alto-Perú́, profundamente penetrada del grandor e inmenso peso de su responsabilidad para con el cielo y la tierra, en el acto de pronunciar la suerte futura de sus comitentes, despojándose en las aras de la justicia todo espíritu de parcialidad, interés y miras privadas; habiendo implorado, llena de sumisión y respetuoso ardor, la paternal asistencia del Hacedor santo del orbe, y tranquila en lo íntimo de su conciencia por la buena fe, detención, moderación, justicia y profundas meditaciones que presiden a la presente resolución, declara solemnemente a nombre y absoluto poder de sus dignos representados: Que ha llegado el venturoso día en que los inalterables y ardientes votos del Alto Perú, por

emanciparse del poder injusto, opresor y miserable del rey Fernando VII, mil veces corroborados con la sangre de sus Hijos, consten con la solemnidad y autenticidad que al presente, y que cese para con esta privilegiada región la condición degradante de colonia de la España, junto con toda dependencia, tanto de ella, como de su actual y posteriores monarcas: que en consecuencia, y siendo al mismo tiempo interesante a su dicha, no asociarse a ninguna de las repúblicas vecinas, se erige en un Estado soberano e independiente de todas las naciones, protestan a la faz de la tierra entera, que su voluntad irrevocable es gobernarse por sí mismos, y ser regidos por la Constitución, leyes y autoridades que ellos propios se diesen y creyesen más conducentes a su futura felicidad en clase de nación, y el sostén inalterable de su santa religión católica, y de los sacrosantos derechos de honor, vida, libertad, igualdad, propiedad y seguridad. Y para la invariabilidad y firmeza de esta resolución se ligan, vinculan y comprometen, por medio de esta representación soberana, a sostenerla tan firme, constante y heroicamente, que en caso necesario sean consagrados con placer a su cumplimiento, defensa e inalterabilidad, la vida misma con los haberes, y cuanto hay caro para los hombres. Imprímase comuníquese a quien corresponda para su publicación y circulación. Dada en la sala de sesiones en 6 de agosto de 1825, firmada de nuestra mano, y refrendada por nuestros diputados secretarios».

Homenaje a la casa de la libertad



El emperador romano Tulio César expresaba: “No saber lo que ha ocurrido antes de nosotros, es como seguir siendo niños”.

El valor de conocer la historia, no es como se ha dicho, para ayudarnos a no repetir errores, porque en realidad, a mi entender, la historia no se repite, como no se repite nada por igual en la vida humana. El valor radica en enseñarnos a conocer a los que nos precedieron, ¿quiénes fueron?, ¿qué hicieron?, para que de esa manera podamos comprender el presente y prever el futuro.

El hombre, como Jano, vive mirando simultáneamente hacia su pasado y su futuro, lo aprendido en el pasado le sirve, teóricamente para construir un futuro mejor.

Remontándonos a la historia, el día 15 de abril de 1624, la Compañía de Jesús, tomó posesión de unos terrenos, con destino al funcionamiento de la Universidad de San Francisco Xavier, a partir de esa fecha, en este solar se efectuaron las construcciones que comprendían la Capilla o Aula Magna, lo que hoy en día constituye la Casa de la Libertad.

Ella representa el Templo Sagrado de la Patria, la Casa de la bolivianidad, fue donde se prendió la llama de la libertad un 25 de mayo de 1809, que iluminó esta parte del continente americano.

En los 387 años de existencia de esta vieja casona, desde luego, el acto histórico trascendental y el más importante, fue la Pro- clamación de la Independencia de Bolivia.

Allí un día estelar, el sábado 6 de agosto de 1825, nació la Patria, en esos recintos vibró la voz de los 48 representantes de las cinco provincias altoperuanas, que asistieron a la Asamblea Deliberante.

El diputado secretario Ángel Mariano Mos-coso dio lectura al extenso documento recordando que “El furioso león de Iberia que lanzándose desde las columnas de Hércu- les hasta los imperios de Moctezuma y Atahuallpa había despedazado el desgraciado cuero de América…” Allí se bautizó a Bolivia, se dotó de una Constitución política a esta naciente República.

Se crearon los símbolos patrios, la primera bandera con una franja horizontal roja ancha enmarcada por dos bandas verdes más estrechas, al centro se encontraban cinco estrellas que representaron a las cinco provincias.

El primer escudo tenía en su interior tres campos horizontales, la franja superior se apreció cinco estrellas que representaron a los cinco departamentos, en el área central se ubicó el árbol del pan y una llama. En la parte superior el cerro de Potosí y dos figuras femeninas ostentaron una cinta con la leyenda “República de Bolívar”.

En el transcurso del tiempo estos emblemas han sufrido varias modificaciones, hasta consolidar los símbolos que en la actualidad ostentamos.

En ese sagrado recinto el 12 de julio de 1839, se le otorgó a esta ciudad la justa Capitalidad de Bolivia. Luego de prolongados debates, el Congreso Constituyente presidido por el Honorable Gregorio Reynolds sancionó la siguiente ley que en su Artículo Primero establece:”La ciudad de Chuquisaca es la Capital de la República de Bolivia y conforme a la Ley del 11 de agosto de 1825 se llamará en adelante la Ciudad de Sucre”.

La cuna de bolivia

La memoria colectiva suele anclarse a objetos, frases, personajes y otros escenarios que jugaron un rol especial en el proceso de lucha por la independencia y que luego de 186 años aún capta ese interés colectivo.

En sus orígenes este edificio fue conocido como la "Universidad Revolucionaria" donde los estudiantes de toda América venían a aprender Derecho y además comenzaban a hilvanar las ideas revolucionarias.

De este lugar se graduaron ilustres

personajes, los próceres que más tarde -en base a sus ideales- se convirtieron en los promotores de la independencia, dentro el país como en países vecinos.

La asamblea de diputados de las cinco provincias altoperuanas se reunieron, convocadas por el Mariscal Sucre por decreto de 9 de febrero, para deliberar sobre el destino del país. Posteriormente, esta Casa se convirtió en el Congreso y en este lugar se sesionó desde 1825 hasta 1898, fecha en que la Sede de Gobierno se trasladó a la ciudad de La Paz.

LA PARTE OSCURA

En algunos momentos de la historia esta Casa fue convertida en caballeriza y en cuartel, fue desvirtuada toda la sillería jesuítica y la parte del coro fue repintado por manos no profesionales, igualmente se quemaron documentos, es más una parte de esta Casa se vendió a la Empresa Nacional de Teléfonos.

Luego, durante el gobierno del presidente Quintanilla, este patrimonio pasó a manos de la Sociedad Geográfica y de Historia de Sucre fundada en 1886, que durante varios decenios fue adquiriendo y coleccionando artículos referentes a la época y la Casa de la Libertad.

En el año 1975, el Banco Central de Bolivia emocionado por el patriotismo y el civismo de Joaquín Gantier, el primer custodio de la Casa de la

Libertad, se decidiera hacer la restauración profunda y seria de esta Casa Madre para devolverle su belleza original, que es representativa de la identidad nacional por ser una arquitectura barroco mestiza.

En 1983, por decreto supremo de 3 de agosto, elevado a rango de ley el 5 de febrero de 1986, se encomendó al Banco Central de Bolivia la tuición y administración general de la citada Casa.

El edificio en sí es muy valioso, con su centenario Salón de la Independencia, antes capilla jesuítica. Es, sin duda, el mayor monumento cívico-religioso de la Nación. Constituye una joya arquitectónica virreinal y a la vez una reliquia histórica donde se forjó la independencia nacional, nació y se bautizó la República de Bolivia.

Actualmente, la Casa de la Libertad guarda documentos y objetos históricos invalorables. Es un museo que tiene varios salones con diferentes conceptos históricos.

SALA VIRREINAL

La visita dirigida por guías a la Casa de la Libertad empieza en la Sala Virreinal, la cual está presidida por un retrato del rey de España Carlos III, monarca progresista que suprimió a los corregidores, cuyos abusos habían provocado la gran sublevación indígena de 1780 en Perú y Charcas.

Este monarca cometió el error de expulsar a los jesuitas de sus dominios, medida que afectó el desarrollo de los estudios universitarios y de las misiones en los llanos tropicales.

En este salón también se exhibe el retrato del virrey Toledo, llamado el "Solón Peruano" por su gran obra legisladora, por disposición suya se fundaron las villas de Cochabamba y Tarija. Su gran obra de gobernante se ve empeñada por sus ordenanzas sobre el sistema de la "mita" en las minas y por la ejecución del Inca Tupac Amaru.

Esta sala también presenta la efigie de José Miguel de Antequera, fiscal de la Audiencia de Charcas, enviado a pacificar el Paraguay, el cual es considerado como el precursor de su autonomía.

Juan José de Segovia, oidor de la Audiencia de Charcas y primer rector criollo de la Universidad de San Francisco Xavier. Está retratado con su esposa, Manuela del Risco y Agorreta, dama de gran fortuna y que viste con una falda plisada, que luego serviría de modelo para las polleras.

Los visitantes se ven atraídos por un gran mapa de las colonias españolas de Sudamérica, editado en España en 1775, y que revela la gran dimensión de la Audiencia de Charcas, extendida desde las inmediaciones del Cusco, Perú, hasta el sur de Buenos Aires, comprendiendo su jurisdicción el norte argentino, Paraguay, Uruguay y parte del sur del Perú, entre el Pacífico y el Atlántico.

Sala de los guerrilleros

Está destinada a recordar a los guerrilleros que combatieron sin tregua contra las tropas virreinales procedentes del Perú. En este ambiente se destaca la efigie de doña Juana Azurduy, la insig-ne mujer chuquisaqueña, que encabezando a su escuadrón "Leales" coadyu- vó a su esposo Manuel Ascencio Padilla, que durante varios años luchó contra las fuerzas realistas entre Tarabuco, La Laguna, Pomabamba y El Villar.

También se exibe la efigie ecuestre de Padilla, caudillo de la principal guerrilla del Alto Perú. Además de los retratos de otros caudillos Moto Méndez, Vicente Camargo y Arenales, así como un cañón de montaña y otras armas empleadas en la guerra emancipatoria y el retrato auténtico del brigadier realista José Manuel de Goyeneche, que encabezó la reacción virreinal contra la Revolución paceña y fue vencedor del primer ejército auxiliar argentino en Guaquí y un cofre de madera tallada que guarda los restos de doña Juana, muerta en Sucre en 1862, a los 82 años.

galería de presidentes

La sala que en el siglo pasado fue ocupada por la Cámara de Senadores ahora está dedicada a la galería de Presidentes, desde el primero: el Mariscal Sucre, hasta Carlos Diego Mesa Gisbert. Complétase esta galería con algunas prendas personales, armas, bastones de ceremonia y uniformes de los mandatarios.

En la testera de la sala se alza un gigantesco busto del Libertador tallado en una sola pieza de algarrobo por el artista Mauro Núñez, flanqueado por las tres banderas bolivianas, la de 1825, la de 1826 y la actual.

Otra bandera, la última que flameó en Antofagasta el 14 de febrero de 1879 y que fue arriada por la muchachita Genoveva Ríos antes de que fuera ultrajada por los invasores chilenos, se halla guardada y exhibida en una vitrina en la parte baja de esta sala. Condecoraciones, bastones de ceremonia y prendas personales de algunos mandatarios están a la vista de los visitantes.

Biblioteca y mapoteca

Con cinco mil libros, algunos impresos en 1588 y años siguientes, especializados en Historia y Geografía nacionales, la colección incluye ediciones modernas.

Atiende diariamente a los investigadores y estudiantes; los primeros interesados sobre todo en los documentos virreinales y los segundos en busca de información sobre Historia y Geografía.

La Mapoteca está compuesta por cartas geográficas y planos que superan los dos mil ejemplares. Desde el período virreinal, incluyendo las de las misiones jesuíticas, de la Audiencia de Charcas y otras, hasta los primeros mapas republicanos y los últimamente editados por el Instituto Geográfico Militar.

La Casa posee un gran fondo de planos de ciudades antiguas y modernas así como de edificios y monumentos sumando un total de 1.500 piezas.

El Fondo del Archivo Histórico, con 1.300 documentos, conserva papeles que datan desde 1535 hasta 1980.

El salón de la independencia

Donde se fundó bolivia

Acta de la independencia

En este salón se proclamó la autonomía de Charcas y creó la República de Bolivia.

A partir de entonces, hasta 1898, en esa sala se reunió el Congreso Boliviano. En ella se sancionaron las leyes fundamentales del país y prestó juramento el Mariscal Sucre como Presidente Constitucional de Bolivia, tal cual lo hicieron después otros gobernantes del país.

Este salón se halla presidido por un gran retrato de Bolívar, pintado en Lima por Gil de Castro, flanqueado a su derecha por la efigie del Mariscal Sucre y a su izquierda por la del General José Ballivián, vencedor en Ingavi del Ejército peruano que invadió nuestro territorio. Junto al retrato de Sucre se guarda en una urna la espada guerrera que empuñó victoriosamente en Ayacucho. La efigie de Ballivián tiene a su derecha la espada de Ingavi, guardada también en una urna.

Detrás de la gran mesa de la testera, cubierta de paño rojo, se ubica el solio que ocupaba el Arzobispo de La Plata en los actos académicos de la Universidad.

El artesonado mudéjar de la antigua capilla jesuítica, rojo y verde es del siglo XVII, así como la sillería adosada a las paredes laterales en lo alto de patillas. En este salón se destaca magníficamente el coro tallado y dorado a la hoja hace tres siglos.

Al pie de la sillería adosada a las paredes se ubican escaños de la universidad jesuítica, en verde y dorado, que se destinaban para el uso de invitados especiales a las ceremonias.

Sobre una columna de granito se exhibe en una urna el Acta de la Independencia del Alto Perú.

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