El presidente del Senado José Alberto Gonzales, explicó que el proyecto será remitido al Tribunal Supremo Electoral (TSE) y luego al Tribunal Constitucional (TC) para el control de constitucionalidad; posteriormente retornará al Congreso y en otra sesión se aprobará la pregunta del referendo, que debe ir también al TC. Luego, recién se convocará a la consulta.
Las fricciones empezaron desde el inicio de la sesión porque la directiva de la Asamblea permitió el ingreso de barras del MAS a los balcones. Sí, barras, mientras que los efectivos policiales colocaban tres dispositivos de seguridad en las puertas del hemiciclo y restringían el ingreso de asesores y personal de apoyo de los partidos opositores.
Así, los opositores eran presionados desde dentro y fuera de la Asamblea. En el edificio que simboliza la democracia boliviana, la sesión se inició y transcurrió a gritos, con cerradas silbatinas para los rivales del MAS.
Los argumentos
Los hechos de corrupción que protagonizaron los dirigentes y autoridades del MAS fueron el común denominador del discurso opositor; el fracaso de las empresas del Ejército, YPFB o el Fondo Indígena eran los temas favoritos y que por eso el MAS quiere permanecer en el poder.
La actitud del MAS era clara, dejaron ‘hablar’ a los opositores, pero contestaban a gritos cualquier acusación, mientras el oficialismo afirmaba que debía ser el pueblo el que defina con su voto un nuevo mandato.
“¡Sin llorar, sin llorar!” gritaban los masistas; “¡sin robar, sin robar!”, les contestaban desde el frente. Los opositores vincularon el resultado del referendo por el estatuto autonómico como señal para la ‘rereelección’; mientras que los oficialistas utilizaron el fallo judicial de La Haya con gigantografías en el hemiciclo.
Varios de los legisladores declararon ser exconstituyentes y recordaban la forma cómo se aprobó la Carta Magna en Sucre, Oruro y La Paz. Nada de eso importó. El rodillo actuó
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