01 febrero 2016

Gloria Ardaya, sobreviviente de la masacre de la calle Harrington “La democracia es pluralismo, es rendición de cuentas y renovación”

"Estamos viviendo una democracia sin ciudadanos, un Estado sin sociedad y una supuesta revolución sin revolucionarios”. Es el diagnóstico de Gloria Ardaya, única sobreviviente de la masacre de la calle Harrington del 15 de enero de 1981, bajo la dictadura de Luis García Meza, durante la cual fueron asesinados ocho miembros de la dirección clandestina del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

Promotora del NO en el referendo del 21 de febrero próximo afirma que rechaza la modificación del artículo 168 de la Constitución por convicción democrática. "La democracia es pluralismo, es rendición de cuentas, es renovación”, subraya durante el Desayuno de Trabajo de Página Siete.

"Quienes nos gobiernan llegaron al poder por métodos democráticos, pero, una vez en el gobierno, no respetan esos métodos democráticos. Entre otras razones, porque no son demócratas”, agrega. "Lo que quiere el actual régimen -dice- es perpetuarse en el poder”.

Ardaya recuerda que los bolivianos votarán el 21 de febrero por una reforma constitucional, no por un gobierno alternativo. "Vamos a votar por un artículo de la Constitución. No estamos revocando el mandato a Evo Morales”, sostiene al salir al paso de las afirmaciones oficialistas en sentido de que los promotores del NO no tienen un proyecto alternativo y que además buscan apartar a Evo Morales del poder.

¿SÍ o NO?
NO.

¿Por qué?
Porque defiendo un principio, el principio democrático. Mi generación es la generación que luchó por la democracia y, por tanto, mi compromiso principal es la defensa de la democracia, pero además una defensa desde la izquierda, porque mi generación tiene un pasado que está absolutamente comprometido con ese principio y, por supuesto, del hecho de que personalmente no considero que la democracia sea un concepto estático, sino que es un concepto que se va construyendo y reconstruyendo permanentemente y también deconstruyéndose. La democracia es algo absolutamente dinámico y me enmarco en esa tendencia teórica y es eso lo que practico. Es decir, la democracia va permanentemente mejorando. La democracia es pluralismo, es rendición de cuentas, es renovación. Una democracia no puede quedarse estancada en sus liderazgos. Cada gobierno hace una gestión específica y yo creo que el actual gobierno ha cumplido un rol histórico, como lo cumplió el de Hernán Siles Suazo, Sánchez de Lozada, Carlos Mesa y Eduardo Rodríguez Veltzé. El MAS hizo su aporte al país y es bueno para la democracia renovarse, que haya nuevos liderazgos. Una expresión de esa democracia es la renovación y la rendición de cuentas. Es bueno que el país asuma ese reto.

¿La renovación?
Lo que quiere el actual régimen es perpetuarse en el poder. Lo que está ocurriendo en este momento es que estamos viviendo una democracia sin ciudadanos, un Estado sin sociedad y una supuesta revolución sin revolucionarios. En el país se ha desterrado la política y cuando hablo de destierro de la política, estoy hablando de que se ha intentado implantar un pensamiento único. La política ha sido sustituida por la ideología, por la "línea correcta”. No estamos discutiendo qué país queremos ni hacia dónde vamos. Y eso me parece muy grave. Se ha implantado una ideologización excesiva que impide el debate, porque cuando tú planteas un debate o dicen que eres de la CIA o neoliberal o Chavista, porque esta sobreideologización no sólo viene de un lado, sino también del otro lado. En este sentido hemos perdido la posibilidad de discutir y siento que nación y sociedad no están coincidiendo. Está predominando lo que llamábamos antiguamente la línea correcta, si tú eres de izquierda votas por el MAS, si eres de derecha votas por los otros.

El Vicepresidente acaba de decir que votar por el NO es votar contra la democracia…
Así es. Él está atentando contra un principio básico de la democracia que es la posibilidad de la alternancia. La idea que uno encuentra en el Vicepresidente es la de eliminar absolutamente cualquier atisbo de oposición y para mí un principio básico de la democracia es que exista la oposición. De allí esa idea yo diría absolutamente autoritaria, de pensar que están en la línea correcta, de que poseen la verdad y de que son portadores de todas las reglas. No soy de derecha, no lo he sido ni lo seré, pero estoy en contra de la reelección porque me parece que atenta contra la democracia. Incluso en la democracia comunitaria hay rotación. Todas las autoridades del sistema comunitario son rotativas, el ejercicio de la representación es un servicio en el cual todos deben rotar. Si el Presidente fuera consecuente se guiaría por este principio. En ese sentido, yo diría que es absolutamente importante que desde la sociedad asumamos nuestras responsabilidades y no caigamos en la manipulación de que votar por el NO es votar por la derecha o por el imperialismo.

Uno de los argumentos que esgrime el Gobierno es que no hay una alternativa al MAS…
El 21 de febrero no vamos a votar por un gobierno alternativo. Vamos a votar por un artículo de la Constitución. No estamos revocando el mandato a Evo Morales. Lo que vamos a hacer el 21 de febrero es defender un artículo de una Constitución que fue ratificada por voto universal y que a través de una serie de enredos legales, políticos y de toda índole está siendo vulnerada permanentemente. Quienes nos gobiernan llegaron al poder por métodos democráticos, pero, una vez en el gobierno, no respetan esos métodos democráticos. Entre otras razones, porque no son demócratas.

El Gobierno sostiene que el Goni y Sánchez Berzain están detrás de los promotores del NO. ¿Te sientes manipulada por esos personajes?
No. Eso te explica cómo consideran a la sociedad boliviana, manipulable, que tú no puedes pensar por ti mismo, nos consideran menores de edad. Está de vuelta el pensamiento mágico: decir que si gana el NO, no va a salir el sol. Es una subestimación de la sociedad muy profunda, de creer que no podemos pensar por nosotros mismos. Y ahí muestran su nivel de autoritarismo. Se creen los portadores del bien común y de la verdad. Por eso digo que éste es el momento en la sociedad, el momento de que desde la sociedad pensemos lo que finalmente le conviene al país.

¿Cómo debería manifestarse este ejercicio ciudadano?
Es absolutamente importante que los bolivianos volvamos a pensar en qué queremos para este país. Hemos tenido diez años de una gran opulencia, pero seguimos zapateando en el mismo lugar. Si ustedes se fijan en el último informe de desarrollo humano estamos en el puesto 119 o 121. Con el neoliberalismo estábamos en el 113 y nunca, como ahora, el país ha tenido tanto dinero. Es absolutamente importante que recuperemos también la memoria.

Hace 10 años el presidente Morales nos prometió que en 10 años tendríamos el mismo desarrollo que Suiza. Es bueno recordar esas cosas. Estamos peor que muchos países latinoamericanos que no tienen los recursos naturales que nosotros tenemos. Prácticamente no hemos avanzado en estos 10 años. Nuestra responsabilidad es hacer una buena evaluación de lo que pasó estos 10 años porque también no hay que olvidar que cambiaron las bases sociales de la democracia. Ahora tenemos una economía que se ha informalizado de manera muy fuerte, no sólo con una informalidad legal del señor que vende en la calle, sino la ilegal del contrabando, el narcotráfico, etcétera. Así como los partidos tienen sus responsabilidades políticas, también la tienen los medios en recordarnos estas cosas. El presidente Morales prometió que Bolivia se iba a convertir en una Suiza en 10 años, han pasado los 10 años y seguimos siendo el país más pobre de América del Sur. Entonces, yo creo que la memoria es importante. Como dije, primero está el tema de la democracia. Creo que sigue siendo pertinente reivindicarla. Dos, el tema de la política. La política no está vigente. Hay ideología pero no hay política. La política está ausente. Es el momento de impulsarla desde la sociedad.

Dices que el país no ha cambiado en estos 10 años…
No hemos aprovechado los ingresos que hemos tenido estos años. No hay un modelo de desarrollo que guíe nuestra economía. Darle relevancia al Estado no constituye un modelo de desarrollo. No importa si el Estado es más grande o es más chico, lo importante es que el Estado cumpla con las funciones que le han asignado o que se haya autoasignado y que las haga bien, que no ha sido la experiencia de estos 10 años. De eso también nos olvidamos con mucha frecuencia y es un trauma de América Latina, entre otras razones porque se ha destecnificado la decisión pública. Por esa profunda ideologización que existe en el país, la decisión pública no es técnica y eso es gravísimo porque la decisión pública no está siendo guiada por la técnica, sino por la ideología y eso nos va a costar mucho. Y, por último, está la desinstitucionalización. No hay institución que funcione, incluyendo las Fuerzas Armadas, a las que, debido al proceso de cooptación, no se les ha permitido diseñar un papel en la democracia. Por todas estas razones no hemos cambiado de modelo de desarrollo, seguimos siendo un país rentista centrado en el extractivismo, no hemos podido cambia la matriz productiva teniendo absolutamente todas las condiciones para hacerlo.

¿Qué escenario ve si gana el SÍ?
Yo te diría que cualquiera que sea el resultado, la Bolivia de antes y después del referendo no será la misma, porque si gana el SÍ, será por un estrecho margen. Y aquí habría que decir que ojalá que la institución electoral juegue un papel medianamente transparente y que no ocurra lo que ha ocurrido en otras oportunidades. A partir de la salida de Salvador Romero, la Corte Electoral es otra cosa, con mesas donde Don Evo ha ganado con 300 votos, es decir con todos los votos de la mesa. En ese sentido es absolutamente importante el papel de la sociedad para evitar un fraude. Yo diría que si gana el SÍ va a ser por estrechísimo margen y de hecho yo creo que dentro del partido de gobierno sí están preocupados. Por eso no son casuales las salidas tan frecuentes del Vvicepresidente en los medios. Ahora está todos los días. Yo creo que si gana el SÍ hay dos escenarios: un mayor autoritarismo y el otro el de una deslegitimidad muy fuerte, porque el proyecto del MAS es un proyecto político sin bases sociales reales. Lo del Fondo Indígena los ha golpeado mucho, sin considerar lo que todos sospechamos, de que hay otros niveles de corrupción más fuertes. No nos olvidemos que la mayor inversión en las obras publicas ha sido sin licitación y, obviamente, eso sólo lo sabremos cuando podamos tener acceso a información más transparente que no la tenemos en este momento.

¿Y si gana el NO?
Bueno, si gana el SÍ también, desde la sociedad va a haber un mayor empoderamiento, porque no creo que se repitan los resultados del 60%. Si gana el SI, va a ser por muy estrecho margen. Si gana el NO, también va a haber un mayor empoderamiento de la sociedad, lo que sería buenísimo y generaría muchas responsabilidades. Ahí yo sí creo que hay que pensar en un proyecto alternativo. Lo primero que hay que hacer después del 21 de febrero es acatar los resultados y después pensaremos en el proyecto alternativo desde la sociedad. Una primera tarea es desestatizar la sociedad porque el Estado la ha acotado. Es preciso que la sociedad recupere su autonomía y deje de pensar en función del Estado. Hay que reforzar una de las tareas pendientes de la transición a la democracia, que es pensar en un equilibrio sano entre Estado, sociedad y mercado. Es absolutamente importante definir qué tipo de Estado queremos, qué tipo de mercado y el papel de la sociedad.

Como el gobierno está en campaña permanente, no está interesado en organizaciones sociales autónomas ni en la existencia de una oposición, que son los principios básicos de la democracia. Por eso digo que no son demócratas. Un gobierno es mejor cuando tiene una oposición y una oposición es mejor cuando tiene un mejor gobierno, porque ambos se equilibran mutuamente. Aquí lo que se quiere es destruir cualquier vestigio de oposición y destruir el patrimonio que tenía Bolivia en su sociedad con instituciones autónomas como la Central Obrera Boliviana, la CSUTCB, las Bartolinas, el CIDOB, instituciones que costaron construir y que las han destruido o dividido. Es absolutamente importante recuperar la autonomía de la sociedad civil.

El "modus operandi” en el Hotel de Las Américas y la calle Harrington fue el mismo

Socióloga, académica y activista de derechos humanos, civiles y políticos, Gloria Ardaya vive a caballo entre Quito y Madrid, ciudades donde se desempeña como docente universitaria. No milita en ningún partido político, pero entre viaje y viaje se da tiempo para visitar La Paz y para tomarle el pulso a la coyuntura política, económica y social del país, del que nunca se sintió alejada.

La masacre de la calle Harrington marcó su vida personal y política. Y retorna a su memoria como un fantasma cada vez que un hecho de sangre agita la vida política boliviana. Es lo que le ocurrió el 16 de abril de 2009 a raíz del asalto policial al Hotel Las Américas de Santa Cruz, que costó la vida de tres supuestos "terroristas separatistas”.

"Cuando eso ocurrió, lo primero que me vino a la memoria fue la masacre de la Harrington. Fue el mismo ‘modus operandi’. Inmediatamente llamé a unos compañeros de Santa Cruz y ellos me confirmaron que eso era lo que había pasado”, dice al comparar ambos hechos.

Y agrega: "Cuando la política está desterrada, las acciones de cualquier gobierno no difieren de las que realiza un gobierno dictatorial, al margen de su origen, haya nacido por la vía de las elecciones o del golpe de Estado”.

Ardaya habla y formula sus críticas desde la izquierda. "No soy de derecha, no lo he sido ni lo seré”, dice al defender su posición a favor del NO y rechazar la "manipulación” de quienes afirman que "votar por el NO es votar por la derecha o por el imperialismo”.

Recuerda que ella, como su partido de entonces, el MIR, se adscribió al proyecto democrático cuando, en plena transición, la izquierda se debatía entre dos vertientes para terminar con las dictaduras militares: "Una que pretendía buscar el socialismo y otra, a la que yo me adscribí, que sostenía que la principal contradicción estaba entre democracia y dictadura, que es la que triunfó en todos nuestros países”. "Hay una fracción de la vieja izquierda que nunca creyó en la democracia. Para ellos, la democracia, las instituciones eran burguesas y había que destruirlas. Es gente que nunca creyó en la democracia, ni antes ni ahora, pero sí usaron la democracia de manera instrumental”, concluye.

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