30 septiembre 2015

León Valencia Agudelo: “La reelección no nos hizo bien, ni siquiera a su protagonista”

En la década de 1970 decidió que la violencia de la dictadura militar y la injusticia social no se podían tolerar más. Así que empuñó las armas. Hoy es uno de los más importantes ‘abogados’ de la paz en Bogotá.
En Colombia, hace poco un presidente intentó cambiar la norma para habilitarse para la búsqueda de una segunda reelección. Un caso parecido domina el debate hoy en Bolivia. ¿Qué piensa de la reelección?
A nosotros, realmente, la reelección no nos hizo bien. Ni al propio protagonista de la reelección. Vino un señor y dijo, vamos por una primera reelección. Que sean solo dos periodos. Entonces se reeligió al presidente Álvaro Uribe. Y, de su segundo mandato, es una de las cargas más duras que tiene Uribe porque la mayoría de los casos de corrupción se hicieron en el segundo mandato. Y hoy está buena parte de su gabinete ministerial en cuestionamiento judicial, unos huyendo al exterior, otros en las cárceles colombianas.

Hay ministros de su mandato en las cárceles y hay 61 parlamentarios condenados y a 67 más se les ha abierto procesos. A Uribe, la Corte Constitucional no le permitió una reelección indefinida.

Le puso ese veto después de haber pasado, después de haber ganado en el Congreso y nadie impugnó eso. Luego vino Juan Manuel Santos y aprovechó y se ha hecho reelegir una vez, pero ahora Santos quiere revertir eso. Dice que ni siquiera debe haber una reelección y está haciendo una ley de equilibrio de poderes para que no haya reelección.
Usted destacó que en Latinoamérica hubo un cambio de élites políticas.

¿Por qué cree que son importantes estos cambios de élites políticas?
Pues es que toda América Latina es muy diversa. Representa un mundo muy rico, digamos, en etnias, en clases sociales, en regiones, en diversidades locales. Y eso tiene que llevar a que también, entonces, en la democracia se exprese toda esa diversidad en partidos políticos, en liderazgos. ¿Y qué pasó? Aquí, en el siglo XIX se formaron unas élites muy ligadas en principio a la tierra, a la minería, a la riqueza mineral de toda la región. Y formaron partidos políticos importantes que a principios del siglo XX generaron una identidad propia en toda la región. Pero después esas élites se fueron desgastando y lo que ocurrió fue la irrupción de nuevos proyectos políticos de diversos lados. Y aquí se produjeron cosas fenomenales.

En el caso de Brasil, un obrero metalúrgico llegó a la Presidencia de la República. En Bolivia, de forma impresionante, un indígena llega a la Presidencia. En Venezuela, paradójicamente, un militar gira a la izquierda y genera un fenómeno político.

¿La expresión de la diversidad es lo fundamental del recambio político?
Sí, eso es muy importante. Segundo, estas nuevas élites que llegan a gobernar vienen con preocupaciones sociales. En el caso de Lula, se sacó a treinta millones de personas de la pobreza. ¡Oiga! Pusieron a jugar a Brasil en las grandes ligas de la economía mundial, generaron pluralismo político. Pero ahora empiezan a reclamarle sobre corrupción.

¿La búsqueda de prórroga en el poder no es un riesgo para la legitimidad de las nuevas élites latinoamericanas?
Creo que se está cerrando el ciclo y hay una inflexión. Se abre una búsqueda, nuevamente. En Venezuela hay una búsqueda. En Brasil hay una búsqueda. Aquí han descrito que también hay una búsqueda. Que hay una paradoja: que hay un Gobierno central de mayoría pero que en los gobiernos subnacionales y locales hay una diversidad de partidos.

¿Cómo es que un hombre que optó por la lucha armada revolucionaria hoy se presenta como abogado de la paz?
Fui jefe del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia, que aún sigue en acciones. Me retiré del ELN. Negocié la paz en 1990 porque creí que ya había terminado el ciclo de la búsqueda del cambio por la vía de las armas. Y desde entonces me dediqué a luchar por la paz. Todos comprendimos en América Latina que se agotó el ciclo de la violencia en favor del uso de métodos democráticos

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