22 septiembre 2014

Mario Orellana cumple una promesa con San Sebastián



Ha vuelto al lugar donde estuvo recluido durante ocho días. Mario Orellana, postulante a senador de Cochabamba por el Movimiento Sin Miedo (MSM), tiene un compromiso con los reclusos de San Sebastián, a quienes les prometió poleras y equipo deportivo. Los policías lo reciben con un abrazo. “¡Ha llegado ‘el con miedo’!, le gritan los reos del penal.

Piensa. Fue apenas hace 24 horas que se registró una balacera en la cárcel de El Abra. Se enteró de la muerte de cuatro personas ese mismo día, cuando un equipo de L A RAZÓN llegó a su casa. Reflexiona. Dejó la penitenciaría el 5 de septiembre y se acercó a uno de los problemas más complejos del país, la situación de los penales.

Son las 07.11 y él está con una gorra, la chamarra “verde Sin Miedo”, unos jeans y botines. Ha salido de su casa para contactarse con este diario. La primera parada, la calle Soruco en Santa Bárbara Sud; allí vive. En la casa todo es ajetreo y Mónica Choque, su esposa, le recibe mientras Diego Lenin, su hijo de 12 años, desayuna rápido; debe ir al colegio. Mario Orellana le acompaña; camina tres cuadras con él y antes de llegar al estable-

cimiento se despide —“Papi, era hasta la esquina nomás”, reclama.

El padre cuenta que hace lo posible por acompañar al casi adolescente, dos o tres veces a la semana; la campaña absorbe su tiempo. Vuelve a casa para desayunar.Pan tortilla, quesillo y un tecito con limón es el desayuno, mientras monitorea los canales de televisión. Busca noticias, en casi todos los medios hablan de lo ocurrido en El Abra, la requisa y los hallazgos.

Son las 07.50, hora de ir a la casa de campaña. Usualmente viaja en el taxi-trufi 110, pero uno de sus compañeros se ofrece a llevarlo. Ya en ruta, un control policial, en inmediaciones de la Terminal de Buses, le causa risa, pues

Son las 07.50, hora de ir a la casa de campaña. Usualmente viaja en el taxi-trufi 110, pero uno de sus compañeros se ofrece a llevarlo. Ya en ruta, un control policial, en inmediaciones de la Terminal de Buses, le causa risa, pues los policías llevan chalecos refractarios de color verde. “Parecen militantes Sin Miedo”, comenta. Consultado sobre el proceso legal en su contra, explica que apelará a la decisión judicial de abrir causa y comenta que mientras visitaba el juzgado le contaron que el juez cautelar que lo envió a la cárcel pasó un día en su oficina, encerrado, para tomar una decisión respecto al pedido de cesación a la detención. “El 7 de octubre me toca ir a firmar”, indica. Mario Orellana no solo es candidato, es el jefe de campaña en el valle. En su oficina delega tareas, entre ellas la entrega de equipo deportivo en el penal de San Sebastián. Luego, en las calles otra vez, rumbo al mercado 10 de Febrero, al norte de la ciudad.

El reloj marca las 10.00. Antes de continuar con el recorrido debe pasar por la penitenciaría mencionada. El policía Lipa lo recibe con un apretón de manos y un abrazo. ¿Puedo hablar con Pablo?, consulta mientras el oficial le permite el ingreso. Al interior, otros siete efectivos saludan y se escucha: “¡El Orellana ha regresado, aquí está el hombre con miedo!”. Ríe, aunque no tanto.

Un sello en la muñeca de la mano izquierda y ya está dentro; siete minutos de plática y varios saludos logran el objetivo: anunciar que en dos días estará de regreso con material deportivo para disputar un partido de fútbol. En el penal es reconocido; Mario Orellana estuvo detenido, acusado de falsedad material e ideológica y uso de instrumento falsificado; delitos en los que presuntamente incurrió por presentar su declaración jurada en la que figura Cochabamba como su residencia permanente, pese a ser consejero en La Paz poco tiempo antes de optar al cargo de asambleísta. El celular timbra, lo esperan en el mercado. Es tarde y la postulante de la Circunscripción 20, ya en el centro de abasto, empieza a repartir bolsas plásticas de color verde; en ellas se lee: “Para llegar a fin de mes, Sin Miedo”. “Una bolsita para que compre pan”, le dice a la gente. Algunos reciben el regalo y agradecen, pocos lo rechazan, otros lo piden con premura, especialmente las señoras, mientras que las caseritas quieren más regalos para la venta del día.

Revisa las notas políticas de los periódicos. Halla una sobre Samuel Doria Medina. “Dice que cobrará 5.000 dólares por auto chuto; ya ha perdido”. Respecto a las propuestas, habla de Evo Morales y el plan energético, “está mintiendo”, asegura sin enfado.

Como buen cochabambino, Orellana y sus acompañantes van por la sajra hora (comida de media mañana). ¿Salteñita, rellenito?, y todos en busca de los famosos rellenos Calama y un refresco que urge, pues hace calor. Es tarde, la gente lo espera en la plaza 14 de Septiembre, a donde llega tras sortear una protesta. Un periodista le saluda y lo entrevista. Es curioso, un efectivo policial de Inteligencia sostiene el micrófono, mientras el aspirante habla de la campaña, de la preocupación de lograr más adhesiones.

Debe regresar a la casa de campaña. Fue invitado a un programa de televisión y enviaron un temario con unos diez puntos. Cerca de las 13.30 deja la oficina porque es hora del almuerzo. Invitó a algunos colaboradores a su casa. Antes de la comida revisa en internet una nota publicada en un periódico paceño. “Tú vas a contar lo que hago, describir todo”, le dice a la periodista de Animal Electoral.

En el almuerzo, la conversación se centra en los problemas al interior de las cárceles. “Es otro mundo”. Orellana asegura que al interior de ese recinto está prohibido el ingreso de policías, tampoco entran funcionarios de Régimen Penitenciario. Recuerda la incomodidad de los espacios para dormir en San Sebastián. Hay silencio cuando se indaga sobre cobros, maltratos... “Prefiero hacer una propuesta para lograr cambios, el problema es estructural”,

anticipa y luego advierte que evitará hablar de las cosas malas que pasan al interior de la penitenciaría; de lo que le hicieron. “La gente sufre, no vamos a aumentar más problemas a sus penas”, agrega.

Un spot del MSM modifica la conversación y los comentarios ahora tienen que ver con los festejos de la efeméride del 14 de septiembre en Cochabamba. Los compañeros de Mario Orellana dejan la casa; deben preparar la campaña puerta a puerta en Jaihuayco, al sur de la ciudad. Ya solos, la esposa nota que su compañero tiene

un sello en la mano. “¿Fuiste al penal?” —pregunta. El postulante confirma el dato con tono distraído. Mónica quiere una foto en familia. “¡Marito, deja el celular!”, exclama. Ella apoya a Mario en todo; le sigue de cerca; trabaja en la campaña como encargada de coordinación con medios de comunicación. Dejó su empleo para ayudar y aunque el nuevo oficio le agrada mucho, piensa en su hijo, que se queda solo mucho tiempo.

A las 16.00 debe estar en radio Cepja; la pareja se alista y deja el hogar a las 15.10. En la puerta de la emisora se oyen bocinazos de los vehículos. Los conductores se detienen y le piden regalos. “¡Más bolsitas, Orellana!”, gritan algunos. “Te vamos a apoyar; suerte, muy bien”, le dicen desde el volante. Unas señoras le preguntan cómo está. Aseguran que les preocupó su detención.

“En la tele nomás te vimos, no te olvides de nosotras”. Pocos pasos más allá, un ciudadano le dice: “Voy a votar por el Evo”; no quiere regalos. En la radio están los periodistas Juan Carrillo y Eduardo Vásquez. El candidato se presenta ante el micrófono.

“Mario Orellana; nacido el 31 de julio de 1972 en Sicaya, Capinota; casado con Mónica Choque y tenemos un hijo de 12 años (...). El MSM es mi único partido en 15 años de carrera política, con oportunidades, sabores y sinsabores que se los debo a los Sin Miedo; ratifico mi convicción para construir un instrumento al servicio del pueblo”. Es contador, ejerció cargos públicos: constituyente, consejero en La Paz y asambleísta departamental en Cochabamba. Son las 17.15. Propone un receso hasta las 19.00.

Cayó la noche y es tiempo de evaluar la campaña. A las 21.10 asiste a un debate; el evento se extiende más de lo previsto. A las 22.15 va al encuentro del líder de los Sin Miedo, Juan del Granado, que arribó a Cochabamba; es tiempo de campaña y de efeméride.


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