27 abril 2014

Un sargento recuerda los abusos a los que fue sometido por 17 años “Me dieron arresto indefinido, hasta que se acordaron de mí”

Un efectivo de bajo rango de las Fuerzas Armadas (FFAA), quien pidió mantenerse en el anonimato, dio a conocer los maltratos por los que pasó para ser parte de esta institución. El arresto indefinido es su peor recuerdo.
Hace 17 años que él pertenece a la Fuerza Aérea Boliviana (FAB); su pasión por los aviones lo impulsa a mantenerse aún dentro de las filas militares. En su tiempo libre hace aviones y motores a escala. No obstante, recuerda anécdotas "no tan buenas” que marcaron su vida.
"Mi padre ha sufrido haciéndome estudiar para ser militar. Le decían ‘dame plata, te lo voy a hacer salir a tu hijo rápido’, pero él nunca aceptó esas ofertas porque decía que si yo seguía y salía iba a ser por mi capacidad y no por otra cosa”.
Castigos como "el chancho”, trípode y los constantes arrestos para él todavía están presentes. "Utilizaban los palos como máximo recurso para pegarnos. En Cochabamba existen las ramas con espinas, los molles, con eso nos maltrataban; tenías que callarte y aguantar hasta que tú egreses de la escuela, aunque después la pesadilla seguía y era más grande”.
El militar obtuvo su primer grado e imaginó que los maltratos cesarían. "Como sargento inicial una vez me arrestaron indefinidamente hasta que se acuerde el comandante. Me quedé casi dos meses arrestado, ¿dónde nos íbamos a quejar?”.
Él sabía hacer su trabajo (mecánica aeronáutica), pero en la frontera de Villamontes, Tarija, no pudo dedicarse a esto porque no había trabajo en el área en la que se especializó, por lo que cuando cometió una equivocación lo arrestaron.
"Durante el arresto indefinido no se podía salir, tenía que estar en la unidad o el cuartel. No tenía los privilegios de un arrestado sobre la comida, yo tenía que comprarme con mi dinero. Después de harto tiempo el comandante me vio, se acordó de mí y fue como una burla para él. Me dijo: ‘andate nomás a tu casa’. Me fui y me sentí contento de poder ver de nuevo a mi familia”.
Otro recuerdo son las apuestas que hacían los oficiales con ellos. "No hay el arresto en conjunto, no está establecido, pero nos arrestaron a todos supuestamente porque no cumplíamos las labores. Después de dos horas nos levantaron el arresto y nos enteramos de que era una apuesta entre los jefes para ver quién arrestaba primero a un subordinado, es una forma de burla hacia nosotros”.
Cuando lo enviaron a otro de sus destinos en frontera, las diferencias entre los oficiales y suboficiales se hizo más evidente. Denuncia que los superiores eran los primeros en cargar sus refrigeradores, colchones y el resto de su equipaje en el avión que los trasladaría. Cuando era su turno ya no había espacio en el compartimento, se veía obligado a vender sus pertenencias hasta quedarse con poco, lo que entrara en el avión.

Actualmente su trabajo consiste en hacer mantenimiento a los aviones del Transporte Aéreo Militar (TAM) y para ello necesita indumentaria especial. Él y otros sargentos pidieron guantes y los comandantes les respondieron que ellos mismos debían comprárselos. "Cuestan unos 100 bolivianos. Tampoco tenemos protección para los ojos y oídos, porque cuando pasan 10 a 20 años perdemos la audición por el ruido de los motores de avión”.
A lo largo de su carrera (17 años) sólo una vez le llegó la dotación del uniforme camuflado. "En 2000 me llegó un camuflado y botas, fue la única vez que me llegó dotación, aunque por ley me corresponde cada año. Después de esa vez, hasta ahora, no he recibido nada. A los oficiales nomás les llega lo mejor de manera reservada y a escondidas”.
El sargento habló de una orden para los suboficiales y sargentos de la FAB: tienen prohibido acercarse o conversar con el presidente Evo Morales.
"Que un suboficial se acerque a hablar con el Presidente es grave. Ha habido normativas escritas en Cochabamba que prohíben que el personal se acerque al Presidente. Todo debe ser mediante conducto regular, así la solicitud nunca va a llegar. Las sanciones son arrestos, mínimo de 48 horas”.
Los oficiales hacen kermeses cada fin de año, en las que se obliga a los militares de bajo rango a atender los puestos de comida. "Nos obligan a venir el sábado y domingo, encima nos encajan un combo y tenemos que consumir. La plata que se recauda ellos la administran y luego nos dicen que ha habido pérdida. Así es como trabajan”.
Celebrar el cumpleaños de los comandantes es otro problema. "‘Le vamos a regalar un televisor plasma al comandante, ya hemos comprado. Ahora sólo falta que ustedes den la cuota’, decían los oficiales, y si no queríamos venía el comandante de la unidad y nos llamaba la atención, nos arrestaba o nos sancionaba de otra forma”.
Pese a lo que vivió, decidió proteger a su familia y no contarles nada sobre los maltratos que pasó dentro de las FFAA, hasta ahora. "Estoy aquí por mi familia. Como hombre nunca le he contado nada de eso a mi esposa, tampoco a mi hijo, ahora recién tuve esa oportunidad de decirle a mi hijo y a mis padres que desde que he egresado he vivido eso. Llegaba del instituto militar y no podía contarle a mi mamá porque tenías que aguantarte todos esos abusos. Ahora ya saben todo lo que he vivido”.
Como padre, sabe que su deber es apoyar a su hijo en la profesión que elija, aunque no quiere que pase por lo mismo que él pasó. "Yo no quisiera que abrace la vida militar, pero si él lo anhela, debo apoyarlo”.
La vida que escogió este efectivo no es sencilla, pero en la Escuela de Suboficiales y Sargentos lo formaron para "aguantar los abusos”. Dice que recién se dio cuenta de que eso quedó en el pasado y cree que "ya es tiempo de un cambio”.

Después de que 715 de sus camaradas fueran dados de baja por participar en las manifestaciones a lo largo de esta semana, en demanda de la "descolonización y eliminación del racismo” dentro de las FFAA, el entrevistado se siente impotente, pero no pierde la esperanza de lograr el objetivo por el que lucha. "Es como si estuviera atado, sin poder hacer nada. La subordinación es diferente a obedecer a los que ordenan cualquier cosa. Sólo queremos igualdad para todos”.

Conflicto de Ascinalss dura casi un mes
La Asociación Nacional de Suboficiales y Sargentos de las Fuerzas Armadas (Ascinalss) se declaró en emergencia a principios de abril y solicitó una audiencia con el presidente Evo Morales para tratar su propuesta de modificar la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas de la Nación (LOFA), promulgada en diciembre de 1992.
Con la modificación, los militares de bajo rango buscan un mejor trato de los oficiales, mejores oportunidades académicas y eliminar prácticas "abusivas”.
Desde el lunes realizan marchas en la ciudad de La Paz, a las que se sumaron sus esposas, dirigentes de los Ponchos Rojos y una fracción de la Confederación de Mujeres Bartolina Sisa, además de recibir apoyo de la ciudadanía.
La posición del Gobierno y del Alto Mando militar se manifestó con la baja de 715 efectivos hasta el viernes pasado y la expulsión de 64 estudiantes de la Escuela Militar de Ingeniería (EMI) por participar en la socialización de la modificación a la LOFA.
El ministro de Defensa, Rubén Saavedra, dijo que el diálogo con Ascinalss está abierto, pero debe ser por el conducto regular y respetando la cadena de mando.
El martes anunció que desde 2015 los suboficiales y sargentos podrán formarse a nivel de licenciatura y optar a cursos de posgrado en la EMI.
Descartó que los efectivos retirados de las Fuerzas Armadas sean reincorporados, pues la decisión es "irreversible”. Desde Ascinalss se anunció que las medidas continuarán.

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