09 marzo 2014

García Linera: “El EGTK tenía como opción crear el Estado aimara”



Álvaro García Linera, el hombre que denostó abiertamente del supuesto movimiento separatista en Santa Cruz, reconoció que el Ejército Guerrillero Túpak Katari (EGTK), del cual formó parte en los años 90, planteó la posibilidad de constituir por la vía armada una nación estatal aimara y separarse de Bolivia en caso de persistir el “blindaje antindígena del Estado republicano”.

Los movimientos políticos indigenistas influenciados por el katarismo desistieron de seguir por esa senda a partir del triunfo electoral del MAS y optaron por la ‘indianización’ del Estado boliviano bajo el programa impulsado por el indígena Evo Morales, que apostó por la creación de un Estado Plurinacional que reconozca la existencia de varias naciones con plenos derechos a la autodeterminación.

Así lo plantea García Linera en su último ensayo denominado Identidad boliviana. Nación, mestizaje y plurinacionalidad, que se publicó bajo el auspicio de la Vicepresidencia del Estado.

“Las naciones con mayor vitalidad histórica tienden a inclinarse a la constitución de naciones estatales, como ha sucedido en varias partes del mundo, lo que conduce a guerras de carácter nacional que cambian la configuración territorial de los Estados”, afirma García Linera.

“Esta posibilidad siempre estuvo abierta en Bolivia y era una de las opciones latentes desde la re-emergencia de los diversos movimientos políticos indígenas en los últimos 20 años del siglo XX. La constitución de una nación estatal aimara, y tal vez de una quechua, se abrió como posibilidad ante el blindaje antindígena del Estado republicano, especialmente en su forma neoliberal”, señala García Linera.

El mandatario explica que el EGTK surgió a fines de los 80 como “la vertiente más radical y sólida de esta tendencia autodeterminativa de la identidad nacional aimara”. Pero el curso de la historia evitó la escisión estatal tal como la planteaba el EGTK. “Las construcciones de hegemonía cultural, de habilidad articuladora de los movimientos indígenas tomaron un rumbo más gramsciano (por Antonio Gramsci, filósofo, teórico marxista) que leninista (por Vladimir Lenin, revolucionario y comunista ruso), en relación a la consolidación estatal de las identidades indígenas”, señaló.

Se impone la ‘indianización’
Así, “en vez de optar por la autodeterminación nacional indígena (que hubiera supuesto la separación de la identidad boliviana), las luchas discurrieron por la opción de la indianización del Estado, y la creciente indianización de la identidad boliviana, como espacio de unificación de las diversas identidades indígenas y no indígenas, paralelamente al reforzamiento cultural de la propia identidad indígena”.

En este sentido, “lejos de renunciar a la dimensión estatal, las principales identidades indígenas –organizadas como movimiento indígena– decidieron dejar en el camino la latente opción de autodeterminación nacional, que habría abierto la posibilidad de fragmentación territorial, optando por otra forma de realización estatal de la identidad nacional indígena, que no se había previsto: la victoria estatal popular-indígena (Estado Plurinacional y Gobierno de movimientos sociales), en el marco de la unidad territorial con el resto de las naciones (identidad nacional-estatal boliviana) y el respeto y reforzamiento cultural de las identidades indígenas”.

Según García Linera, el planteamiento fundamental del Estado Plurinacional ‘resuelve’ el problema de las nacionalidades. A tiempo de potenciar las identidades indígenas, “las agrupa a todas –incluidas las no indígenas– en un arco mayor (Bolivia) bajo el liderazgo indígena”, proceso en el actualmente nos encontramos según la visión del vicepresidente.

Junto a su hermano Raúl y el aimara Felipe Quispe, Álvaro García Linera formó parte del EGTK, organización guerrillera de tendencia indigenista y maoísta, que protagonizó varios atentados a torres eléctricas y gasoductos y se disolvió tras su derrota militar y política.

Autodeterminación aimara
El planteamiento estatal aimara no era una novedad cuando el EGTK lo planteó en los 90.
Según el investigador Rodrigo Valenzuela Fernández, el movimiento aimara del altiplano boliviano tiene un largo itinerario. “La historia del pueblo aimara es de luchas y rebeliones contra el dominio hispánico y, luego, contra el orden republicano”, señala en su libro Inequidad, ciudadanía y pueblos indígenas en Bolivia (Cepal, 2004).

Ya a fines del siglo XIX (1870-1899), Pablo Zárate Willka y otros dirigentes iniciaron una lucha contra los hacendados, plantearon la desobediencia civil e irradiaron la idea de crear un Estado propio para los aimaras y plantear la separación respecto del naciente Estado boliviano.

Los indígenas formaron parte de la Revolución de 1952, pero una excepción fue Laureano Machaca, explica Valenzuela Fernández, que en los 60 desde la provincia Camacho (La Paz), quiso fundar un Estado aimara.

Y en 1974, durante la dictadura de Hugo Banzer, comienza la represión sistemática. La masacre de Tolata y Epizana (Cochabamba) potenció el surgimiento de un movimiento indianista independiente de orientación katarista y estructura sindical que llegó a su punto más alto con la creación de la Central Sindical Unitaria de Trabajadores Campesinos de Bolivia (Csutcb).

“Esta rica experiencia muestra que la lucha autonomista-indianista, es de larga data y, el hecho de que los movimientos indígenas contemporáneos la planteen nuevamente, hace parte de una tendencia histórica”, asegura Valenzuela Fernández.
Este proceso regresará con fuerza a partir del 2000, cuando se produce la crisis del Estado boliviano en varios planos, cuando el movimiento katarista reincorpora en su discurso la lucha por la autodeterminación.

Su proyecto político propone recuperar el antiguo territorio para efectos que, una vez que lo controlen nuevamente, constituir el otrora Qollasuyu. En este contexto, los dirigentes aseguran estar conscientes de que, en el camino hacia el poder, es necesario adecuarse a los nuevos procesos y no descartan ninguna posibilidad de alianza social para hacer efectivas las demandas de indígenas.

A fines de los 90 y los 2000, la fuerza social del katarismo llevó a sus dirigentes a retomar el liderazgo al interior del movimiento campesino, señala Valenzuela Fernández. Esto generó una radicalización política, pues el movimiento indianista-katarista llegó a plantear la necesidad de construir un Estado propio que permita la autodeterminación de las naciones originarias, rechazando la definición pluricultural del Estado incorporada en la Constitución Política en la medida que obliga al reconocimiento del Estado establecido y niega la construcción de uno propio. Felipe Quispe estuvo a la cabeza de ese planteamiento, posición de la que se separa el sindicalista cocalero Evo Morales y, con él, Álvaro García Linera.

Esta radicalización puede verse como consecuencia de un largo itinerario. Las luchas indígenas hasta Zárate Willka (1899), tuvieron un claro contenido de autodeterminación, es decir dirigida a la constitución de un Estado propio. En el siglo XX, las luchas transitan desde ese punto hacia un reconocimiento del Estado boliviano. La toma del poder por parte del MAS permitió, de hecho, canalizar esas demandas de autodeterminación en el Estado Plurinacional que reconoce a los aimaras su cualidad de nación, pero sin un territorio soberano pleno, es decir, se mantiene bajo el paraguas del Estado boliviano moderno

Tips

LOS TIEMPOS DEL EGTK
Aunque no hay una precisión, se cree que el Ejército Guerrillero Túpac Katari (EGTK) fue creado a principios de los 90.

IDEOLOGÍA
Indigenista y maoísta.

Integrantes
Álvaro y Raúl García Linera, Felipe Quispe ‘El Mallku’, María Raquel Gutiérrez Aguilar, Silvia María Renee de Alarcón Chumacero, Jesús Rojas Lusana, Félix Arizmendi Caiza, Víctor Ortiz Quísbert, Macario Tola, entre otros.

ANÁLISIS

Respuesta al Vicepresidente
ROBERTO BARBERY - ESCRITOR
Para ensayar una respuesta al vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera, abordando su texto Identidad boliviana. Nación, mestizaje y plurinacionalidad, primero hay que recurrir a la sicología y después a las ciencias sociales.

¿Por qué a la sicología? Porque su ensayo deja en evidencia un motivo deliberado, que excede las competencias del análisis desprevenido de la política abstracta y/o cotidiana. Busca, por todos los medios, relativizar el valor de los resultados del censo 2012 e intenta minimizar una situación demasiado visible: el Gobierno esperaba que la mayoría de la población se identificara como ‘indígena’, extremo que no ocurrió…

Por ello, su texto está dirigido a devaluar y frivolizar el mestizaje como categoría de análisis. En su criterio, invocar el tema es una “impostura intelectual”.

Hecha la prevención de los meandros sicológicos –que también pueden estar en el inconsciente–, cabe referirse ahora a las digresiones sociopolíticas del trabajo en cuestión, no exentas, a su vez, de connotaciones sicológicas con acentos totalitarios…
El ensayo del vicepresidente de un Estado que ya no es República, de manera coherente con este anacrónico paradigma, no desconoce que toda sociedad es mestiza, pero con el fin de plantear que lo relevante sería distinguir el “…núcleo organizador del mestizaje social; esto es, el bloque social dirigente más su historia y su proyecto histórico en torno al cual se articulan los flujos heterogéneos de la vida social”.

Esa es la hipótesis. Y aunque el estilo de escribir resulta un tanto barroco, la propuesta no es tan confusa como parece, porque con ese marco de referencia, resulta comprensible, por ejemplo, que la ‘nueva Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia”, establezca dos clases de ciudadanos: aquellos que pertenecen al ‘sistema indígena originario campesino’ y aquellos que pertenecen al ‘sistema ordinario’. Ergo, el ‘núcleo organizador’, sería, claro está, el ‘sistema indígena originario campesino’; por ello, los ciudadanos que pertenecen a este ‘sistema’, tienen derechos, instituciones, normas y procedimientos con una lógica diferenciada y ‘jerarquizada’ (término que se usa también en el ensayo del vicepresidente) en relación a los ciudadanos del ‘sistema ordinario’.

En ese contexto, el ‘sistema indígena originario campesino’, tiene representación especial en el Tribunal Constitucional Plurinacional, en el Órgano Electoral, en las autonomías – lo que supone doble representación, porque todos participamos sin excepción de la representación universal, pero no de la ‘indígena originario campesina’, que, por lo demás, resulta paradójica, considerando que se presume oficialmente que se trata de ciudadanos que son mayoría…-, y, por otra parte, tiene también una justicia propia según sus normas y usos, que inclusive puede estar en ciertos casos de colisión por encima de la jurisdicción ordinaria.

A este ‘núcleo organizador del mestizaje social’ (para decirlo otra vez en los términos del ensayo del vicepresidente), se añade una ‘autonomía indígena originaria campesina’, que es base de la ‘organización territorial del Estado’, y que entre sus atribuciones tiene ‘autogobierno’, además de la facultad extraordinaria de poder sustituir municipios autónomos y regiones autónomas…

Pero aún hay más. Para aumentar la indefensión jurídica y la incertidumbre institucional –sobre todo, claro, de los ciudadanos del ‘sistema ordinario’-, el artículo 23 de la ‘nueva Constitución’, dice que la libertad y la seguridad personal pueden ser levantadas “para asegurar el descubrimiento de la verdad histórica”, y el artículo 124, que el delito de “traición a la patria”, lo comete también aquel “Que viole el régimen constitucional de recursos naturales” - ¿Y el Tipnis? – o aquel “Que atente contra la unidad del país” – ¿Quién valora estas conductas manipulables? ¿La Justicia que denunció hace unos días el propio presidente del Estado? ¿La justicia con teléfonos intervenidos que denunció luego el propio presidente del Tribunal Constitucional? ¿La justicia que un magistrado dice que lee hace años en hojas de coca?

En fin. El caso es que al desentramar el “Estado Plurinacional de Bolivia”, no resulta tan difícil confirmar que está ‘organizado’ por un ‘núcleo’, en efecto, que hace inútil tener en cuenta el mestizaje, porque se trata de un Estado que desvirtúa el reconocimiento universal del ser humano, más allá del azar necesario y fortuito de haber nacido en alguna parte o de pertenecer a alguna de las razas de ese escamoteado mestizaje, en abierto atentado contra las bases de cualquier democracia, por muy social que se quiera representar… -y cabe observar que hasta aquí solo nos hemos referido a argumentos de filosofía y de derecho, dejando de lado situaciones de hecho, que son habituales, por cierto… La síntesis puede ser un silogismo:
Premisa mayor: Los Estados que se organizan tomando como referencia el origen, la raza o la cultura de las personas, son estados fascistas, como el de Mussolini o como el de Hitler.

Premisa menor: Bolivia es un Estado que se organiza tomando como referencia el origen, la raza o la cultura de las personas.

Conclusión: Bolivia es un Estado neofascista

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