16 julio 2013

La Paz: ciudad de otro orden, ciudad cosmopolita

A 204 años de haber sido cuna de uno de los primeros gritos libertarios de América, La Paz aún es una ciudad de contrastes donde, como en 1809, todavía las caseras venden sus productos en mercados populares y en calles, pero ahora conviven y compiten en un ambiente cosmopolita con supermercados y modernos centros de comercio y entretenimiento.

Las edificaciones modernas y cada vez más altas proliferan y se elevan entre joyas arquitectónicas patrimoniales, casonas envejecidas y detenidas en el tiempo; mientras desde las laderas, miles de viviendas de ladrillo parecen desafiar la gravedad pendiendo en equilibrio de impresionantes montañas, como agarrándose de una urbe que, aunque con dificultades, avanza segura hacia la modernidad.

Las costumbres y tradiciones ancestrales se mantienen en esta urbe, pero cada vez se reinventan más, se retroalimentan y toleran hábitos foráneos, contemporáneos para convivir con ellos.

Y es que sus cientos de miles de habitantes tienen diferentes culturas, formas de pensar y vivir: disfrutan de un plato de comida criolla sentados en una acera o bien se deleitan con platillos exóticos de diferentes países en restaurantes sofisticados.

El alcalde , Luis Revilla, explica que todas estas características forman parte de la esencia e identidad cosmopolita de la urbe paceña. Recuerda que la capital fue fundada como ciudad de tránsito entre las minas y los puertos del océano Pacífico, lo que le permitió conocer otras culturas y formas de vida ya en los inicios de la época colonial; y esta característica no ha cambiado con el paso de los años.

“Por eso, dentro de su identidad, La Paz tiene el ser cosmopolita y el recibir con los brazos abiertos a todos los que llegan e incorporarlos a su vida cotidiana”, asegura.

Vital para mantener esta característica es la interacción total y permanente. La arquitecta y psicóloga Jenny Vargas explica que las condiciones de urbanismo de la ciudad (zonas populares en las laderas y barrios residenciales en la parte baja) permiten que todos tengan un permanente contacto visual, un “acercamiento social”.

Al referirse a la convivencia de diferentes formas de pensar y vivir, Vargas explica que “se trata de una lógica entre el presente y el pasado, entre la innovación y el rescate cultural, que responde a la esencia de una sociedad cosmopolita, donde sus habitantes respetan y responden las líneas de su existencia, debido al efecto de la globalización”.

Diversidad

Una de las características más perceptibles de La Paz como metrópoli es la convivencia de diferentes culturas y cosmovisiones, a lo que el antropólogo Milton Eizaguirre denomina un alto grado de interculturalidad que, en determinado momento, genera problemas urbanísticos y retrasa el crecimiento y avance.

“La Paz tiene migrantes del altiplano, de los valles, de los Yungas y otras regiones que no responden a una sola lógica y que así, en su intención natural de dominar su espacio, formaron espectros urbanos que responden a su lugar de origen; por eso construyen, por ejemplo, casas sin alcantarillado, igual que en el área rural, lo que a la larga provoca accidentes geológicos”, señala.

De la misma forma -añade- estos migrantes atienden también sus necesidades que las autoridades son incapaces de solucionar, lo que genera muchas veces caos y desorden.

“Si no hay transporte a determinado lugar, a alguien se le ocurre comprar un minibús y soluciona el problema como lo haría en el área rural, sin tomar en cuenta la planificación”.

Para enfrentar estos problemas, el antropólogo cree necesario urbanizar a los migrantes desde la escuela para ayudarles a posicionarse en un espacio más grande y más complejo que el rural.

Sin embargo, para Eizaguirre, las contradicciones en cierto modo también ayudan al desarrollo con la lógica de la organización rural: los sindicatos o juntas vecinales que “replican la lógica del trabajo comunitario”.

Visiones e interpretaciones

“La ciudad de La Paz es todo un espectáculo cuando es vista desde la bajada de El Alto. Su topografía tan singular le da un toque peculiar, enriquecido con esos rasgos indígenas que la hacen única entre otras grandes ciudades de Latinoamérica”, opina, desde Cochabamba, el sociólogo Fernando Mayorga.

Sin embargo, su cualidad como gran urbe es de “otro orden”, continúa: “en las ciudades cosmopolitas predominan los edificios y las autopistas se someten al imperio de los automóviles conducidos a gran velocidad haciendo que el conductor sea invisible. En cambio, en La Paz, la topografía impide el diseño de ese tipo de vías; por tanto, todo transcurre a una velocidad cansina y la vida se percibe nítidamente. A esto se suma la fuerte presencia indígena, lo que la hace una metrópoli de otro orden, con rasgos de premodernidad que enriquecen su perspectiva”.

Desde Santa Cruz, el economista Carlos Schlink aporta otra mirada externa. “La Paz aglutina a una gran cantidad de personas de muchas ciudades y de otros países. Así, cuenta con una gran actividad cultural, una variada oferta gastronómica, lugares turísticos y de entretenimiento. Está fuertemente identificada como ciudad cosmopolita, además es un centro geopolítico”.

A esas características, Schlink suma la riqueza histórica de la urbe, las costumbres tan diversas de su gente y las ingeniosas actividades económicas. “Su gente es emprendedora y bastante culturizada, se preocupa por su formación profesional y está más adelante que otras ciudades en lo educativo”, acota.

La naturaleza se impone

En cuanto a las características físicas, Schlink advierte que el crecimiento poblacional y urbanístico no planificado colapsó a la ciudad en su infraestructura, transporte y servicios básicos.

La situación empeora, añade, porque al ser sede de Gobierno y concentrar demasiadas potencialidades es blanco de demandas sociales que al expresarse en movilizaciones la dejan paralizada.

Mayorga opina que esa debilidad obedece a que a diferencia de otras ciudades cosmopolitas como Brasilia, en Brasil -donde la planificación, la modernidad, la tecnología y la arquitectura hicieron que la racionalidad se impusiera a la naturaleza-, en La Paz la naturaleza se impuso a lo racional.

La arquitecta Jenny Vargas explica que el colapso de la infraestructura vial de La Paz se debe a que fue concebida durante la época colonial mediante el trazo en damero, un diseño a base de calles estrechas para el tránsito de llamas y coches tirados por caballos.

“Nunca se pensó en una ciudad en función del automóvil, por eso hoy adolece de vías amplias”, sostiene. El también arquitecto Erick Ribero añade que a esto se suma la topografía caprichosa de muchas zonas paceñas que hace que las avenidas no estén bien estructuradas.

Como solución a futuro, Ribero sostiene que las condiciones topográficas de la sede de Gobierno exigen la construcción de un cinturón perimetral que circunde la urbe, la rehabilitación del tren La Paz - El Alto o la implementación de trenes elevados con la autopista como eje.

“La Paz siempre fue un eje de crecimiento y eso no parará y el hecho de que se esté convirtiendo en metrópoli le da muchas oportunidades, pero debe haber un proyecto urbanístico que contemple áreas de crecimiento para las viviendas y la industria”, añade.

Remarca que ese proyecto debe estar consensuado y coordinado entre los municipios que circundan a la hoyada (El Alto, Achocalla, Viacha, Palca y Mecapaca) porque es hacia ellos que se extiende la metrópoli.

De acuerdo con este profesional y docente universitario, la expansión urbanista hacia las montañas y pendientes de La Paz es un desafío posible, siempre y cuando se aplique la tecnología adecuada y una normativa estricta de construcción.

Al respecto, el alcalde Revilla indica que este año el Concejo Municipal tiene la tarea de aprobar una normativa de control y fiscalización de las construcciones. De la misma forma, añade que de acuerdo con el plan quinquenal, en 2040 la urbe tendrá un teleférico, tren eléctrico y un sistema de buses de transporte moderno.

“Nuestra visión es una ciudad moderna con servicios públicos modernos y eficientes”, asegura.

Puntales y frenos para el desarrollo
“La Paz siempre será una opción de crecimiento para muchos bolivianos, no sólo por ser sede de Gobierno, sino especialmente por su situación geopolítica: es la puerta de salida al océano Pacífico”, asegura el gobernador César Cocarico.

Con esa afirmación la primera autoridad departamental destaca una de las principales oportunidades que hacen a esta ciudad cosmopolita atractiva para la inversión.

El economista Carlos Schlink añade que la sede de Gobierno tiene otras potencialidades y ventajas comparativas, como la presencia de las representaciones internacionales, que le permiten establecer relaciones internacionales para la apertura de mercados.

Cocarico reconoce que se debe concretar más inversión pública, trabajar en la estabilidad política y disminuir la conflictividad social, garantizar seguridad jurídica a las inversiones y mejorar la estructura caminera y la implementación de servicios.

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