09 noviembre 2012

René Joaquino, una pausa no es abandonar el camino

Es pasada las nueve de la mañana y en una de las aulas de la Universidad Domingo Savio de Potosí una veintena de jóvenes escucha con atención y visible admiración a René Joaquino. El líder del partido Alianza Social (AS) y alcalde suspendido de la ciudad, que imparte la materia de oratoria, una de las cuatro que da en ese centro educativo y la que más le agrada enseñar.

Joaquino les dice que para ser un orador que capte la atención de la gente es necesario “estar dispuesto a decir lo que uno cree, tener convicción, ser perseverante y que de todo se aprende, incluso de las malas experiencias” Esos principios, insiste, no solo sirven para la oratoria, sino también para la vida y él, una vez acabada la clase, las reitera cuando trata de explicar cómo ha asumido su obligatorio alejamiento del cargo de alcalde debido a una sentencia judicial que lo declaró culpable de la compra de automóviles y maquinaria pesada para el municipio en 2010.

El proceso, impulsado por los representantes del partido de Gobierno, encontró irregularidades en el procedimiento para la compra pero no se ha podido demostrar daño económico para el municipio potosino. En lugar de Joaquino ocupa el cargo desde esa fecha Zenón Gutiérrez.

“Sigo esperando. Tengo una fe ciega de que se hará justicia. No hay fundamentos para una sanción como la que se ha dado. En el peor de los casos podría haber alguna sanción de responsabilidad administrativa, pero de ninguna otra índole. Tengo esperanzas de que pueda hacerse justicia”, dice con resignación, calmado y esbozando una sonrisa, como quien trata de demostrar optimismo pese a la adversidad.

Joaquino, que estuvo cinco gestiones comandando la Alcaldía potosina y que logró el 3% en las elecciones presidenciales de 2009 y del que se consideraba podría ser uno de los más serios opositores de Evo Morales, ha decidido abandonar de momento la vida política y dedicarse a su familia, la docencia universitaria y trabajar en emprendimientos personales y para los pobladores del ayllu donde nació.



Lugares y familia . Con el bastón de mando otorgado por su pueblo que muestra a la izquierda de la imagen

Trata de llevar la vida de un ciudadano común y corriente. No tiene auto y todos los días va y viene de su casa a la universidad en micro. Pese a que trata de pasar desapercibido, no lo logra, ya que siempre hay gente que lo saluda, se acerca a darle la mano y en muchos casos mostrarle su apoyo. Pese a su evidente timidez, él no desaira a nadie y se muestra amable todo el tiempo.


Con dos de sus cuatro hijos y junto a su esposa

SU VIDA
El que en 1993 fuera el candidato para alcalde más joven del país nació el 27 de febrero de 1966 en el ayllu Chicoca Chica de la comunidad Asientos del cantón Tomave en la provincia Antonio Quijarro (a 170 kilómetros de la capital potosina).
Es el segundo de siete hermanos “Como muchos otros niños que nacen y viven en el campo, desde pequeño ayudaba a mis padres en los sembradíos y en la cría de ovejas, llamas y haciéndome patear por los burros”, bromea Joaquino.
A los ocho años su vida dio un cambio radical. Su padre decidio irse a trabajar a las minas y toda su familia se trasladó a la localidad de Telamayu. La apacible convivencia comunitaria se trastocó en la ciudad, donde las diferencias sociales eran bien marcadas.
Por las mañanas ayudaba a su padre en albañilería y por las tardes iba a la escuela Bolivia, cuando regresaba retornaba al trabajo y recién por la noche podía hacer sus tareas. “Pese a que era difícil, yo estaba convencido de que nunca dejaría de estudiar y así lo hice”, cuenta el exalcalde.


Cuando tenía 11 años vivió una de las tragedias que lo marcaría de por vida. Su hermano mayor Hugo, con el que compartía casi todo, se suicidó. Tenía 13 años “¿Cuáles serían sus razones? Yo hasta ahora sigo sin entender. Él era muy tímido, muchas veces lo veía llorar y no era rebelde como yo”, recuerda emocionado.



SITUACIONES. En su despacho cuando era alcalde



















Todos los días va y viene de su casa en micro

La relación entre sus padres tampoco era buena. La violencia intrafamiliar determinó que se separaran y él tuvo que esforzarse por ayudar a mantener a su madre y hermanos “Cada quien hacía algo. Yo de albañil o panadero, mi madre y mi hermana lavando ropa y así hemos sobrevivido. Era difícil, pero teníamos un hogar en paz, que era lo bueno. Creo que de mi madre aprendí a ser fuerte. Ella es puro hierro, pese a que es chiquitita tiene una fortaleza grande y con bastantes valores morales”. Fue precisamente fortaleza la que tuvo que tener, luego de que un accidente en la panadería en la que trabajaba le provocó quemaduras en el cuerpo y la mantuviera en cama por meses.
Sin embargo, salió adelante y aún siendo adolescente la política era algo que le apasionaba. Se hacía tiempo para ir a escuchar los debates que había en las oficinas del Partido Comunista y asistía a las reuniones de los del magisterio y de otras organizaciones sindicales. De ese modo fue que llegó a conocer a Marcelo Quiroga Santa Cruz. “Lo vi cuando visitó a los mineros, cuando estaba haciendo campaña”.


Pero como era adolescente, nadie le prestaba atención y decidió estudiar por su cuenta las ideas de Marx, Lenín, Quiroga Santa Cruz, el Che Guevara y Ghandi.
“Tenía que trabajar varios días para reunir plata para comprarme los libros, pero eso me gustaba y mientras mis compañeros jugaban en la sala que había en el colegio, yo prefería leer”, cuenta Joaquino.
A los 16 años estaba decidido a luchar por lograr más justicia social y seguir los pasos del Che. “Estaba decidido: o me hacía guerrillero o estudiaba para ser cura. Sí, cura. Me cautivó aquella idea de los sacerdotes tercermundistas que decían ‘luchar con una metralleta cargada y con una cruz al frente’. Era todo un mensaje de justicia y paz, pero también porque leía a Ghandi, que dijo que había aprendido del Nuevo Testamento aquella idea de dar la otra mejilla. Finalmente mi madre me convenció de que tenía responsabilidades en mi casa de ayudar a mis hermanos”, dice el líder de Alianza Social.


Salió bachiler del colegio Nacional Mixto Chichas en 1985 y después ingresó a la universidad Tomás Frías a estudiar Derecho, donde se destacó como uno de los mejores alumnos. Era un joven dedicado enteramente a los estudios y ya incursionaba en la actividad política, lo que decidió a los miembros del desaparecido Eje Pachakuti a que fuera su candidato por la Alcaldía potosina en 1993. Para sorpresa de muchos fue elegido concejal y a partir de allí su carrera política fue en ascenso.


La popularidad de Joaquino se extendió a todo el país y decidió candidatear para presidente en 2009 bajo la sigla de su partido fundado en 2004. La derrota en esas elecciones no lo desanimó y se postuló nuevamente como alcalde de Potosí en 2010, las que volvió a ganar. Meses después fue acusado y suspendido hasta el momento.


Cuando han pasado ya tres años desde que optara por la silla presidencial, todavía quedan muchas paredes de la capital potosina pintadas en apoyo a su candidatura. Le preguntamos qué piensa cuando hoy las lee “Guevara decía ‘retroceder nunca. Si retrocedo empújenme para adelante’. De igual modo yo estoy profundizando en la teoría política, para en el futuro construir un proyecto. No he abandonado definitivamente la política solo he hecho una pausa”, dice el líder de AS, pero también confiesa que se arrepiente por no haber aprovechado mejor los buenos resultados sacados en anteriores elecciones municipales para proyectar mejor su imagen a nivel nacional.
Pese a que no tiene reparos en hablar sobre su persona, de describirse como un cero a la izquierda a la hora de vestirse, escuchar música, bailar, de que tampoco carga con una billetera y que durante mucho tiempo se resistió a usar celular, Joaquino es celoso de abrir las puertas de su hogar a extraños y de exponer a sus hijos a la prensa. Ni siquiera quiere dar sus nombres, porque prefiere que lleven una vida común y corriente y que no se los identifique como ‘los hijos de Joaquino’.


Tiene cuatro hijos, dos varones y dos mujeres. La mayor tiene 17 años y el menor cinco. Estudian en colegios fiscales y es a ellos a los que dice que les dedica el tiempo libre. Su esposa es la que se encarga no solo de administrar su hogar, sino también la responsable de llevar las cuentas e incluso del dinero que él maneja. “A ella la conocí en las luchas sociales. Yo fui asesor de la Federación de Campesinos de Potosí desde 1993 hasta 1997 y ella llegó a trabajar allí, nos conocimos y de ahí no nos separamos. Espero que sigamos juntos hasta el final de nuestros días”, dice el ex alcalde potosino, que todos los fines de semana viaja con su familia a la comunidad que lo vio nacer para ver cómo están las llamas que junto a otros pobladores está criando para comercializarlas. “Así como en el oriente hay ganaderos, en esta parte del país hay llameros y yo soy uno de ellos”, dice entre risas. Pero admite también que sigue siendo un ávido lector y que se da tiempo para leer libros que le ayuden a preparar sus clases y a fortalecer sus ideas políticas.Por eso es que cree que hacer una pausa no es abandonar el camino.


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