18 noviembre 2012

José Ballivián y el tercer censo nacional

El tercer censo nacional de Bolivia se llevó a cabo en 1845. En aquella época, las repúblicas sudamericanas estaban dirigidas por gobiernos de corte militarista, liderados por caudillos que en su mayoría eran ex combatientes de la guerra de la independencia. El juego político de entonces se caracterizaba por los denominados cuartelazos o motines y por la violenta represión gubernamental. La trayectoria del general José Ballivián Segurola, en cuyo Gobierno se realizó el tercer censo nacional, después de los de 1831 y 1835, llevados a cabo en el gobierno del Mariscal Andrés de Santa Cruz, puede dar una idea de la lucha por el poder en aquella época.

Ballivián nació en La Paz en 1805. Entre sus antepasados estaba Sebastián de Segurola, quien en 1781 comandó la defensa de la ciudad de La Paz ante el cerco de Túpac Katari. Su formación militar comenzó en el ejército realista a la edad de 12 años y en 1819 se plegó a la causa independentista. En la recién creada república de Bolivia, Ballivián se destacó como comandante militar, sobre todo durante la gestión del Mariscal Andrés de Santa Cruz.

Tras la caída del Mariscal de Zepita, Ballivián pasó a ser uno de los líderes de los movimientos autodenominados “de restauración de la independencia del país”. El otro líder fue su eterno rival político, el general José Miguel de Velasco. El 22 de febrero de 1839, Velasco fue nombrado presidente provisional de Bolivia, tras lo cual Ballivián se rebeló y se refugió en Perú. Algo más de dos años después, en junio de 1841, Velasco fue derrocado por una facción que pedía el retorno de Santa Cruz. Pero dicho movimiento, autodenominado “de regeneración”, no se afianzó en el poder, pues la opinión general era favorable al retorno de Ballivián.

En medio de aquella situación, el presidente peruano Agustín Gamarra realizó su segunda incursión en territorio boliviano, con el fin, supuestamente, de evitar el retorno de Santa Cruz. Ballivián intentó convencer a Gamarra de que su intervención era innecesaria y que el pueblo boliviano rechazaría su intromisión a cualquier costo.

Poco después, Ballivián preparó la defensa y conminó a Velasco a plegarse a la misma. Velasco accedió a renunciar momentáneamente a sus intenciones de recuperar el poder y cedió sus fuerzas a la causa defensiva. El combate ocurrió el 18 de noviembre de 1841 en los campos de Ingavi, cerca de la localidad de Viacha. La batalla terminó cuando Gamarra cayó mortalmente herido y en sus tropas hubo un desbande y otras quedaron en calidad de prisioneras.

Tras la victoria de Ingavi, Ballivián penetró en territorio peruano y tomó posesión de Puno, donde se firmó un tratado de paz, que no confirió ninguna compensación a Bolivia, pese a que contaba con una ventaja militar que posiblemente habría permitido incorporar el puerto de Arica al territorio boliviano. Para Enrique Finot, esto ocurrió debido a que Ballivián, preocupado por la amenaza de la facción crucista, procedió a firmar el tratado rápidamente, para así poder ocuparse de las alteraciones internas.

La Batalla de Ingavi, que reafirmó la independencia de Bolivia, también consolidó la popularidad de Ballivián, quien fue aclamado como presidente. Las primeras acciones de Ballivián estuvieron encaminadas a acabar con los conspiradores crucistas, lo cual fue logrado al cabo de dos años mediante sangrientas represiones. En abril de 1843 se celebró una convención en la ciudad de Sucre, en la cual se sancionó una nueva constitución. Para José Fellman Velarde, la misma otorgaba poderes extraordinarios al Mandatario, como ser la autorización para “disolver las cámaras”, “suspender y remover a los empleados del Gobierno” y “elegir al personal del Poder Judicial”.

La población censada

Una de las más importantes acciones del Gobierno de Ballivián fue el tercer censo nacional, que se llevó a cabo en 1845 y que estuvo a cargo de José María Dalence, quien en 1851 presentó su Bosquejo estadístico de Bolivia.

Según los resultados, la población del país era de casi 1,4 millones de personas, según Herbert Klein, sin contar unos 700 mil indígenas dispersos en el oriente boliviano. Las ciudades más habitadas eran La Paz y Cochabamba, las cuales contaban con poblaciones que rondaban los 43.000 y 30.000 habitantes, respectivamente.

La población rural de Bolivia en 1845 equivalía al 89% del total. Esta población casi en su totalidad no hablaba la lengua oficial del país y era analfabeta. El porcentaje de población rural que hablaba el castellano no superaba el 20% y el quechua era la lengua más hablada del país. En cuanto a la situación de la educación, se determinó que unos 22.000 niños asistían a la escuela, es decir, el 10% de la población en edad escolar. Según estimaciones de Dalence, la población letrada no superaba la cifra de 100 mil, que correspondía al 7% del total.

La economía

En cuanto a la producción, las mercancías del área rural en 1845 valían unos 13,5 millones de pesos, que superaban los 2,3 millones de la minería y los 3,9 millones de la manufactura. Esta última estaba dominada por el sector artesanal, en el cual las áreas principales eran la producción de alimentos y de tejidos de lana.

La producción de tejidos apenas cubría el ámbito doméstico y local, pese a diferentes medidas proteccionistas como la prohibición de la importación, así como el cobro de aranceles a las telas inglesas, que por su bajo costo y buena calidad conquistaron el mercado local.

Según Dalence, en 1845 operaban en la ciudad de Cochabamba unos cien talleres de tejidos, a diferencia de la época colonial, cuando podían contarse por centenares. El principal textil producido era el tocuyo, cuyos ingresos fueron descendiendo desde 200 mil pesos anuales a cerca de 60.000 en la década de 1840.

En el campo de la minería se había experimentado un aumento progresivo desde la independencia. Según Dalence, en 1845 la explotación minera estaba en manos de 282 productores, quienes empleaban a cerca de 9.000 mineros. Herbert Klein afirma que la producción aumentó desde 156 mil marcos de plata anuales, en la década de 1820, hasta 188 mil marcos, en la década de 1830, y 191 mil marcos anuales en 1845. Estas cifras eran muy inferiores a las alcanzadas en la década de 1790, cuando se llegó a una cuota de 385 mil marcos de plata anuales.

En 1845 había al menos unas 10.000 minas abandonadas, de las cuales unos dos tercios todavía tenían reservas de mineral pero éstas no podían explotarse porque estaban inundadas.

Lejos del poder

Dos años después de la realización del censo, Ballivián tuvo que reprimir varios levantamientos protagonizados por viejos caudillos como Velasco y por otros nuevos, como el coronel Manuel Isidoro Belzu.

Finalmente, a finales de 1847, el héroe de la Batalla de Ingavi decidió dejar la presidencia. En enero de 1848, el general Eusebio Guilarte entregó el mando a Velasco, quien asumió el Gobierno del país por cuarta ocasión. Después de dejar la presidencia, Ballivián se refugió en Chile y posteriormente pasó a Brasil, donde falleció el 6 de octubre de 1852.

La importancia del Gobierno de José Ballivián no sólo radica en que durante su gestión se realizó el tercer censo nacional, sino en que también se intentó vincular a las regiones alejadas mediante medidas como la creación del departamento de Beni, el establecimiento de puertos fluviales y el apoyo a exploraciones geográficas y naturalistas. Asimismo, en la gestión de Ballivián se comenzó a explotar y exportar el guano del Litoral y la cascarilla o quina del oriente boliviano.

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