19 septiembre 2012

Los recuerdos del “Moto” en el día de su nacimiento

Eustaquio Méndez Arenas nació, un día como hoy, el 19 de septiembre de 1784 en Churquihuayco, punto limítrofe entre Canasmoro y Carachimayo, fue hijo de Juan Méndez y de María Arenas, naturales de España. Lo bautizaron el 24 de septiembre del mismo año. Sus padres vivían de la agricultura y del ganado. En la actualidad quedan como testigos mudos de su gran obra su casa de combate instalada al frente de la plaza central de San Lorenzo, además de otra casa donde él habría vivido toda su vida.
El País visitó San Lorenzo, donde puedo encontrar testimonios de algunos familiares y vecinos del “Moto”. Cuentan que Méndez era un mozo alajo, de raza blanca y ojos azules, medía 1.60 metros, calzaba 38 y era un joven enamoradizo que le gustaba participar de las festividades que en ese entonces se hacían en la ciudad; dicen además que era forzudo, valiente y muy perseguido por las mozas del lugar.
Contrajo sus primeras nupcias con Salomé Ibarbol. Durante su matrimonio tuvieron tres hijos naturales que fueron José Manuel, Eulalia y Eleidoro Méndez. Hallándose viudo, se volvió a casar por segunda vez con María Estefanía Rojas, durante su matrimonio no tuvieron hijos pero ella tenía tres: Manuel Cruz, Ignacio Rojas y Paula Rojas.
Relatan que Eustaquio Méndez no sabía leer ni escribir pero era un hombre preparado, tenía secretarios que hacían todo lo que él decidía. Él vivió y luchó por sus propias doctrinas y a pesar de tener muchas limitaciones hizo historia.
Desde niño le gustaba combatir y ya de joven, a pesar de que sus padres eran españoles, salió a luchar por su patria Bolivia. Luchó por varios lugares de Argentina, Monteagudo, Montenegro, Suipacha, Cotagaita, en la Batalla Junín y otras. Fue ganador de la Batalla de la Tablada el 15 de Abril de 1817, por eso en Tarija se festeja esta gloriosa fecha en honor a este prócer.
Hay muchas versiones de cómo Eustaquio Méndez perdió la mano, unos dicen que fue por haberse caído y ser arrastrado por su caballo, otra versión sostiene que le picó la víbora, otra que se cortó la mano voluntariamente después de haber faltado el respeto a su madre o en la Batalla de Tolomosa.
Según fuentes consultadas por El País Eustaquio Méndez se mandó a cortar la mano por órdenes del General en Jefe de las Tropas del Rey, José de la Serna y quién lo hizo fue el coronel Antonio Vigil en el año 1818. “Le cortaron la mano derecha, pero él siempre luchó con la mano izquierda”, nos relató Rina Barea, pobladora mendeña y extrabajadora del museo de la casa de Eustaquio.
El prócer de la independencia don Eustaquio Méndez Arenas, falleció un 4 de mayo de 1849 en la ciudad de Tarija, a la edad de 50 años en el domicilio de don Francisco Burdett O’Connor; sin embargo en la tierra chapaca quedan profundas huellas de su existencia e incluso encontramos a algún familiar.
Entrevistamos a Luis Jordán Cuiza López, tataranieto de Moto Méndez, cuyo árbol genealógico vendría de esta manera. Luis es hijo de doña Cira López Méndez la misma que es tataranieta del “Moto”, ella es hija de Gertrudis Méndez que era bisnieta del patriota, la misma era hija de Federico Méndez que fue el nieto de Eustaquio y su padre fue José Manuel Méndez el mismo que fuera hijo del “Moto”.
Cuiza, nuestro entrevistado, recordando lo contado por sus padres y abuelos relata que “Moto Méndez” en los tiempos de la colonia, tenía una gran heredad y también bienes como fruto de su trabajo, asegura que fue propietario de Churquihuayco, además dice que tenía terrenos en Carachimayo, Corana, Abra Negra, Tambo de Tucumilla, León Cancha, Canasmoro, Tolaguyaco, Iscayachi, el Acheral, en la Hondura, Ciénega y San Lorenzo que eran tierras para el cultivo y pastoreo.
En algunas de esas tierras el “moto” poseía casas, las mismas que tenían animales como ovejas, cabras, vacas, yeguas y enseres para la agricultura. Gran parte de esta fortuna la destinó a la Guerra de la Independencia; lo que se corrobora en su testamento que dice que lo que queda de su fortuna se lo repartan entre los herederos y sus intereses que sean partidos por igual entre sus hijos.
“Sugiero a las autoridades del municipio y a la gobernación de San Lorenzo, reconstruyan el túnel que Eustaquio Méndez construyó en la época de la Guerra de la Independencia como una estrategia bélica, que se encuentra frente a la Normal Superior de Canasmoro. ¿Cómo no volver a restaurar esto que se constituye en un patrimonio así como lo es la casa?”, nos dice Cuiza.
La historia relata que los guerrilleros chapacos eran correteados por las tropas realistas españolas y desaparecían por esa zona; cuentan que cuando las tropas entraban por ese sector a buscarlos, ellos los atacaban desde arriba.
Era una estrategia militar que ideó el “Moto”, inspirado en sus aventuras infantiles; según cuentan, él sabía la existencia de las pequeñas entradas donde se podía ingresar de cuclillas. Luego los túneles fueron recreados por el guerrillero tenían el piso empedrado, las piedras sostenían la bóveda y se veía el ladrillo rústico en un largo recorrido, se estima que eran como unos mil metros.
Cuiza entusiasmado y eufórico nos revela que, la verdadera casa donde vivía Eustaquio no fue donde se encuentra el museo en diagonal a la plaza, dice que ésta fue como una especie de cuartel de Moto Méndez, porque estaba estratégicamente ubicada en una loma y había que bajar hasta el río.
Relata que cuando llegaban las huestes entraban directamente con sus caballos por la puerta ancha y se los ataba a los horcones; la sala era el estado mayor donde se reunían, evaluaban las guerrillas, tomaban estrategias y cuando había algún movimiento de las tropas enemigas el “Moto” salía al balcón.
“La verdadera casa donde vivió Méndez fue la que estaba en la banda del río, donde se ubicaba el puente de madera a la derecha, desde ahí tenía un frente de 60 metros y un fondo de unos 130 a 140 metros. Esta casa era una vivienda completa, tenía dormitorios, salas, cocina, baño, depósito para guardar la cosecha y ahí es donde vivió mi madre y la heredó junto a su hermana Rosalía”, aseguró Cuiza.
Cuenta que esta propiedad tenía un formidable ceibo al fondo, su madre sabía decirle que su bisabuelo lo había plantado ahí. Dice Cuiza que cuando doña Cira (su madre) recibió esta casa como herencia se la dieron casi en destrucción y sólo habitaban en la planta baja.

Lo que quedó del “Moto”
en la casa
Luis de niño miraba los palos y lo que quedaba de la baranda que antes era un balcón de un segundo piso, y en la parte de abajo en el suelo existían los restos de lo que fueron un día la gradas por donde el gran guerrillero subió y bajó más de mil veces.
“Algunos de mis hermanos más grandes podían subir y decían que había una pintura del ‘Moto’ liderando a sus compañeros y yo veía de abajo la punta de las lanzas y armas. Era como un mural que en su momento podía tal vez haber sido rescatado”; dijo apenado Luis Cuiza.
Recuerda también que su abuelita tenía un baúl de algarrobo con chapas artesanales, hecho a plan de fuego y de martillo, el mismo tenía una llave que parecía un tubo, donde había un uniforme color verde medio plomo y una azucarera que posteriormente su padre entregó al museo de Tarija e hizo lo mismo con el baúl.
El baúl también contenía dos espadas, Cuiza relata que con una su abuelita hacía desollar los corderos pero dice que luego se desgastó en la parte media y su padre la cortó, “entonces quedó como una daga”, revela y añade que la empuñadura tenía un hilo trenzado color oro con una pequeña cabeza de león que tenía ojos rojos a base de piedras brillantes.
“La espada la canjearon por papas”, dice Cuiza y afirma que la otra espada su tío la vendió a un comerciante que era un ciudadano argentino que vino en busca de evidencias del pasado.

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