09 agosto 2012

La situación de la industria Boliviana en los primeros años independientes

Pocos años después de la consolidación de la Independencia de Bolivia, un personaje conocido como El Aldeano escribió un libro titulado Bosquejo del estado en que se halla la riqueza nacional de Bolivia con sus resultados, presentado al examen de la Nación por un Aldeano hijo de ella. Año de 1830, en el cual intentaba explicar las causas de la difícil situación en que se encontraba la recién nacida República al cabo de sus primeros cinco años de vida. La identidad del escritor de la obra señalada, no está del todo clara; no obstante para el historiador Raúl Calderón Jemio el Aldeano sería José María Dalence, quien había participado activamente en la guerra y declaración de Independencia.
Entre los puntos tratados en la obra destaca la precaria condición de la industria nacional, la cual se debía a tres razones. La primera tenía que ver con la inadecuada organización del aparato fiscal estatal, lo que provocaba que el gobierno no pudiera administrar y fiscalizar eficientemente las recaudaciones impositivas; por lo cual no podía determinarse que actividades resultaban beneficiosas para la industria. Ésto significaba que no podía aplicarse ninguna política de incentivo a favor de la producción.
Una segunda causa estaba relacionada con el comercio libre extranjero que posibilitaba el ingreso irrestricto de grandes cantidades de mercadería. En aquella época, una tela importada costaba mucho menos que la producida artesanalmente en Bolivia. Ante esta situación, los productores nacionales se veían superados no sólo en la calidad sino también en el costo, además de los volúmenes de producción extranjeros.
Una tercera causa de la decadencia industrial se apreciaba en el comportamiento de los habitantes, quienes eran propensos a adquirir mercancías de lujo, muchas de las cuales no podían pagar. Este comportamiento había provocado la ruina de muchas personas y familias que habían adquirido mercancías no en función de la calidad y / o necesidad sino por mera ostentación.
El gasto ostentoso se daba entre los diferentes estratos de la sociedad. Por ejemplo, una ocasión en la que se hacían los mayores gastos, se daba durante las celebraciones patrióticas, donde a través de “pomposas demostraciones a los héroes de la independencia”, no sólo se destrozaba sino se acababa toda la vajilla y cristalería con que se contaba. Asimismo, en las reuniones como cumpleaños y otras actividades, se convidaba licores extranjeros y toda la decoración se realizaba siguiendo el estilo europeo. De la misma forma, existía una gran cantidad de gente que derrochaba sus ingresos en casas de juego y otras diversiones.
Ello también se podía percibir en las áreas rurales, según el Aldeano. Se hacía evidente cuando la población cumplía responsabilidades eclesiásticas y seculares, relacionadas muchas de ellas con las fiestas patronales.
Para el Aldeano, dichos comportamientos no afectarían la economía si una mínima parte de la población los seguía; pero lo lamentable y preocupante consistía en que se trataba de algo generalizado. A pesar de que el Aldeano criticaba todas estas maneras de proceder, no estaba en contra de las mismas pues lo que le preocupaba era que no se consumía productos nacionales. Según sus palabras, no importaba que los objetos sean destrozados o no, siempre y cuando éstos fueran producidos en Bolivia.
Una posible solución de acuerdo al Aldeano radicaba en la creación de un mercado interno, en el cual las mercaderías podrían fluir entre los diferentes departamentos. Para ello, el paso inicial debía ser consolidar el comercio de productos nacionales entre las diversas regiones bolivianas. Si esto se lograba, cada región del país vendería lo que producía y compraría lo que necesitara de los distintos departamentos.

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