20 mayo 2012

Un fotógrafo chileno capturó el drama de la Guerra del Pacífico

El ejército boliviano combatió en la Guerra del Pacífico de manera desventajosa con Chile, al punto que ni siquiera contó con una fotógrafo que pudiera tomar las imágenes de la guerra tal como lo hizo Chile, que entre sus filas contaba con un hombre encargado de grabar aquel hecho histórico.

Las imágenes que quedan de la contienda y que son parte de la exposición que hará la Academia de Historia Militar, son las que tomaron los chilenos y que pudieron ser rescatadas de archivos y libros.

En ellas se muestran las fragatas, el armamento, las zonas de combate y, por supuesto, los soldados no solo del lado chileno sino también boliviano.

Son imágenes históricas que hoy guarda la Academia de Historia Militar de Bolivia y las exhibe por primera vez en la singular muestra fotográfica que se abre este lunes en la Casona de Santiváñez.



UNA GUERRA DESIGUAL

La historia cuenta que, mientras el poder de la escuadra chilena se basaba en las fragatas blindadas gemelas como Cochrane y Blanco Encalada de 3.560 toneladas, 6 cañones, blindaje de 9 pulgadas, velocidad de 11 millas a su máxima capacidad y tenía naves de madera como: las corbetas Chacabuco, O’Higgins y Esmeralda, la cañonera Magallanes y la goleta Covadonga, los bolivianos contaban solo con buques de guerra como el guardacostas Bolívar, el guardacostas Mariscal Sucre y las embarcaciones Laura y Antofagasta.

El 14 de febrero de 1879, Bolivia contaba con 34 gendarmes. Chile trasladó a esa costa 200 soldados en navíos blindados.

Abandonado del poder político, disminuido bélicamente y acosado por las ambiciones expansionistas de Chile se encontraba el Litoral boliviano en el momento del ingreso de las tropas chilenas.

Chile nació a la vida republicana alargado y estrechado por la cordillera de los Andes y las profundidades del océano Pacífico. Esto despertó en sus habitantes un desenfrenado interés de sacar ventaja de sus vecinos.

Los problemas por los límites entre Bolivia y Chile comenzaron en 1828, cuando la Constitución chilena estableció que su territorio llegaba hasta el despoblado sector de Atacama, disposición que terminó con la invasión del lugar en 1879.

A las 7:00 horas del 14 de febrero aparecieron los navíos blindados Cochrane y O´Higgins al mando del coronel chileno Emilio Sotomayor. El "Blanco Encalada", que fue movilizado con anterioridad a la bahía de Antofagasta, saludó su presencia con salvas de artillería. La escuadra chilena tenía a bordo 27 cañones.

Al escuchar el rugido de la artillería, la población se agitó en las calles de Antofagasta. Era el día fijado por el prefecto de esa región, el coronel Severino Zapata, para rematar los bienes de la Compañía de Salitres por negarse al pago del impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado. El cobro de ese tributo se aprobó en el Congreso boliviano el 10 de febrero de 1878 luego de que Antofagasta, Cobija, Mejillones y Tocopilla sufrieron los efectos de un terremoto.

Casi en forma paralela, 200 soldados chilenos desembarcaron.

Los 34 gendarmes bolivianos que se encontraban en instalaciones de la Policía tomaron camino a Cobija para evitar fricciones. Las fuerzas invasoras tomaron posesión de Mejillones y Caracoles.

El presidente de Bolivia, Hilarión Daza, se enteró de la toma de Antofagasta el 22 de febrero, vísperas de carnavales. Tres días después, el 25 de febrero, interrumpe el festejo carnavalero con cinco decretos que determinaron el estado de sitio, amnistía para los que vivían en el exilio, la organización de la Guardia Nacional y otro que cortó el comercio con Chile.

Los bolivianos rechazaron la ocupación de Antofagasta, Mejillones y Caracoles.

"Hoy se han recibido comunicaciones de allí Tocopilla y avisan que el Blanco Encalada desocupó Tocopilla y Cobija. No han llegado los caballos y refuerzos que esperaban en Caracoles", indica la carta del 5 de marzo de 1879 que escribió Eduardo Abaroa a su amigo José Manuel Quintana.

Los pequeños grupos de las guarniciones de Tocopilla, Cobija y Chiu Chiu hicieron lo propio. En Calama se concentraron a mediados de marzo 135 ciudadanos bolivianos, de los que 126 eran jefes, oficiales y soldados y habían nueve civiles, según cita el escritor boliviano Roberto Querejazu Calvo en su libro “Chile enemigo de Bolivia, antes, durante y después de la Guerra del Pacífico”. Les sobraba coraje, pero carecían de armamento. Contaban solo con 35 rifles Winchester, ocho rifles Remington, 30 fusiles a fulminante, 12 escopetas de caza, 14 revólveres y 32 lanzas.

Hasta el amanecer del 23 de marzo la defensa estaba organizada. Ese mismo día fueron vistos por el camino a Caracoles 544 combatientes de tres compañías del ejército chileno con dos piezas de artillería de montaña y una ametralladora.

Durante la contienda bélica, la Marina boliviana tuvo una actuación mínima, porque no contaba con un dispositivo defensivo propicio para un conflicto prolongado.

El 16 de abril, el general Hilarión Daza salió de La Paz rumbo a Tacna con tres regimientos de línea: Los Húsares, Coraceros y Artilleros. El 2 de noviembre, las naves chilenas Cochrane, O´Higgins, Magallanes y Covadonga pusieron de manifiesto todo su potencial bélico y los bolivianos se replegaron.

Bolivia no contaba con barcos

Las dos naves: María Luisa y General Sucre, adquiridas durante la Confederación Perú-Boliviana, tuvieron un triste final previa a la Guerra del Pacífico y no combatieron.

El ejército chileno, en cambio, contaba con naves imponentes y armadas como el Cochrane y Blanco Encalada.

Las ambulancias bolivianas

Durante la Guerra del Pacífico fueron cuatro los médicos de los ocho convocados que acudieron a dar atención a las tropas.

También atendieron a la gente que huía del lugar dejando atrás los hogares incendiados, huyendo del ultraje y la matanza. Chile por su parte contaba con 53 cirujanos y 118 practicantes.


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