23 marzo 2012

Las ‘joyas’ de Bolivia, en ruinas

Cobija, Calama y Antofagasta perdieron la guerra contra el tiempo. Sus edificios, sus casas, las ‘joyas’ que allí construyeron alguna vez los bolivianos, ahora son ruinas abatidas por el olvido. Hace 133 años Bolivia perdió la Guerra del Pacífico con Chile. Hoy las ruinas son ‘pedazos’ de memoria que la historia quiere borrar.

El primer puerto mayor que tuvo Bolivia en el Pacífico se ha convertido en un lugar de cruces y tumbas sin nombres, en cuatro soportes de un muelle que sirven de cagadero de aves, en paredes de adobe y en cimientos de piedra.

Cobija, anclada a 1.500 km de Santiago y a unos 800 km de La Paz, es una sombra tímida que cae a pedazos y que está lejos de ser el puerto de muelles y barcos de carga que algún día fue. La urbe, donde se cuenta que funcionaron hasta diez embajadas de diferentes países, pasó a manos chilenas tras la guerra. Cobija hoy día es una caleta pobre, donde viven 15 pescadores que durante las noches se cobijan en casas de cartón prensado, acompañados por una bandera chilena que flamea hecha girones.

Varios de los descendientes bolivianos están boca arriba, convertidos en cenizas, varios metros bajo tierra, en el cementerio protegido por una media barda de adobe y una puerta oxidada de fierro con un año perdido en el tiempo: 1901.

Hay cruces de madera caídas en la tierra y también las hay en las cabeceras de las tumbas que están encerradas por varillas de madera que forman una especie de corral. Más de 200 cuerpos anónimos y solo uno con nombre y apellido: “Aquí descansan los restos de don Pascual Morales”, dice una inscripción que está clavada en su cruz. El señor Morales nació el 16 de septiembre de 1852 y murió el 10 de diciembre de 1906.

Pasando el cementerio hay una ruina de adobe y un letrero que revela que ahí estuvo el templo de la virgen María Magdalena, y el pescador Tumba señala que a la derecha estaba la farmacia donde se vendían remedios para varias plagas de la época.

Gabriel Navia es un chileno que está destripando pescados a la sombra del muelle que hasta finales del siglo XIX era boliviano. Dice que a 15 kilómetros de Cobija está Gatico, una caleta donde hay una casona cargada de leyendas: se dice que fue el castillo de un presidente boliviano. Pero la historia cuenta que fue una compañía de cobre a partir de 1850, cuyo movimiento económico permitió invertir en la generación de electricidad y otros servicios para sus 6.000 habitantes que en otros pueblos del lugar eran imposibles.

En las paredes hay inscripciones hechas a mano. “Este lugar produce nostalgia”, escribió Jenny el 2 de enero de 2004 y Nino, el 8 de febrero de 1985, puso: “Prometo traer a mis hijos si Dios me da vida”.
Desde la ventana de la casona también se ven otras ruinas: una torre de 20 metros de alto con soportes de madera y un tanque de acero hueco y oxidado hasta la última tuerca. Al lado de la torre hay una carpa y un hombre sentado en la arena. Está ahí para olvidar las penas. El lugar le trae paz. Ahí se crió y recuerda que un familiar suyo vivió en la zona hace muchísimo tiempo, quizá cuando esas tierras aún eran bolivianas. Él dice que otro pariente tiene una empresa en Bolivia. La relación es más que geográfica.

Calama era otro territorio boliviano. No se encuentra en la costa pero guarda algo que para Wálter Villarroel, cónsul de Bolivia en esa ciudad, es también un tesoro: el cementerio con 10 cuerpos de calameños que nacieron bajo la tricolor nacional y que hoy está abandonado. El camposanto está al lado de un monolito en el que Chile le rinde homenaje a sus tropas. Se trata de un cuadrante de 30 metros con tumbas casi al ras del suelo y con cruces sin nombre.

Lo que ha sido remodelado y está en buen estado es el puente del Topáter, donde la historia cuenta que Eduardo Abaroa defendió el suelo patrio con su vida. Se trata de una infraestructura de concreto con barandas de metal. El paso del peatón, sin embargo, tiene partes desportilladas y el letrero de color verde está manchado. Por debajo corre el río Loa que desemboca en el mar.

Villarroel dice que se pondrá en campaña para convertir tanto el cementerio como el puente en monumentos bolivianos en tierra chilena. Además, “por un tema de humanidad”, dijo, hará gestiones para hacer del cementerio un verdadero descanso para los compatriotas que murieron allí.

En pleno centro de Antofagasta, a 1.361 km de Santiago, hay otro emblema que recuerda a esta ciudad como centro de explotación marina y de riquezas mineras. Lo que queda es un muelle al que no se puede ingresar porque corre el riesgo de desplomarse. Se trata del muelle salitrero de la Compañía Melbourne Clark. Fue construido en 1872 para cargas y pasajeros. Aquí fue donde desembarcaron las tropas chilenas el 14 de febrero de 1879, dando así inicio a la Guerra del Pacífico. Fue declarado Monumento histórico nacional el 12 de julio de 1978.
El lugar está encerrado para que nadie ingrese. El boliviano Juan Mendoza está parado a metros del muelle y mira las tablas envejecidas, las grúas oscuras por el óxido, muertas por el desuso y convertidas en baño para las aves de mar, que de rato en rato aletean y rompen el silencio.

Abaroa sigue de pie
Eduardo Abaroa, el héroe del Topáter ha dejado un legado familiar que consiste en una casa en el centro de Calama y una casona en la periferia, a un kilómetro del puente del Topáter donde fue muerto por el fuego chileno.

La vieja casa hoy es un hotel que lleva el nombre de El Mirador y que es administrado por su descendiente, María Angélica Abaroa. Después de la recepción aparece un salón con una chimenea donde descansa una pintura con el rostro del héroe de Bolivia en la guerra del Pacífico. Los huéspedes, muchos llegados de Europa, ven a un hombre con barba y bigote y pasan de largo

A la salida de Calama, cerca de la ruta a Antofagasta, se encuentra la quinta de Abaroa. Es una casona rosada de tres pisos adornada por una fila de árboles de molle. En las habitaciones del fondo vive Herminio Urra desde hace 23 años. Es el hombre de confianza de la familia que cuida el interior de la obra que fue construida hace 200 años.

“Los parientes de Abaroa vienen cada mes. La casa cuenta con tres dormitorios, dos baños, living comedor, cocina y una sala que cuando quedaba la cocina chica, estaba disponible. El dormitorio está tal cual de cuando don Eduardo estaba vivo, es de dos plazas”, cuenta el cuidante, el que guarda las llaves de esta quinta arropada por la historia y por la sombra de los árboles.

Frases

Se dice que Gatico, esa caleta cerca de Cobija, fue el castillo de un presidente boliviano
Gabriel Navia • Pescador

El cementerio con 10 cuerpos de calameños que nacieron bajo la tricolor nacional hoy está abandonado
Wálter Villarroel • Diplomático

Prometo traer aquí (Gatico, cerca de Cobija) a mis hijos, si Dios me da vida
Grafiti (1985)• Ruinas de Cobija

133 años
El 23 de marzo de 1879 Chile ocupó Calama. Desde esa fecha, en Bolivia se celebra el Día del Mar

Opinión

Cobija fue el mayor puerto de Bolivia
Adriana Méndez • Historiadora
El año 1825 el presidente de Bolivia, Simón Bolívar, mediante Decreto Supremo declaró puerto mayor a Cobija. Entonces, era tan importante para Bolivia como ahora es Valparaíso para Chile. Por ahí se exportaba el guano y el salitre. Allí llegaban barcos con mercaderías de países de todas partes del mundo.
Después, el Gobierno de Bolivia mandó colonos para que pueblen la zona. Pero como no conocían el paisaje los enviaron con bueyes, mulas y semillas para que siembren en una tierra estéril. Por supuesto, el proyecto de colonización no funcionó bien.
Cobija se fue despoblando por varios motivos. La primea vez por un gran maremoto. Después la población fue víctima de la peste amarilla. Enfermaron muchas personas. Posteriormente vino un tercer maremoto que barrió con la gente.
Al momento de la Guerra del Pacífico ya estaba diezmada (Algunos datos históricos indican que en 1879, año de la Guerra del Pacífico, en Antofagasta vivían 6.000 ciudadanos chilenos, 600 bolivianos y otros 300 extranjeros de distintas nacionalidades).

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