05 marzo 2012

El Alto Los 27 años de lucha fortalecen a una ciudad emprendedora

De acuerdo a una investigación realizada por los exdiputados Roxana Sandoval Román y Mario Diego Justiniano, la ciudad de El Alto fue conocida en sus inicios con diversos nombres y con personajes que salieron a la palestra formando una historia ininterrumpida de diversos logros. A un día de cumplir 27 años, EL DIARIO le presenta algunos de los detalles poco conocidos de su historia.

Desde tiempos antiguos a la colonia, la ciudad de El Alto era conocida con diferentes denominaciones, entre ellos, Alturas de Chacaltaya en el tiempo de Chuquiago Marca; Ichu Kollu (Colina de paja) en el Imperio Incaico; Altos de Nuestra Señora de La Paz, en la Colonia; Altos de Batalla, durante el cerco a la ciudad de La Paz en 1781; Altos de La Paz y La Ceja, hasta los cien años de la República, Cruz Para en 1925 y El Alto de La Paz desde la revolución del 1952.

Las encomiendas y los repartimientos fueron los sistemas socioeconómicos adoptados por los españoles para tomar posesión de las tierras, asimismo adjudicarse un determinado número de indígenas.

En este proceso de distribución, al actual territorio de Tembladerani, Llojeta y sus alrededores, eran llamados “Hanckko Hanckko”, extendiéndose desde La Ceja y Sopocachi Alto. Don Juan de Rivas y su esposa Lucrecia Santoles recibieron esta encomienda de manera que fueron las primeras españolas establecidas en la ciudad de La Paz, cerca del punto que hoy es El Alto.

Asimismo, el historiador indígena Germán Choquehuanca, rescató de forma documental un hecho muy importante en la historia, el cual tiene que ver con el cerco a La Paz, protagonizado por Julián Apaza en 1871.

Días antes de iniciar el sitio, que estuvo a punto de rendir a la ciudad, Apaza habría adoptado su nombre de guerra, Túpac Katari, esta fecha sería el 6 de marzo, a lo cual el historiador denomina como “una premonición o una casualidad histórica”.

En el siglo XVIII, el territorio alteño formaba parte de la parroquia de San Pedro, según los historiadores Alberto Crespo, René Arce, Florencia Ballivián y Mary Money, autores de “La vida cotidiana en La Paz, 1800, 1825”.

En el libro de revista de la parroquia del mismo nombre se reconocía a comunidades y haciendas con nominaciones que, en varios casos, aún se conservan, entre ellas se cita: Collana, hacienda Villandrán, Ichusinga, Poma Amaya, Tacachira, Ocomisto, San Roque Cututo, Alpacoma, Cayo, San Pedro, ayllu Sepi, Chamoco, Luchichapi, hacienda Cupini, Callapa, Achumani, Pucarani, Pacasa, Cupilupaca, Chinchasuyo, hacienda Seqque, ayllus Canche, Chucalupaca, y hacienda del convento “La Merced”, la población alcanzaba entonces a 3.500 personas.

Ya en la república se establecen límites, no siempre muy claros, entre las parroquias de La Paz y “Los Altos”. En 1833, el territorio alteño pasa a ser parte de San Pedro a Santa Bárbara, según el escritor Manuel Rigoberto Paredes en su libro La Paz y la provincia Cercado.

Sin embargo, el 25 de octubre de 1903, puede considerarse como el hito más visible de surgimiento de una urbe alteña, generando un movimiento intenso que no ha cesado desde entonces, y se refiere a la construcción de la estación de ferrocarril en la actual zona 16 de Julio.

Varios sucesos acontecieron hasta que se dieron los primeros asentamientos en la ciudad de El Alto cuyos pobladores la llamaron “Ch´usa Marca” (pueblo vacío), luego “Alaj Pacha”, que significa tierra en el cielo y posteriormente “Altupata” que significa “el más elevado”.

Cuando esta población había comenzado a existir los habitantes de las primeras comunidades agrarias de El Ingenio, Charapaqui, Yunguyo, y Chiji Pampa, ya daban muestras de organización urbana.

Posteriormente estas comunidades dieron origen a los primeros barrios de Alto Lima, Ballivián, 16 de Julio, Villa Dolores, 12 de Octubre, Villa Bolívar y Villa Tejada.

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