05 junio 2011

La muerte de TANIA, maldiciones y herencias

Tania y el Che murieron con una distancia de seis semanas. Ambos, oriundos de Argentina, habían recorrido caminos similares y pero también disímiles, antes de caer bajo las balas enemigas en el sudeste boliviano, proyectando al futuro mitos y leyendas. ¿La maldición de Tania será como la del Che? ¿Alcanzó a sus adversarios y a quienes contribuyeron a su caída? Es conocido que René Barrientos se derrumbó en su helicóptero el 27 de abril de 1969, en una situación que aún despierta sospechas. Andrés Selich, el militar descendiente de croatas que se quedó con algunas de sus pertenencias y se encargó de su entierro, cayó muerto el 16 de mayo de 1973 bajo los golpes de sus captores, cuando intentaba conspirar contra al gobierno militar de Hugo Banzer. El general Joaquín Zenteno Anaya, el comandante de la VIII División durante la emboscada de Puerto Mauricio, fue asesinado en París el 11 de junio de 1976, probablemente en un ajuste de cuentas ordenado por el dictador Hugo Banzer, al igual que ocurrió con Selich. Si de alguien vino —paradójicamente— la mano del desquite fue de las propias filas castrenses, en su despiadada pugna por el poder. El resto de los directamente involucrados en la muerte de Tania se salvó del infortunio e incluso la victoria de 1967 le sirvió para proyectarse en la carrera militar. Su principal ejecutor, Vargas Salinas, llegó rodeado de fama a general y ministro de Estado; el León de Masicurí lo llamaban. Murió de causas naturales el 31 de diciembre de 2003.

HONORATO ROJAS. Quien cargó con todas las culpas fue Honorato Rojas. La guerrilla guevarista resurge en Bolivia. A la cabeza se coloca Inti Peredo, sobreviviente de la columna del Che. El 14 de julio de 1969, tres individuos llegan sin hacer ruido hasta una pobre tejería artesanal a cuatro kilómetros de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Son las 3.30 de la madrugada. Honorato Rojas vive allí con sus cinco hijos en un terreno regalado por el entonces presidente René Barrientos Ortuño. Miserable recompensa a su enorme contribución en la captura de la tropa de Joaquín. Duerme en un cuarto de reciente construcción, sin puertas, lo que facilita la acción de los intrusos e integrantes del ELN, paradójicamente casi todos relacionados con la Policía local. Los comanda Juan Rodríguez Guagama, nada menos que agente de la Interpol en Santa Cruz, quien vigiló los pasos de Rojas para planificar la acción. Los otros dos son Luis Pérez Aponte, funcionario de la Dirección de Investigación Criminal (DIC), y Guido Chávez Aponte, un civil. Un cuarto, Antonio Sejas Guagama, jefe de la seccional El Pari de la DIC y primo del jefe del escuadrón, a último momento no quiso o no pudo presentarse en el lugar de los hechos. El singular grupo fue convocado por los responsables de la pequeña red urbana del ELN en Santa Cruz, encabezado por el médico Leco y su compañera, aunque es probable que Rodríguez Guagama, oriundo como Inti del Beni, región amazónica de Bolivia, tuviera una anterior relación de amistad con el jefe guerrillero que facilitó su engarce con la organización armada.

Agonía. Pérez disparó a boca de jarro en la región occipital izquierda de Rojas con una pistola calibre 45 de propiedad de Rodríguez Guagama. El campesino agonizó por varias horas y falleció recién a las 15 horas del mismo día. Sin despertar a nadie —confesaría el victimario un par de meses más tarde—, alumbré a Rojas, quien dormía abrazado a dos de sus hijos y ‘puqui’ lo maté. Así de simple y frío. Rojas fue ascendido póstumamente a sargento primero y luego sepultado con honores militares. El ELN reivindica su acción, dio una lección al ¿traidor? ¿Lo era Rojas? ¿A quién debía fidelidad? Sólo se puede traicionar a las propias ideas, al grupo al que uno se juramentó o a quien se debe servir. ¿Se puede entregar a un desconocido?

Se diría que con su ajusticiamiento, Inti cumple la promesa de venganza implícita en su presentación al libro cubano (Tania, la guerrillera) de 1970.

La invención de Tania se acrecienta en los años posteriores a la publicación de aquella obra y su difusión por todo el mundo. Su canonización da lugar a que instituciones y agrupaciones sociales se bauticen con su nombre. En la República Democrática Alemana (RDA) llegan a dos centenas y media de brigadas juveniles, jardines de infancia y establecimientos educativos, que incluyen la escuela secundaria politécnica de Magdeburgo y la escuela para sordos de Halberstadt. Destronada de su altar de heroína tras la reunificación alemana el 3 de octubre de 1990, queda sólo un recuerdo de su memoria. En Cuba, donde el socialismo aún flamea, se mantienen intactos. Desperdigados por toda la isla, escuelas primarias, secundarias, cursos preuniversitarios y de idiomas, bibliotecas, un centro de entrenamiento deportivo y el Hospital Materno Norte en Santiago de Cuba, además de otros centros médicos, se bautizan con el nombre de la argentino-alemana. La onda ceremonial recorre como un fantasma América Latina. La iconografía se nutre de la pintura. Quizá la más célebre sea aquella que el conocido creador ecuatoriano Oswaldo Guayasamín regala a Salvador Allende. No se libra de la tragedia, destino similar al de la mujer que representa.

El 11 de septiembre de 1973 en su asalto al Palacio de la Moneda le disparan y la cortan con bayoneta.
Canciones a la manera del comunista venezolano Ali Primera, recuerdan a la mujer de ojos azules que le cantaba en su pecho amor a la revolución. Sellos cubanos de correo la muestran sonriente, junto a un mapa de Bolivia. Una estrella señala el lugar de su muerte, aunque se equivoca de geografía. Apunta a Vado del Yeso en lugar de Puerto Mauricio. En el Museo de la Revolución en La Habana cuelga uno de sus vestidos. Prenda que seguramente le habría causado disgusto, pues tenía marcada preferencia por el uniforme. En la sala se presenta un jeep como si fuera el suyo. Tras varios intentos frustrados de llevarla a la pantalla grande, muchos de ellos desbaratados por Nadia Bider (madre de Tania), por considerarlos infieles al mito, en el 2009, Steven Soderbergh la incluye en la segunda parte de su obra consagrada al Che. Rodrigo Bellot, boliviano y responsable del casting, narra una deliciosa anécdota. Durante la filmación un hijo y una hija del Che velaban por los “intereses” de su madre, intentando rebajar el papel de Tania, representada por Franka Potente. En rigor lo acrecentaron. Era un “topo” y no una combatiente, destinada solamente a insertarse en la sociedad de La Paz. La escena del retiro (degradación) y luego entrega de la M-1 e incorporación tácita al cenáculo guerrillero, es imaginada. Como señalamos durante toda la campaña, salvo un breve momento en marzo, ella estuvo armada de una pequeña pistola y no participó de ningún combate.

La omisión de las mujeres en las filas de la guerrilla, que ella patentiza, se modifica en los años 70, resultado de una combinación de factores. Por una parte, las organizaciones armadas se muestran más flexibles en cuanto al reclutamiento de mujeres. Por otra, la mayor disponibilidad femenina a integrarse a la izquierda armada responde a factores estructurales (desigualdad social), ideológicos (teología de la liberación y doctrina foquista) y causas políticas (implantación de dictaduras y violencia estatal). Como fenómeno específico, de fines de los años 60, el acceso de las mujeres a las escuelas secundarias y, posteriormente, a la enseñanza universitaria motorizó nuevas inquietudes y subjetividades que produjeron experiencias novedosas para quienes participaban de ellas. Significó la posibilidad de involucrarse en diferentes movimientos sociales, luchas sindicales y otro tipo de reivindicaciones. En un horizonte en que la revolución cubana aparecía como una alternativa a las esclerosadas formaciones políticas de la izquierda tradicional que no atraían mayoritariamente a los sectores juveniles, las mujeres, sobre todo aquellas de clase media, se convertirán en ardorosas militantes y activistas rebeldes y contestatarias, proclamando la lucha armada para la transformación de las estructuras sociales.

Radicalización. El protagonismo femenino en el continente se dio en el marco de una aguda radicalización de la lucha de clases, de dictaduras, de conflicto armado, un ascenso obrero y popular cuyas expresiones más destacadas fueron los cordones industriales chilenos, el Cordobazo en Argentina o las movilizaciones estudiantiles en México. Estos hechos pueden considerarse como las experiencias más agudas de la entrada en escena de mujeres en la guerrilla urbana y campesina. Si bien la paridad no se alcanzó en la cúpula de mando, entre los combatientes el sector femenino sumó un buen número. Reciben entrenamiento al igual que los varones y se exponen en las mismas escuadras. Las mujeres que deciden romper moldes y unirse a fuerzas de izquierda armada hallan en el ejemplo místico de Tania un camino a seguir. No más enfermeras del Che o encargadas de dar descanso al guerrero, pero sí portar armas y ofrendar sus vidas. Los seudónimos de Tamara o Tania se multiplican, como máscaras que uniforman una diversidad de situaciones y orígenes sociales y geográficos para vivir en la clandestinidad. Su ascética y militante figura surte efecto. Decenas desean vivir y morir como ella. El texto Tania, la guerrillera, editado en Cuba, se reproduce por doquier.

Como catecismo se lo estudia en rondas al calor del fuego en el monte o en escuelas de cuadros en las ciudades. La foto con la boina de miliciana ocupa un lugar preferente en los relicarios y los pósters de las insurgentes. Su figura no se ha banalizado o degradado, según se quiera, en cervezas, cigarrillos o perfumes. Sigue rampante con su boina de corte militar.

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